Politización demagógica, mediocridad descarada, recursos
públicos despilfarrados y utilizados en el mezquino objetivo encabezado por
Taiyana Pimentel como directora de la Sala de Arte Público Siqueiros. Los
largos años de su dictatorial trabajo han sido para exponer obras infra
inteligentes bajo la excusa de que abordan algún tema falsamente relacionado
con la obra de Siqueiros. Es incomprensible que las autoridades de la
Secretaria de Cultura nunca hayan reparado el daño sacándola del museo. La
única fuerza justa que puede actuar es la del tiempo, por fin se termina el
sexenio y con el cambio de gobierno quede fuera de los espacios del Maestro.

La más reciente exposición Tapete Lúcido es parte de lo que durante años ha mostrado como una
burla al Muralismo: dos sillas, un trapo colgando, una impresión de pésima
calidad de un tapiz, un video mal editado con fragmentos de la película Solaris, todo explicado con un folleto
de 40 páginas llamado “guía literaria” además de la cédula de sala. La reunión
de objetos “exploran conceptos que se practican fuera o en oposición de los
poderes dominantes”. Se requirieron los cerebros de dos artistas y el de un
curador para hacer esta instalación y entre los tres afirman que el Museo se
convierte en protagonista de la exposición porque “el pasamanos de cobre y las
columnas crecen intentando reclamar autoridad ante la ideología, los procesos
invisibles que ocurren en el espacio también forman parte de la obra” este trio
no ve las obras de Siqueiros, ven el pasamanos de la escalera, para ellos los
murales, el lenguaje, la construcción de una trayectoria es invisible.

Obviamente el museo es el protagonista y es indispensable porque esas cosas sin la
protección de la sala pierden su condición de arte, sino fuera porque los
museos se utilizan para propagar la estulticia de un estilo llamado “arte
contemporáneo” esas obras no cruzarían el
umbral de la puerta. El pasamanos de la escalera, que es un simple tubo de
cobre, para los tres “genios” tiene implicaciones invisibles y fantasmagóricas,
como la exposición misma, que habla del poder, como podría hablar de infinidad
de temas y reflexiones, porque aquí el único y gran poder es el de un estilo
artístico que designa como arte cualquier objeto al justificarlo con un
discurso hilarante y arbitrario.
En estos años han orinado en las salas, exhibido
hamburguesas, discos de vinil, billetes pegados en la fachada, cajas de madera,
un catálogo de mediocridades e insultos, en una campaña degradante y grosera,
desde la impunidad del puesto burocrático. El museo siempre vacío, sin público,
las oficinas y la biblioteca cerrada, los murales en mal estado, este espacio
sirve para que un grupo de burócratas incultos e inútiles cobren su nómina. El
significado y subtexto de todas las exposiciones que han montado durante estos
años en el SAPS es desvirtuar y destruir el legado de Siqueiros, ridiculizar al
Muralismo y usar ese espacio como un centro de degradación intelectual.