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Diego Gutiérrez, Sin Título |
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Sala del MAZ |
La terapia ocupacional, la hipocondría
creativa que miente, manipulando los síntomas como un disfraz que encubre la
verdadera patología: la deficiencia artística. La salud y sus metáforas es la única exposición en las salas del Museo
de Arte de Zapopan MAZ y está curada por Alan Sierra. Nunca el término
“curador” habría descrito tanto, porque el “curador” forma parte de los
gérmenes y bacterias de la enfermedad de esta selección de objetos y videos,
que deberían ser señalizados por un cerco sanitario. El concepto de la
exposición “es una postura crítica al dominio de la medicina”, con este
antecedente, las salas parecen la unidad de cuidados intensivos de un hospital
de charlatanes.
La imitación de la piel de un animal hecha
con “tiras adhesivas sanitarias”, la fotografía de unas manos con las uñas
pintadas con té matcha, videos con imágenes mal armadas y haciendo exacerbación
del ridículo o el morbo, un tapete de lana, telas anaranjadas, exprimidores
para fruta, fotos de performances para la sanación, un dedo de porcelana… un
cúmulo de objetos que en su torpeza y literalidad pretenden ser
“metáforas”. Las obras afirman en sus
cédulas estar sostenidas en investigaciones, abordan desde el stress hasta las
curas estrafalarias. La evidencia científica, lo que vemos en esta selección de
elementalidades pretenciosas, es que no alcanzan a ser ni una aportación
estética ni una tesis médica o social, son un diagnóstico de las limitaciones
de cada artista. Las obras son insensibles y superficiales, de artistas que
carecen de cuerpo, que ignoran la diferencia entre la salud y el padecimiento,
que nunca han estado enfermos o vivido la enfermedad de un ser querido. El
concepto curatorial y su cobarde crítica a la medicina no toca a la industria
farmacéutica y su criminal política de precios que encamina la investigación a
sus intereses, encareciendo falsamente los medicamentos.
La complejidad de estos objetos está al
nivel de las telenovelas con los hospitales de cartón, los enfermos maquillados
con ojeras, mientras los artistas y su “curador” discuten las decisiones del
“doctor”, temblando de agobio cuando va a operar a la heroína. Abordan grandes
temas y los contagian de su simpleza y de su infantilismo, los convierten en un
placebo, en un tónico curatodo, con descripciones teóricas que demuestran la
prognosis de un estilo artístico que no puede detener su agonía. El MAZ es un
recinto en grave deterioro y abandono intelectual, la experiencia científica de
ver esta exposición en este ambiente decrépito, es una radiografía interna del
estado comatoso del arte VIP, oxigenado con la respiración artificial de las
instituciones, las transfusiones de dinero oficial, alimentado con sondas que
suministran becas y marketing teórico. El día que le retiren la vida artificial
que le cuesta al contribuyente y tima a los coleccionistas, morirá un estilo
que nunca alcanzó la salud de la verdadera creación artística.
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Ramiro Ávila, Uñas pintadas con té matcha |
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Sala del MAZ |
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Shana Moulton,, Video |
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Franz Erhard Walther, Instalación |
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Daniel Steegmann, Instalación |