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Eko, Xilografìa, Los Gatos de Montaigne su sitio aquí |
La arbitrariedad intelectual desde su dictatorial micro
mundo decide qué es ensayo y que no es, lo más ridículo, porque no alcanza a
ser grave, es que a cualquier escrito que versa sobre necedades le llaman con
gran arrogancia “ensayo”.
El desprestigio de un género literario y filosófico nace
porque su inventor podía escribir con gran erudición sobre cualquier tema, y
argumentar todas sus posibilidades, Montaigne, un sabio encerrado en su torre,
con su biblioteca y tres gatos, dialogaba con filósofos y poetas grecolatinos, tenía
el genio para humanizar la sabiduría, dar espacio a sus conocimientos en su cotidianeidad,
con el placer de la divagación y la elocuencia.
El ensayo en la actualidad es para muchos escritores la excusa
para reunir en un texto necedades y banalidades, dando rango de literatura a
sus irrelevantes observaciones. Laureados por las instituciones y patrocinados
por el Estado publican con su lenguaje vulgar y su cortedad de pensamiento sus
ideas sobre departamentos sin cocinas, comidas con salsa cátsup, viajes a Las
Vegas en donde se comportan peor que los turistas, habitaciones personales
sucias y un interminable catálogo de sus sobre valuadas experiencias.
El despropósito no termina ahí, sus editores deciden que eso
es “ensayístico”, clasificación que adjudican también a “entrevista
ensayística”, en donde el que habla es el entrevistador y nunca nos enteramos
de las opiniones del entrevistado. Lo “ensayístico” es la fórmula perfecta del “maquinazo”,
el escritor con la cabeza seca y el trasero en su silla decide hablar que ese día
no salió a comer con sus amigos por escribir esa columna, y así en el estreñimiento
intelectual, fatigosamente llega a reunir los caracteres para entregar su
columna y cobrarla.
Se puede escribir sobre cualquier tema, el caso es que no
tienen ni la erudición, ni el alcance de ideas, ni la poesía de Montaigne. El
ensayo es crítica, filosofía, ciencia, y sin embargo hay laureados escritores
que lo han adoptado como refugio de su incapacidad de poner orden sus ideas, lo
utilizan para editar libros ilegibles. Adictos al Twitter meten en un libro
todos sus “pensamientos” como si esos exabruptos e improvisaciones al ritmo de
la zafiedad colectiva, tuvieran valor de obra. Si es virtual es desechable,
entonces no lo impriman.
El ensayo es intemporal, y nos entregan textos que ya
impresos han caducado, que se desmoronan en las primeras líneas por previsibles
y torpes, no hay temas menores, hay escritores mediocres. Lo que sigue después
de esta pandemia va a ser la pandemia de libros “ensayísticos” de diarios de
reflexiones, recopilación de Twitters, que serán escritos con la misma
parquedad, ya lo estamos viendo. Se puede inaugurar un nuevo género literario
con la avalancha de libros que en la ociosidad van a soltar cientos de
escritores y aspirantes a serlo, y todos tan seguros de que sus “ensayísticos”
textos merecen ser leídos. El virus de la mediocridad no tiene vacuna.
6 comentarios:
Algunas editoriales están recopilando textos a manera de memoria de la pandemia. Incluso ya hay música de los Tiger Lillies y un libro de Zizek con el titulo COVID-19. La producción artística de todo el año, girarà en torno a esta experiencia.
Habrá que ver el resultado.
Saludos Avelina,admiro su trabajo.
Estimana Lésper antes que todo permitame hacerle llegar mi más sincera admiración sin ninguna dosis de adulación, sino por la valentía, el compromiso y la responsabilidad con la que ha defendido sus criterios con respecto al arte contemporáneo, los cuales he tenido la posibilidad de acceder desde mi humilde experiencia en ese mundo tan controvertido en que se ha convertido hoy, eso que llaman arte.
Me identifico mucho con su manera concisa y directa de exponer sus criterios para sostener la tesis de que el arte contemporáneo es un fraude, me identifico en la medida en que combate todo aquello que se hace llamar arte y no lo es, y es sobrevalorado.
Aunque diverjo con usted en la percepción del problema.
Ciertamente estamos hablando de una crisis del existencial del hombre y del arte como forma de la conciencia social, de una crisis de conceptos y de pensamientos. En una era donde el valor de las obras de artes visuales va dejando de estar intrinsico en la obra misma para caer en poder de la palabra de aqueyos autorizados a hablar en la materia, y donde el arte se vuelve cada vez más excluyente, abandonando por su puesto este valor a merced de la especulación más desenfrenada, deberíamos reflexionar si la crisis del arte no forma parte de una posible crisis existencial de la propia humanidad, en la que el hombre se debate y reflexiona constantemente sobre los principios y leyes que ha definido para entender y convivir consigo mismo y con el mundo que le rodea, del cual no escapa el fenómeno del arte.
Concidero que habría que detenerse en algunas cuestiones antes de referirse a la farsa del arte contemporáneo. En este sentido me refiero a la propia descontextualizacion del concepto de arte y su manipulación según las sociedad y sus leyes, y en la falta de una sistema o estructura adecuada del lenguaje, en este caso del lenguaje visual, que defina un marco valorativo para las creaciones pictóricas. Quizás por la no visualización en la historia del arte hasta ahora, de un debate sobre las creaciones pictórica como arte desde el enfoque de la evolución de un lenguaje y no de una sucesión de estilos. Esto sumado a la no valoración de este tema desde un análisis de las necesidades del ser humano, y no desde el pensamiento y los juicios heredados e impuestos a través de los años que se han convertido en dogmas. Creo que si partimos desde estos puntos se podría abrir un debate diferente que exponga las verdaderas dimensiones de este problema y llegar a un punto sólido para definir tales marcos normativos, quizás no para definir que es arte o no pero si para definir cómo valorar cuando se hace un uso pertinente, eficiente, y eficaz del lenguaje visual. Disculpe el atrevimiento de acerle llegar estos criterios de alguien que al igual que usted, ve en el arte un herramienta imprescindible para llegar a un estadio superior de la humanidad como especie, un ser con la capacidad racional de cambiar al mundo y hacerlo para bien, en el respeto a la vida y a la naturaleza por encima del hombre.
Estimana Lésper antes que todo permitame hacerle llegar mi más sincera admiración sin ninguna dosis de adulación, sino por la valentía, el compromiso y la responsabilidad con la que ha defendido sus criterios con respecto al arte contemporáneo, los cuales he tenido la posibilidad de acceder desde mi humilde experiencia en ese mundo tan controvertido en que se ha convertido hoy, eso que llaman arte.
Me identifico mucho con su manera concisa y directa de exponer sus criterios para sostener la tesis de que el arte contemporáneo es un fraude, me identifico en la medida en que combate todo aquello que se hace llamar arte y no lo es, y es sobrevalorado.
Aunque diverjo con usted en la percepción del problema.
Ciertamente estamos hablando de una crisis del existencial del hombre y del arte como forma de la conciencia social, de una crisis de conceptos y de pensamientos. En una era donde el valor de las obras de artes visuales va dejando de estar intrinsico en la obra misma para caer en poder de la palabra de aqueyos autorizados a hablar en la materia, y donde el arte se vuelve cada vez más excluyente, abandonando por su puesto este valor a merced de la especulación más desenfrenada, deberíamos reflexionar si la crisis del arte no forma parte de una posible crisis existencial de la propia humanidad, en la que el hombre se debate y reflexiona constantemente sobre los principios y leyes que ha definido para entender y convivir consigo mismo y con el mundo que le rodea, del cual no escapa el fenómeno del arte.
Concidero que habría que detenerse en algunas cuestiones antes de referirse a la farsa del arte contemporáneo. En este sentido me refiero a la propia descontextualizacion del concepto de arte y su manipulación según las sociedad y sus leyes, y en la falta de una sistema o estructura adecuada del lenguaje, en este caso del lenguaje visual, que defina un marco valorativo para las creaciones pictóricas. Quizás por la no visualización en la historia del arte hasta ahora, de un debate sobre las creaciones pictórica como arte desde el enfoque de la evolución de un lenguaje y no de una sucesión de estilos. Esto sumado a la no valoración de este tema desde un análisis de las necesidades del ser humano, y no desde el pensamiento y los juicios heredados e impuestos a través de los años que se han convertido en dogmas. Creo que si partimos desde estos puntos se podría abrir un debate diferente que exponga las verdaderas dimensiones de este problema y llegar a un punto sólido para definir tales marcos normativos, quizás no para definir que es arte o no pero si para definir cómo valorar cuando se hace un uso pertinente, eficiente, y eficaz del lenguaje visual. Disculpe el atrevimiento de acerle llegar estos criterios de alguien que al igual que usted, ve en el arte un herramienta imprescindible para llegar a un estadio superior de la humanidad como especie, un ser con la capacidad racional de cambiar al mundo y hacerlo para bien, en el respeto a la vida y a la naturaleza por encima del hombre.
Estimana Lésper antes que todo permitame hacerle llegar mi más sincera admiración sin ninguna dosis de adulación, sino por la valentía, el compromiso y la responsabilidad con la que ha defendido sus criterios con respecto al arte contemporáneo, los cuales he tenido la posibilidad de acceder desde mi humilde experiencia en ese mundo tan controvertido en que se ha convertido hoy, eso que llaman arte.
Me identifico mucho con su manera concisa y directa de exponer sus criterios para sostener la tesis de que el arte contemporáneo es un fraude, me identifico en la medida en que combate todo aquello que se hace llamar arte y no lo es, y es sobrevalorado.
Aunque diverjo con usted en la percepción del problema.
Ciertamente estamos hablando de una crisis del existencial del hombre y del arte como forma de la conciencia social, de una crisis de conceptos y de pensamientos. En una era donde el valor de las obras de artes visuales va dejando de estar intrinsico en la obra misma para caer en poder de la palabra de aqueyos autorizados a hablar en la materia, y donde el arte se vuelve cada vez más excluyente, abandonando por su puesto este valor a merced de la especulación más desenfrenada, deberíamos reflexionar si la crisis del arte no forma parte de una posible crisis existencial de la propia humanidad, en la que el hombre se debate y reflexiona constantemente sobre los principios y leyes que ha definido para entender y convivir consigo mismo y con el mundo que le rodea, del cual no escapa el fenómeno del arte.
Concidero que habría que detenerse en algunas cuestiones antes de referirse a la farsa del arte contemporáneo. En este sentido me refiero a la propia descontextualizacion del concepto de arte y su manipulación según las sociedad y sus leyes, y en la falta de una sistema o estructura adecuada del lenguaje, en este caso del lenguaje visual, que defina un marco valorativo para las creaciones pictóricas. Quizás por la no visualización en la historia del arte hasta ahora, de un debate sobre las creaciones pictórica como arte desde el enfoque de la evolución de un lenguaje y no de una sucesión de estilos. Esto sumado a la no valoración de este tema desde un análisis de las necesidades del ser humano, y no desde el pensamiento y los juicios heredados e impuestos a través de los años que se han convertido en dogmas. Creo que si partimos desde estos puntos se podría abrir un debate diferente que exponga las verdaderas dimensiones de este problema y llegar a un punto sólido para definir tales marcos normativos, quizás no para definir que es arte o no pero si para definir cómo valorar cuando se hace un uso pertinente, eficiente, y eficaz del lenguaje visual. Disculpe el atrevimiento de acerle llegar estos criterios de alguien que al igual que usted, ve en el arte un herramienta imprescindible para llegar a un estadio superior de la humanidad como especie, un ser con la capacidad racional de cambiar al mundo y hacerlo para bien, en el respeto a la vida y a la naturaleza por encima del hombre.
Estimana Lésper antes que todo permitame hacerle llegar mi más sincera admiración sin ninguna dosis de adulación, sino por la valentía, el compromiso y la responsabilidad con la que ha defendido sus criterios con respecto al arte contemporáneo, los cuales he tenido la posibilidad de acceder desde mi humilde experiencia en ese mundo tan controvertido en que se ha convertido hoy, eso que llaman arte.
Me identifico mucho con su manera concisa y directa de exponer sus criterios para sostener la tesis de que el arte contemporáneo es un fraude, me identifico en la medida en que combate todo aquello que se hace llamar arte y no lo es, y es sobrevalorado.
Aunque diverjo con usted en la percepción del problema.
Ciertamente estamos hablando de una crisis del existencial del hombre y del arte como forma de la conciencia social, de una crisis de conceptos y de pensamientos. En una era donde el valor de las obras de artes visuales va dejando de estar intrinsico en la obra misma para caer en poder de la palabra de aqueyos autorizados a hablar en la materia, y donde el arte se vuelve cada vez más excluyente, abandonando por su puesto este valor a merced de la especulación más desenfrenada, deberíamos reflexionar si la crisis del arte no forma parte de una posible crisis existencial de la propia humanidad, en la que el hombre se debate y reflexiona constantemente sobre los principios y leyes que ha definido para entender y convivir consigo mismo y con el mundo que le rodea, del cual no escapa el fenómeno del arte.
Concidero que habría que detenerse en algunas cuestiones antes de referirse a la farsa del arte contemporáneo. En este sentido me refiero a la propia descontextualizacion del concepto de arte y su manipulación según las sociedad y sus leyes, y en la falta de una sistema o estructura adecuada del lenguaje, en este caso del lenguaje visual, que defina un marco valorativo para las creaciones pictóricas. Quizás por la no visualización en la historia del arte hasta ahora, de un debate sobre las creaciones pictórica como arte desde el enfoque de la evolución de un lenguaje y no de una sucesión de estilos. Esto sumado a la no valoración de este tema desde un análisis de las necesidades del ser humano, y no desde el pensamiento y los juicios heredados e impuestos a través de los años que se han convertido en dogmas. Creo que si partimos desde estos puntos se podría abrir un debate diferente que exponga las verdaderas dimensiones de este problema y llegar a un punto sólido para definir tales marcos normativos, quizás no para definir que es arte o no pero si para definir cómo valorar cuando se hace un uso pertinente, eficiente, y eficaz del lenguaje visual. Disculpe el atrevimiento de acerle llegar estos criterios de alguien que al igual que usted, ve en el arte un herramienta imprescindible para llegar a un estadio superior de la humanidad como especie, un ser con la capacidad racional de cambiar al mundo y hacerlo para bien, en el respeto a la vida y a la naturaleza por encima del hombre.
El problema no está en quien publica sino en quien compra o lee lo publicado. A veces se llega al caso de publicar para acrecentar el catálogo de la editorial, sobre todo aquellas que prácticamente ya sólo editan en versión digital. De todos modos, siempre quedará el gusto; la pericia; el interés del lector para separar la paja del trigo.
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