La fatídica oportunidad del Estado de unir la crisis de la
pandemia con su obsesión de pauperizar el arte y la cultura, se ha consumado,
desde ahora, sin museos, sin exposiciones, sin teatro, danza, música, entregando
los “ahorros” del presupuesto al uso ideológico del régimen, entraremos en un
desierto creativo que deteriorará aun más a la sociedad.
Mí propuesta para una
solución es la creación de la Ley del Mecenazgo Popular, que consiste
en:
Establecer la deducción al 100% de todo consumo y apoyo artístico
y cultural.
Esta ley involucra a la ciudadanía, por eso es “Popular”, el
consumo de un libro, una revista, un boleto para el teatro o un espectáculo
musical, serán deducibles al 100% de impuestos, para motivar y establecer el
consumo de arte como una forma directa de mecenazgo.
Cada ciudadano al consumir cultura apoyará a la creación y será
mecenas del arte.
Las empresas podrán patrocinar obras de teatro, espectáculos
de danza, pagar ediciones de libros, comprar arte sin límite y deducirlo al 100
%.
Actualmente hay muchos candados que obligan a que la
inversión privada sea un módico porcentaje en relación a los impuestos de la
empresa, al establecer sin límite, una empresa o un ciudadano, financiarán por
completo un montaje teatral o el tiraje de un libro.
Acabará con el paternalismo del Estado que impone con sus
escuetas y ahora nulas políticas de apoyo, porque por un lado se convierte en
el único mecenas “legal” y dificulta la inversión privada y con eso ejerce presión
sobre la comunidad cultural.
El arte y la cultura serán una forma de inversión privada ya
que el Estado ha demostrado que no están en sus prioridades de inversión.
La Ley del Mecenazgo Popular dará verdadera libertad de
creación, porque la ciudadanía decidirá qué desea consumir y apoyar.
Se detonarán la industria y mercado cultural, con más museos
privados, más galerías de arte, más editoriales, con motivación real para el
consumo: el beneficio intelectual, la conciencia de un acto de mecenazgo y la
ganancia económica.
Impulsará coproducciones privadas con un compromiso con
la calidad de las obras.
En los países con alto nivel de mercado artístico y cultural
se incentivan las donaciones a museos, compañías de teatro y ópera, y esa participación
se valora como un bien social.
En este país estigmatizan las donaciones, el consumo por
parte de la población es mínimo, porque se ha fomentado que el Estado es quien
da los apoyos y quien comercializa la cultura, creando un monopolio.
El resultado es que vivir de la creación es muy difícil, se
benefician unos cuantos privilegiados del Estado, el resto vive en condiciones
precarias.
El Estado no quiere invertir, que nos dejen a los ciudadanos
hacerlo, y que ese consumo construya nuestra identidad nacional, construya una
industria que permita a la comunidad cultural una vida digna e independiente.
El país necesita crear mercado cultural y artístico,
necesita fuentes de trabajo, y es momento de que seamos los ciudadanos los que
apoyemos la cultura y el arte.