La enfermedad es el negocio de la industria farmacéutica, no
la salud. Los científicos han abandonado en primer lugar a los médicos y
personal sanitario, los han dejado sin armas para pelear contra el COVID 19, y
nos han dejado a las sociedades y ciudadanos en la incertidumbre y el miedo. Se
suponía que esta cuarentena feroz era para dar tiempo a que la ciencia encontrara
una solución y para no saturar a la salud pública, y mientras los hospitales no
se dan abasto, las farmacéuticas se han dedicado a especular y ganar fortunas
con esta enfermedad.
La crisis económica se ensaña con los más pobres, y basta
que un laboratorio declare que “ya casi tiene la cura” y sus acciones en Wall Street se disparan al alza, por
mencionar uno, Moderna Pharmaceutical, subió 30% en bolsa, ganando millones de
dólares sin tener la medicina, sin vender una sola dosis, con sólo las pruebas
y declaraciones, sus propios científicos y ejecutivos especularon con las
acciones.
El desfile de científicos compitiendo en aparecer en los titulares
internacionales, con información cada vez más confusa, persiguiendo el premio
Nobel, versión ideologizada e intelectual de Miss Universo. ¿En dónde quedó la
ética científica? La falta de rigor en la información científica, declarando
sin ningún cuidado que tenemos que vivir para siempre con un cubre bocas y que al
día de hoy desconocen el origen del virus.
Dilatar la invención de la medicina y la vacuna, incrementa
la necesidad y aumenta las ganancias de las farmacéuticas y los especuladores
financieros, que son los grandes beneficiados de este caos. Gojo Industries,
fabricantes de sanitzadores, han ganado billones de dólares, “ante la histeria
de la pandemia” según Forbes.
La pandemia no sólo ha dejado contagios y muertes, ha dejado
pobreza, precariedad laboral, depresiones, violencia, y las farmacéuticas y los
especuladores jugando a la ruleta.
La “nueva normalidad” es un deterioro general de la
cotidianeidad, que nos tomó millones de años construir. Han instituido el miedo
y aislamiento como forma de control y “prevención”, es un proceso involutivo y
represivo que no convivamos, que no nos toquemos, las consecuencias
psicológicas y físicas son impredecibles. ¿Ya no vamos a volver a ir al teatro,
las universidades, los conciertos
masivos, museos, restaurantes?
Vivir aislados o con cubre boca es aceptar el gran fracaso de la ciencia, los
investigadores y laboratorios.
No tienen derecho a jugar con nuestra salud física y mental, las farmacéuticas
son un monopolio ultra millonario, global, todos los medicamentos los realizan
las mismas firmas en todos los países, y en China se fabrican las materias
primas o sales, es evidente la especulación económica y la oportunidad única de
enriquecerse. Si ese es el objetivo, perfecto que sean más ricos, qué más da,
pero que ya solucionen esto, trabajen en una cura y no en hacer negocio, es escalofriante
pensar el dinero que están ganando y van a ganar con nuestro sufrimiento.