Esa fotografía cambió el destino de esos niños, esa
fotografía denunció la política inhumana y cruel de Trump en contra de los
inmigrantes, esa fotografía consiguió que el mundo se enterara de un crimen
inenarrable. El fotógrafo John Moore captó a la niña hondureña de dos años de
edad que llora desesperada y desolada ante el gigantismo prepotente de los
guardias fronterizos. El fotógrafo Moore propició algo que a nivel
institucional o intergubernamental era imposible de lograr, la difusión de esa ominosa
imagen detonó la suspensión y la investigación de lo que hay detrás de esa
criminal política de castigo para los inmigrantes.
La fotografía de
Moore dimensiona la importancia del trabajo de los fotógrafos y la labor
periodística, la violación a los derechos que sufrieron durante meses esas
familias, esos niños, nunca hubiera cambiado sin esa serie de fotografías. Moore
ha trabajado en la India, Egipto, la frontera de México con Estados Unidos y
Sudáfrica, los trabajos que realiza para Getty Images tienen la carga social y
humana que hace que los acontecimientos trasciendan la estadística. El fotoperiodismo
va más allá de la documentación, es una forma de “ver” lo que sucede, de
anticiparse y prever a dónde se va a dirigir algo, estar alerta de en dónde se está
gestando esa imagen que va a definir un acontecimiento. La capacidad de síntesis
del fotoperiodismo está en que humaniza a los protagonistas, dando materia a la
descripción escrita. Al leer el reportaje de un desastre o a lo crónica de un
evento social, el acompañamiento de la fotografía culmina con la idea que nos
formamos de lo comunicado, sin esa imagen no tendríamos completa nuestra
apreciación y por eso la guardamos en la memoria.
Desde este espacio, y aunque sé que no lo va a leer, le agradezco
a John Moore por realizar esas fotografías y haberlas publicado en las redes,
por ser valiente y no dejarse intimidar por la presencia del poder, por vernos
como seres humanos, porque gracias a él y al trabajo periodístico de miles de
fotógrafos denunciando injusticias, ellos han provocado cambios como el que
acabamos de vivir, hicieron más que los gobiernos de los países de origen de
los migrantes, que han reaccionado con vergonzosa pasividad.
En la criminal política que emprendieron hace meses en
contra de la inmigración a Estados Unidos, han desaparecido miles de niños, y
es obvio que estas fotografías no solucionan esta tragedia, y sin embargo
hicieron el cambio. Es lo que sucede con el arte, no cambia al mundo, pero es
capaz de impactar y provocar reacciones sociales y humanas. Los fotoperiodistas
muchas veces ponen en riesgo su vida, y aun así continúan con su trabajo, en la
mayoría de las ocasiones los lectores no leen el crédito de la autoría de una
imagen, pasa en el anonimato, para la mayoría de ellos la recompensa es intima,
ver que su trabajo movió los engranajes de la justicia. Recordamos el hecho y la escena y no sabemos
quién hizo la fotografía, así es este trabajo, es esta ocasión podemos decir el
nombre John Moore, y que sirva para decir el nombre de todos mis compañeros
fotoperiodistas.