sábado, 18 de noviembre de 2017

MARGINALIDAD PRIVILEGIADA

Ai Weiwei  posed as Alan Kurdi, the drowned Syrian refugee toddler
 Las incongruencias de discurso en el arte contemporáneo VIP son un vicio demagógico. El activismo social y político de los artistas se ha implantado como un canon curatorial, las exposiciones y las obras sustentan su presencia en una agenda que incluye temas de género, sexismo, lucha de clases, racismo y todos los sinónimos de marginalidad. El racismo siempre ha existido en el arte, eso lo saben las mujeres artistas desde el inicio de la Historia, el rechazo y exhibición de esta injusticia no lo han hecho las activistas feministas, al contrario, ellas como cualquier político oportunista han generado una forma de vida de los asuntos de género, que a través del chantaje obtiene  becas y privilegios; la verdadera pelea está en las artistas talentosas con obras poderosas que demuestran con trabajo, no con panfletos, que son mejores que muchos hombres que están cotizados en los museos y en el mercado. 
Homeless installation by Willie Baronet 
 Los artistas y curadores activistas han publicado libros, manifiestos, realizado simposios y mediáticas protestas para denunciar su exclusión, porque dicen que sus obras no encuentran suficiente apoyo institucional ni del mercado y en realidad dominan el panorama artístico. La flagrante contradicción es que los abusos éticos, el desprecio ominoso por la civilidad y la nula valoración del trabajo artístico son parte de las obras con agenda activista. Los activistas artísticos manipulan a la perfección el discurso como una confrontación maniqueísta, basta con pertenecer a determinada clasificación de marginalidad para que la obra esté blindada ante la crítica artística, su bandera la hace infalible, es un arte de facciones, de los que están a favor o en contra. El activismo subsiste en prácticamente cualquier obra VIP, y es muy fácil saber por qué, es una trampa que les permite llevar hasta lo más degradante a la sala de exposiciones, con la excusa de la denuncia hemos visto vagabundos y refugiados en las galerías, animales abusados, violencia gratuita, símbolos racistas, pornografía y pederastia, el arte convertido en un circo de lo abyecto con la protección de la facción político-social. 
Artists from activist group Liberte Tate performance in Tate Britain 2017
Los artistas y curadores activistas se posicionan en verdugos privilegiados, literalmente al margen de los valores éticos más esenciales para llevar a la sala su prepotencia como forma de arte. Si el arte utiliza el mismo lenguaje y recursos del delincuente para denunciar un delito, entonces está delinquiendo. La virtud del arte radica en poseer su propio lenguaje para demostrar y recrear, manteniendo un equilibrio estético entre forma y significado. El arte VIP ha retorcido los fines del arte para convertirlo en un tribunal maniqueo y oportunista, que reduce la realidad en inocentes y culpables. El veredicto se decide en favor de lo que conviene a su imagen y proyección mercantilista. Los patrocinadores, el mercado del arte y las instituciones asociadas al activismo del arte VIP ven una forma efectista para lavar su imagen. Deshumanizaron al arte para politizarlo, reducirlo a la inmediatez de la mediática, un producto de desecho, sin trascendencia revolucionaria.   

martes, 14 de noviembre de 2017

AUSENCIA

 La ausencia es algo más que el vacío. En el vacío hay una plenitud de equilibrio, un espacio necesario, colmado de lo que no existe. La ausencia deja un hueco que denuncia la falta, la fustiga delimitando sus contornos. El vacío es una conquista, la ausencia es derrota, es el rechazo al tiempo y el espacio. La silla de Van Gogh, esa pintura tan vista y recurrida, es un autorretrato y es ausencia, el pintor que se niega y se describe abandonando a su propio ser, despidiéndose de quién es dejando el despojo del mueble que lo resguardaba con reposo y pertenencia. Pinta a la silla manifestando su inutilidad, él que ya no es, no necesita habitar un lugar, darle tiempo, el presente es lo único que tenemos, “Si todo el tiempo es eternamente presente, todo el tiempo es irredimible”, canta T. S. Elliot. El silencio del vacío es paz que reverbera en su consagración, el silencio de la ausencia es castigo, es la falta de lo esperado, saturado por la privación y el hambre. 
 En el Acantilado de Etretat de Gustave Courbet, la arrogante roca contempla la indefensión de la barca en la playa, su cuenca que valiente dió destino a su  pasajero yace ahí, sola, recordando que finalizó su historia, cumplió y ya no es necesaria, se queda desposeída, esperando el regreso, ser otra vez compañera protectora, ignora que el pasajero eso es, alguien que ha pasado sin mirar lo que deja. Courbet, sensual habitante del paisaje, que ama y provoca en voluptuosas composiciones, en esta obra pinta el desafecto, podemos pensar en un viaje largo, inconcluso sin motivo, porque viajamos para estar en perpetuo trayecto, abandonar la nave es renunciar a esa aventura de dar la vida al presente “el fin precede al principio” me recuerda T.S. Elliot. La realidad se transcribe en el arte, la obra interpreta lo que nos hostiga ingobernable, en la pintura, en la poesía se manifiesta y adquiera la profundidad del reposo que nos permite pensar. La obra es asimilación, el abismo de la ausencia se dimensiona. Los momentos dejan de ser densa privación, y permiten la contemplación, abrir  la mirada al espejo que no responde con  el rostro, y habla con la evocación simbólica, la vida es una experiencia condensada en claves y misterios.  
Llevar y guiar mientras se es guiado, el cuerpo son dos seres tan unidos que los sentimientos evitan los verbos, y nacen impregnados en la estancia del presente, el Caballo Blanco de Velázquez, levanta las patas delanteras, su cuerpo fuerte, hermoso, carga la ausencia de su jinete. La pareja cómplice, que se sabían en su fuerza y entrega, está fragmentada, la silla y las bridas son docilidad amatoria que ofrece su poder al que monta, lo hace más que humano, lo eleva en arma, guerra, aventura o baile. Desorientado, sin camino, para él no hay a dónde ir cuando va solo. Vaticina el sabio poeta “En el comienzo está mi fin”, el jinete desciende, dejando su sudor en la silla, el reflejo de la presión de sus piernas, es el final, el caballo  se alza orgulloso, doliente, mutilado.  

miércoles, 8 de noviembre de 2017

CENSURA O ÉTICA

Huang Yong Ping's “Theater of the World” (1993) Realizada con insectos y reptiles vivos, encerrados sin alimento para que se devoren entre ellos mismos. 
Perros incitados para pelear, que se persiguen con violencia, animales encerrados en una caja para que se devoren unos a otros, cerdos vivos que son tatuados abusando de su cuerpo. Son las obras que retiraron de la exposición sobre arte chino posterior a los años 80’s en el Museo Guggenheim de Nueva York. La decisión no fue voluntaria,  fue consecuencia de más de 500 mil firmas de protesta por el alarde de crueldad en contra de los animales y por promoverlo como forma de arte. Los artistas VIP insisten en que los animales no merecen el respeto a sus derechos, ni a la integridad de no ser utilizados para la diversión y exacerbación de las patologías que hoy llaman obras de arte. La constante presencia ominosa de estas obras denuncia la falta de ética en el arte VIP, (video, instalación, performance) y la impunidad teórica e institucional con la que operan. Cómo es posible que estas supuestas obras de arte, porque no son arte, hayan llegado hasta la exhibición, significa que pasaron todos los filtros, desde el consejo del museo hasta el de los patrocinadores, que nadie tuvo la decencia y el valor de denunciar que eso no era arte, que era un delito y oponerse a su exhibición.
Los artistas VIP, como siempre, encabezados por ese publicista ególatra Ai Wei Wei, clamaron que era censura, lloraron, protestaron y alegaron que el arte tiene permiso para delinquir, violar las leyes y que estaba por encima de la ética. De ninguna manera el arte es una actividad que tenga permiso de destruir nuestros valores éticos, eso lo pone al nivel del narcotráfico, y de las actividades más deleznables que tienen a nuestra sociedad hundida en el oprobio moral. El reclamo de censura por parte de los artistas VIP  hace más vergonzosa esta situación, que esgriman su derecho a ejercer la violencia y la crueldad encubriéndose en ese degradado concepto de “libertad de expresión” los equipara a los racistas y supremacistas blancos que afirman que sus manifestaciones deben ser protegidas por la “libertad de expresión”.

Si el arte puede hacer eso, entonces ¿en dónde quedan la delincuencia y todos los delitos que si persigue la ley? ¿Hasta dónde pueden llegar si en un museo están permitidas y promovidas la violencia y la crueldad? La ética está violada y el aspecto estético también es obsceno, sabemos que el arte VIP le adjudica teorías a absolutamente cualquier cosa y la convierte en arte, estas obras no demuestran ninguna aportación estética. No existe un argumento social o estético que soporte la presencia de estas obras y su cobardía, porque eso mismo lo podrían hacerse los artistas, es decir: si quieren perros peleando que los artistas se peleen, se muerdan y lo graben en un video; si quieren tatuar animales que se tatúen todo el cuerpo, y se metan en jaulas y se devoren entre ellos. El resultado de esas obras tampoco sería arte, pero no estarían abusando de un ser  vivo inocente y sufrirían lo que los animales padecieron.  

jueves, 2 de noviembre de 2017

EL AZAR


El azar es la búsqueda de lo improbable, pedimos, deseamos, esperamos sin saber y sin embargo lo hacemos porque creemos que merecemos obtener lo que flota en la arbitrariedad del destino. La excitación del azar está en que ganar es más de lo imaginado, desde el inicio el miedo acompaña a la incursión, insistiremos hasta conseguir eso que no tenemos. El jugador rechaza los designios del destino, él cree que los dioses se han equivocado y que aciertan cuando él gana, los contradice con cada apuesta, les demuestra que está ahí lanzando los dados y que caerán en el sitio correcto porque su fuerza es más potente que la realidad.  ¡Lotería! Un Mundo de Imágenes es el libro del Arquitecto José Enrique Ortiz Lanz que desarrolla una investigación sobre la iconografía del juego de la lotería y la historia de cómo la suerte lo trajo de Europa a nuestro país.
 La magia es la guardiana cómplice del azar, lo protege en su oscuro viaje, las imágenes son un tarot sin revelaciones, símbolos alquímicos que nuestra incredulidad por el presente llevó hasta el imaginario y falso juego de cambiar nuestra circunstancia. El sol, la luna, el colgado, un hombre, una mujer, simbolizan a la fortuna o la desgracia, la lotería, a diferencia de un tarot, tiene la trampa de la suerte que puede alterarse o convocarse. Sueños, números, figuras, predicciones, el paganismo temerario, desobedece a la fatalidad, jugar es buscar la profecía y convocar a las coincidencias. 
 La investigación de Ortiz Lanz llega hasta las loterías contemporáneas, que pierden la esencia arcana y divagan en el oportunismo sin misterio de las “cuestiones de género”. La lotería es una representación de nuestro sensible miedo al futuro, de nuestra obsesión de adelantarnos y cambiar lo que no conocemos, para prevenir sufrimientos, para conseguir recompensas inalcanzables. La realidad es incomprensible, estamos en el presente reaccionando, en un juego como la lotería las figuras conducen a una solución o fortuna que se escabulle, lo que ese juego dé a nuestro favor, es una afirmación, de que el porvenir puede cambiar. La contradictoria curiosidad humana busca protección y riesgo, apostamos y en la orilla del abismo deseamos el instante providencial que evitará la caída y nos dejará el regalo anhelado. 
 En este juego de figuras están presentes los pocos elementos que habitan nuestra realidad, y a través de ellos habla el oráculo que cambiará la dolorosa o insuficiente vida que tenemos, de esa vaguedad estamos seguros. A ganar, apuesta hasta el que en apariencia todo lo tiene, compite en el infinito azar con el que sobrevive a su miseria, la suerte, siempre injusta, siembra perdedores que reiniciarán en su esperanza. Dice Horacio “Dios, en su prudencia, recubre el futuro de espesa noche, y se ríe del mortal que lleva su inquietud más allá de lo debido”, esa es nuestra condición de ciegos mortales,  jugar, creer y buscar sin escuchar la risa de los dioses.