Montañas de pastillas, son un homenaje subliminal al OxyContin,
la droga que es una epidemia en Estados Unidos, y muy popular en el arte porque
los dueños del laboratorio son patrocinadores del Metropolitan Museum del Nueva
York. Los hongos de cabeza, los pasillos luminosos, la insistencia con la “alteración
de la percepción”, no debemos creer que Höller está utilizando la afición a las
sustancias psicotrópicas y estimulantes que tienen millones de adictos y
presionando al uso indiscriminado de ellas, en absoluto, según la curaduría del
museo es una forma de “experimentar” algo distinto en un museo, como la
legalidad de hacer publicidad de lo prohibido. La propuesta supera al arte que
no puedes tocar, por su valor irremplazable, al arte que te puedes meter o
consumir.
El recorrido proporciona la seguridad de una guardería
infantil transformada para adultos, ese sitio idílico del que fueron expulsados
para enfrentarse a las dificultades del cambio de paradigma en el arte. Las exposiciones
de arte VIP deber captar consumidores y por eso utilizan las estrategias de los
dealers de sustancias, y las referencias infantiles, dos elementos que actúa en
nuestro cerebro primitivo, que aunque no lo crean, también lo tienen los
intelectuales. La hipocresía actual, llamada “ser políticamente correcto”, hace
omisión de la apología de la adicción a las drogas que constituye el concepto rector
de esta exposición y de toda la obra de este artista. En los años 60’s con la psicodelia
no se ocultaban detrás de la “infantilización y la diversión,” como lo vemos
ahora, con su colgante y su carrusel, los dulces que aparentan pastillas. El
Museo Tamayo urgido de exposiciones para que el público se haga selfies, no le
interesa profundizar, basta con que la gente tenga una excusa para hacerse la
foto. Ahora, si de verdad quieren una experiencia de riesgo que altere la
percepción y las leyes de la gravedad,
vayan a un parque como Six Flags, y sin pretensiones artísticas ni
explicaciones pseudo científicas van a sacar del armario al sensation seeker
que llevan dentro. La montaña rusa Boomerang alcanza una altura de 37 metros y hace un veloz recorrido
que deconstruye los indigeribles hot dogs que la gente come antes de subir. Olvídense
de las pastillas de azúcar imitando opioides, sentirse Lucy in the Sky with Diamonds, LSD, está en los juegos de los
verdaderos parques temáticos, la kermés del Tamayo es para los que no saben ni
qué es el arte y mucho menos qué es una experiencia extrema.