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Pasiòn en Iztapalapa, fotografìa de Javier Ríos |
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Pasiòn en Iztapalapa, fotografìa de Javier Rìos |
El mesianismo lanza predicciones y acusaciones, posee la
superioridad salvadora, enemigo del pragmatismo se envicia en el dogma que
profetiza en cada sermón. Nos ama, lo
que diga y haga es por nosotros, es un amor que condena, esclaviza y humilla,
seguirlo nos purifica.
El arte VIP predica desde su delirio de grandeza que
todas sus obras tienen una buena intención en la que debemos reflexionar, ellos
son salvadores y arregladores del mundo, encarnados en líderes espirituales, tienen
pulpitos, templos llamados museos, seguidores y miles de evangelizadores que
propagan su dogma en universidades, congresos, revistas y ferias de arte. El
performance ha llevado esta obsesión al cuerpo y sangre de los artistas VIP, el
castigo, el dolor, la degradación a la que se someten redime al arte, a los
infieles espectadores y a la sociedad, sus actos sadomasoquistas y crueles predican
la verdad en una reflexión que nos va a guiar en este valle de perdición.
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Marina Abramovic, performance |
Marina Abramovic, Hermann Nitsch, los Accionistas vieneses,
y una legión de pastores y pastoras VIP se han crucificado en actos artístico-proselitistas,
la histeria del auto castigo conmueve a los críticos de arte, los historiadores
y coleccionistas, que pagan sus pecados patrocinando esos sacrificios.
La secta
del arte VIP que se extiende en galerías de lujo exige para su labor becas y
diezmos, pide lealtad absoluta, cuestionarlos nos lanzará a un infierno sin premios
internacionales. Los enemigos de la fe crecen, legiones de incrédulos desilusionados por las exposiciones y los sermones
curatoriales demandan hechos no parábolas. Ante tal emergencia religiosa
convocamos a los artistas VIP a que en la próxima Semana Santa tomen un curso
intensivo en Iztapalapa y aprendan con disciplina real a personificar el verbo
de sus curadores. Paladines de la verdad sometan sus carnes y sus teorías al
ayuno, a la reclusión, pónganse el vestuario, bajo el sol inclemente carguen la
cruz de madera de una tonelada, los aten en ella y con ese dolor en el cuerpo, reciten
las teorías de Benjamin, Danto, Buys, y revelen al mundo que todos son artistas.
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Hermann Nitsch, performance |
Los propedéuticos en Iztapalapa son más intensos y exigentes
que los de la escuela VIP de Marina Abramovic, los creyentes se someten al
celibato, lecturas espirituales, encierros, pasan por votaciones populares,
nada qué ver con el postureo de los performanceros que empujan un bloque de
hielo o se desvisten con el aplauso de la crítica. Participen en la procesión
en medio de miles de personas, del griterío, la contaminación, es una prueba ya
no digamos física, se necesita estar entregado a una fe para soportar esa
tortura, y en cambio ¿qué hacen nuestras luminarias del performance? Ponen
postits en una pared, se orinan, se disfrazan, niñerías que se supone es el
“arte de nuestro tiempo”.
En Iztapalapa
hacen performance, no actos VIP en la limpieza del cubo blanco, con la
protección de patrocinadores, consentidos por las instituciones y las galerías.
Los becarios del FONCA sométanlos a ese rigor, en lugar de sus retiros de
alcohol y mariguana en hoteles de lujo con sus “asesores” envíenlos un mes a
recibir los latigazos y cocteles de vinagre, si de rigor artístico se trata,
tienen mucho que aprender en Iztapalapa y va costarle menos al erario.
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Hermann Nitsch, performance |