jueves, 16 de marzo de 2017

XIPE TÓTEC, SANGRE DIVINA

 La Tierra es un altar que se alimenta con sangre y corazones humanos, se fertiliza con sacrificios, de la violenta unión amorosa surgen los seres humanos, el maíz y la vida. En la inmolación los dioses reencarnan en sus hijos terrenales. En el ritual del dios Xipe Tótec “nuestro señor el desollado” sucedía un combate con guerreros cautivos, el “sacrificio gladiatorio”, los vencidos eran desollados y los personajes importantes vestían con la piel de cada uno de los cuerpos, poseedores de la imagen del dios. El sacrificio humano era parte de la religión y la cosmogonía de las culturas prehispánicas, en un contexto filosófico y estético, la muerte ceremonial daba al cuerpo noción metafísica. 
 La exposición Xipe Tótec y laregeneración de la vida, en el Museo del Templo Mayor, es una investigación reveladora sobre el ritual del desollamiento propiciatorio de la fertilidad. Lo que habita en el Universo habita en la Tierra y en el cuerpo humano, la representación los atributos divinos era una experiencia carnal y estética. Los materiales para el arte nacen de la Tierra: barro, piedra, pigmentos, papel, el artista creador ofrendaba su obra. El cuerpo es un ente religioso, el valor sagrado del individuo lo hacía propicio a la inmolación. El arte participaba del ritual, la belleza de los códices, las esculturas y los templos manifestaban una mística tangible y sensible. Esculpir una piedra del sacrificio, modelar con barro las capas superpuestas de piel, las plumas, las hojas de zapote blanco materializaban la adoración más allá del acto ritual. Las esculturas son dos cuerpos, el sacrificador está cubierto por la fina dermis del desollado, el rostro recibía una máscara sangrienta, los artistas repetían el sacrificio, ellos mismos desollaban al barro y a la piedra. Los códices en la obsesión descriptiva de las características de los dioses, en ubicaciones abstractas, son mapas trazados con elementos simbólicos que vigilaban la integridad de la ceremonia. 
 Xipe Tótec fue recreado y mimetizado sin metáforas, con sacrificios, literatura, escultura, pintura. Durante la ceremonia se prohibía la nixtamalización, la acción de retirar la cascarilla del grano del maíz. Desollar es como nixtamalizar al guerrero, despojarlo de su “cascarilla” fertilizaba a la Tierra. No hay dicotomía, el triunfo es fundirse con el enemigo que propicia la unión con el dios, Xipe es la eternidad cíclica de lo que nace y muere, el arte perpetuó su voraz apetito. Nuestros dioses y nuestras raíces.