Ultrajaron su memoria, convirtieron sus restos en una
baratija, y agravando el insulto, pretendieron usar esa baratija para canjear sus archivos, que contienen el testimonio de su vida creadora. Esta profanación
ubica al arquitecto Luis Barragán en el plano internacional como comparsa
obligado de una “obra de arte hecha de con restos humanos”, ha dejado de ser un
artista, lo redujeron a un despojo que se manipula como basura. La aportación
de Barragán a la arquitectura mundial y a la identidad mexicana está rebajada
en souvenir funerario, depredada entre la telenovela de una familia y los
balbuceos incoherentes de una pseudo artista. La impunidad con la que atenta
esta patología social llamada “arte contemporáneo”, ha oscurecido la obra del
artista y sus problemas más serios: el descuido total de sus obras
arquitectónicas y el gran desprecio que las instituciones gubernamentales y
culturales tienen hacia los artistas y su acervo. El esfuerzo que hacen para
destruir al arte real, desde el aparato académico, los museos, las
instituciones, los teóricos y curadores del arte contemporáneo VIP queda
evidenciado con esta obra, centrando la atención en un anillo que simboliza el
exterminio del concepto de autor, y de la obra de Barragán en particular. El
extremo del cinismo está en el objeto mismo, la supuesta artista tramitó en
Suiza el proceso de hacer un diamante de laboratorio con cenizas, que desde el
año 2005 hace la misma empresa Algordanza con las funerarias J. García López y
que despacha en su sucursal de Guadalajara, Jalisco. Las instituciones
gubernamentales y los familiares, reencarnados en los personajes cómplices y
cobardes de los Caprichos de Goya, le
patrocinaron el engaño y la mandaron a pasear a Europa. Es tal la liberalidad
de la legislación de las cenizas en Suiza que se pueden hacer diamantes
“simbólicos” con cenizas de árboles, y ya que la pseudo artista sostiene su “obra” en mentiras, vale la pena
preguntarse de qué está hecho eso que veneran con fetichismo imbécil en las
salas del MUAC, velado por Medina, sepulturero-curador en jefe.
El argumento absurdo de que es un “anillo de compromiso”
para regresar los archivos Barragán a México sólo puede ser creído porque no
existe capacidad crítica frente a las burlas del arte contemporáneo VIP. Las
opiniones en masa han sumado artículos “esclarecedores”, siguiendo el juego a
esta violación oportunista, decía Kurt Schwitters que “todo lo que escupe un
artista es arte”, y ante un escupitajo no hay necesidad de argumentar su
validación, es lo que es. La cobardía acrítica de los alumnos de la Facultad de
Arquitectura de la UNAM, que no se opusieron a que se exhibiera este objeto, es
parte de la complicidad académica con una falsa expresión artística.
Agradezco públicamente a Federica Zanco y a su Fundación que
resguarde estos archivos lejos de la parentela y de nuestras instituciones,
evidentemente ella si sabe valorar su importancia. Espero que con esto la venta
de los servicios funerarios de J. García López crezca en alianza con el MUAC y
que enriquezca sus exposiciones. En una sala de exposiciones temporales los
clientes velarían a sus familiares convertidos en diamantes, se venden unos 60
al año. El Instituto de Enfermedades Estéticas
de la UNAM entregaría los certificados de autenticidad. En la sala exposiciones
permanentes, la UNAM y el gobierno adquirirían los planes todo incluido para
que inmortalice en diamantes a los involucrados que autorizaron y apoyaron este
esperpento, los coloquen en una calavera como la de Hirst, resignificados en
obras de arte VIP post mortem. La cédula la escribirá el sepulturero-curador
Medina, y debe iniciar citando el slogan de De
Beers, “el insulto es para siempre”.