Las profecías de los dioses se acercan, Casandra, que
castigada clamaba vaticinios ininteligibles y certeros, anuncia que los
becarios conocerán la realidad de la clase trabajadora. Los becarios aterrados
buscan refugio en Twitter, mientras la realidad se acerca demoliendo ilusiones.
Los becarios han visto en el paisaje la larga fila de solicitud de empleo y las
hordas peleando por un sitio. En sueños turbios han visto cómo sería un día sin
becas: La Diosa Transparencia devela los nombres que devoran el banquete en la oscuridad,
humillados por la luz de la verdad, aúllan, lloran, piden regresar a esa
penumbra privilegiada y la opinión pública grita sus nombres.
Ser “becario” se ha convertido en sinónimo de un privilegio injustificado
que inventó el poder para comprar a lo que en ese momento creían la “clase
intelectual”. Trasparentar los nombres, periodos y cantidades recibidas, le
llaman persecución, a tal grado ha llegado la arrogancia de una nueva
burguesía, que además declara públicamente que ese apoyo sirve “para no
preocuparse por los gastos de fin de mes” y que se justifica “con hambre es
imposible crear o escribir” porque su vocación depende del financiamiento
gubernamental. Repudian cualquier mención, la propuesta de renovar el FONCA es
un “ataque a la cultura, el arte y la literatura”, ese grupo no representa a la
cultura ni al arte, representa a los becarios, y la mayoría de ellos destacados
y permeados mediocres que han recibido varias veces esos apoyos únicamente por
estar relacionados con los jueces y las autoridades. Revelar el funcionamiento
del FONCA no es persecución, es trasparencia, en su enorme y convenenciera incongruencia
quieren un cambio en el poder pero no quieren que ese cambio les afecte en su
anquilosado beneficio. Recibir esas becas seis veces, y después continuar el
resto de su vida con un pago mensual no está plenamente justificado por el
mérito. Es autoritarismo pedir que el 8 por ciento del presupuesto de la
Secretaria de Cultura destinado para estas becas, sea manejado sin auditorías,
transparencia y rotación, sin una procuración real de excelencia y justicia, que
deje fuera a los enchufados para darle sitio a personas talentosas.
Ser
“creador” no significa ser inmune, es una decisión profesional que se debe
llevar con madurez social, y con los recursos legales que se aplican a
cualquier funcionario público, porque si reciben un pago del Estado entonces
deben ser tratados como asalariados estatales. Los becarios del FONCA piden ser
tratados como “iluminados”, ajenos al
sistema económico y social al que pertenecen y gracias al que están recibiendo
una mensualidad. El FONCA es un sistema corrupto, si piden que no cambie y no
se trasparente es porque son parte de la corrupción. Las becas las pagamos
todos con nuestros impuestos, entonces es un derecho social elegir a quiénes
debemos apoyar para crear “el arte, la literatura y la cultura” de este país,
mientras no sea así ya es momento de que sepan lo que es vivir sin becas.