Los museos no son para exhibir los caprichos de sus
directores y curadores, ni son para manipular sus preferencias y descargar sus
odios. Los museos son recintos para mostrar arte, son un espacio de comunicación
y acceso a los artistas y sus obras, para impulsar la capacidad de
contemplación de la sociedad. Es un vicio corrupto la forma como se dirigen museos
en este país, los directores son caciques, su pobre capacidad y visión estética
contamina al espacio y lo reduce a sus mediocres alcances. La Colección Milenio
Arte llevó durante cinco años una excelente relación con el Instituto Cabañas, mostró
en sus espacios cinco de sus series de pinturas, grabados y fotografías, cada exposición
contó con un impulso sin precedente en medios de comunicación, todas las
plataformas del Grupo como Milenio Diario, Milenio.com, Milenio Televisión y
Milenio Radio, publicitaban las exposiciones, daban cobertura oportuna a el
resto de la cartelera y actividades del Instituto. En la primera exposición se
nos entregó una sala destruida, que era bodega, Grupo Mileno la restauró por
completo, desde el piso de madera hasta la iluminación, y se sumó como un
espacio expositivo. El Instituto nunca erogo un peso para estas exposiciones,
todos los gastos de traslados, seguros, montajes, inauguraciones, fueron cubiertos
por la Fundación Milenio. En cada exposición impartí conferencias magistrales
en la Capilla Mayor con llenos totales, las inauguraciones eran abiertas a todo
público. En todas las exposiciones mostramos obras de artistas de Jalisco, con
gran talento y lenguaje.
Eso se acabó, la actual directora del Museo, Susana Chávez,
nos negó el espacio, me dijo que el museo desde ahora seria para “otros fines”.
Buscamos el apoyo de Giovana Jaspersen, directora de la Secretaria de Cultura, y sin involucrarse
nos indicó que harbáramos con el “curador de la Capital”, es decir, de la
Ciudad de México. Tuvimos que esperar meses para agendar la reunión, porque el “curador
de la Capital”, va y viene entre Jalisco y la Ciudad de MX. Susana Chávez, muy
orgullosa, dijo que todo lo decidiría “el curador de la Capital”, así, “de la Capital”,
¿en todo Jalisco no había una persona apta para ser curador de ese museo? ¿Necesitaban
a alguien “de la Capital” que les dijera qué hacer? La gran aportación de este
“curador de la Capital” fue “atraer públicos” dedicando las salas del museo a
talleres de cocina, clases de gimnasia y demás ocurrencias, todo menos arte,
con eso no se “atraen públicos”. Nos otorgaron una sala chica y un cuarto de
trebejos que iban a desocupar para que expusiéramos “lo que cupiera”, y por
supuesto nos avisaron que el museo estaría ocupado hasta el año en que se
abriera el Séptimo Sello, y por fin desapareciera el arte de la faz de la
Tierra.
“Atraer públicos” sacando del museo la colección de pintura contemporánea más importante del
país, que impulsa a los artistas de Jalisco, que les hacía publicidad, reducir
uno de los espacios más importantes del país a casa de cultura de barrio, así
se manejan los museos, como un receptáculo de la ineptitud y prepotencia de dos
personas. Al margen de su estrategia de “atraer públicos”, el Instituto Cabañas
y la Colección Milenio llevaban una gran relación de respetos y cooperación y no
había motivos para acabarla de esa forma tan autoritaria, el museo no es de
ellos, es de la sociedad. La directora y su “curador de la Capital” le están
negado el espacio a una colección de arte, se lo están negado a más de 250
artistas y fotógrafos, se lo están negado al público que seguía las exposiciones,
todo para imponer sus intereses personales, obcecación y mediocridad.