domingo, 21 de mayo de 2017

INSERVIBLE

Carel Fabritius, El Jilguero
El arte no es progreso y esa es su virtud. El progreso se mide por alcances económicos, sociales y políticos, es un avance que proyecta poder, elimina al pasado e invade el futuro. El ritmo del progreso es frenético, devastador, erige su propio altar para adorarse. El arte utiliza el tiempo en un gesto, una palabra, un color, en contemplación o en nada. La presión que el arte sufre para ser “actual y con las preocupaciones de nuestro tiempo” ha desvirtuado su trayecto, lo conduce a los objetivos redituables del progreso. El arte es y debe ser antiproductivo, antiprogresista y antiactual. El arte es y debe ser bofetada violenta, contradicción, reiteración y silencio. El arte es antiprogresista, su principal virtud es el fracaso, el error, la dilación, la despreocupación con el futuro, la obsesión con el pasado. El pragmatismo del progreso no existe para el arte, las estadísticas, los índices de crecimiento, las metas no describen una actividad con una sola búsqueda que tal vez nunca alcance y que, esa será su virtud.

El optimismo progresista, que exige resultados se fractura ante la obra de arte, que se concluye en la insatisfacción y la zozobra de lo que no fue. La única autoridad del arte es el talento, la relación con los materiales, la necesidad de decir y plasmar un tema que manifieste una remota certeza de la existencia. La autoridad del poder gobernante es la que determina qué y cómo debe ser el progreso. La realidad es irrelevante para el arte, el realismo es una ficción que sucede bajo las condiciones de su lenguaje, en la tiranía individual, imperfecta y sin consecuencias de una emoción. La realidad es un punto de partida sin reflejo en el arte, en el momento que sea trasladada desaparecerán su apariencia y su circunstancia, sometidas a la coherencia de un lenguaje que no quiere diálogo. La dirección del progreso es lineal, la del arte es un círculo que se escarba de tanto andar, que conduce a ningún sitio y profundiza en lo que no se ve. Antiproductivo y sin reivindicaciones, su única causa es la obra misma, y esa puede ser fallida y esa será su virtud. Las obras de arte apegadas a la actualidad, no son arte, son voceros de una ideología. La actualidad y la realidad no transitan en la obra, el arte tiene presente, que es el tiempo de la contemplación y la creación, y tiene una realidad que nunca sucede. La imitación total y la recopilación de esa actualidad no es arte, es propaganda, y es incapaz de confrontación crítica.

El arte es antiproductivo, sin consenso, ni empatía, se realiza en soledad desde la posibilidad del rechazo. Los países no miden sus índices productivos con el arte, un poema no es una carretera, es un capricho sin consecuencias, si nadie lo lee y se pierde, entonces, tal vez sea un buen poema. El arte no progresa, permanece estático, escuchando sus voces, silenciando las imposiciones. El arte es, y debe ser fracaso social, la antítesis del capital humano, un desperdicio que nos abre a la noción de belleza, y la belleza no es actual, no es progresista, no es productiva, es la infinita y grandiosa nada.  

sábado, 6 de mayo de 2017

LA BARATIJA

Arte post mortem, obra de Eko, su sitio aquí
 Ultrajaron su memoria, convirtieron sus restos en una baratija, y agravando el insulto, pretendieron usar esa baratija para canjear sus archivos, que contienen el testimonio de su vida creadora. Esta profanación ubica al arquitecto Luis Barragán en el plano internacional como comparsa obligado de una “obra de arte hecha de con restos humanos”, ha dejado de ser un artista, lo redujeron a un despojo que se manipula como basura. La aportación de Barragán a la arquitectura mundial y a la identidad mexicana está rebajada en souvenir funerario, depredada entre la telenovela de una familia y los balbuceos incoherentes de una pseudo artista. La impunidad con la que atenta esta patología social llamada “arte contemporáneo”, ha oscurecido la obra del artista y sus problemas más serios: el descuido total de sus obras arquitectónicas y el gran desprecio que las instituciones gubernamentales y culturales tienen hacia los artistas y su acervo. El esfuerzo que hacen para destruir al arte real, desde el aparato académico, los museos, las instituciones, los teóricos y curadores del arte contemporáneo VIP queda evidenciado con esta obra, centrando la atención en un anillo que simboliza el exterminio del concepto de autor, y de la obra de Barragán en particular. El extremo del cinismo está en el objeto mismo, la supuesta artista tramitó en Suiza el proceso de hacer un diamante de laboratorio con cenizas, que desde el año 2005 hace la misma empresa Algordanza con las funerarias J. García López  y que despacha en su sucursal de Guadalajara, Jalisco. Las instituciones gubernamentales y los familiares, reencarnados en los personajes cómplices y cobardes de los Caprichos de Goya, le patrocinaron el engaño y la mandaron a pasear a Europa. Es tal la liberalidad de la legislación de las cenizas en Suiza que se pueden hacer diamantes “simbólicos” con cenizas de árboles, y ya que la pseudo artista  sostiene su “obra” en mentiras, vale la pena preguntarse de qué está hecho eso que veneran con fetichismo imbécil en las salas del MUAC, velado por Medina, sepulturero-curador en jefe.
El argumento absurdo de que es un “anillo de compromiso” para regresar los archivos Barragán a México sólo puede ser creído porque no existe capacidad crítica frente a las burlas del arte contemporáneo VIP. Las opiniones en masa han sumado artículos “esclarecedores”, siguiendo el juego a esta violación oportunista, decía Kurt Schwitters que “todo lo que escupe un artista es arte”, y ante un escupitajo no hay necesidad de argumentar su validación, es lo que es. La cobardía acrítica de los alumnos de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, que no se opusieron a que se exhibiera este objeto, es parte de la complicidad académica con una falsa expresión artística. 
Agradezco públicamente a Federica Zanco y a su Fundación que resguarde estos archivos lejos de la parentela y de nuestras instituciones, evidentemente ella si sabe valorar su importancia. Espero que con esto la venta de los servicios funerarios de J. García López crezca en alianza con el MUAC y que enriquezca sus exposiciones. En una sala de exposiciones temporales los clientes velarían a sus familiares convertidos en diamantes, se venden unos 60 al año. El Instituto de Enfermedades Estéticas de la UNAM entregaría los certificados de autenticidad. En la sala exposiciones permanentes, la UNAM y el gobierno adquirirían los planes todo incluido para que inmortalice en diamantes a los involucrados que autorizaron y apoyaron este esperpento, los coloquen en una calavera como la de Hirst, resignificados en obras de arte VIP post mortem. La cédula la escribirá el sepulturero-curador Medina, y debe iniciar citando el slogan de De Beers, “el insulto es para siempre”.


lunes, 1 de mayo de 2017

EL DRAGÓN Y SU FURIA

Kill an emoji, de EKO, para ver su obra aquí
El Rey Lear, la tragedia de Shakespeare, desata el conflicto cuando el rey pretende dividir su reino entre sus tres hijas y para decidir les pide que describan el amor que sienten por él. Las descripciones de Gornelia y Regan, se asemejan a los Sonetos del escritor, involucran los sentidos, el compromiso, contienen las virtudes del amar. La más joven, Cordelia se preocupa  al verse incapaz de alcanzar la elocuencia de sus hermanas, aterrada no sabe cómo explicar a su padre ese amor. Lear le advierte que su parte del reino es la más rica, y le pregunta “¿Qué puedes decir que merezca un tercio más rico que el de tus hermanas?” Cordelia afirma: “Nada”, simplemente ofrece consagrar su vida a amarlo. Encolerizado confunde su sinceridad con un corazón insensible y la despoja de su herencia, entonces el Conde de Kent trata de calmarlo y Lear responde “No te interpongas entre el dragón y su furia”.
La descripción de los sentimientos y especialmente la del amor es y ha sido un reto de la inteligencia y del arte durante millones de años. Hasta ahora, que ya no es necesario. La poesía, novela, se han obsesionado con iluminar esa oscuridad. La música, las artes plásticas, la danza, han investigado en la infinita posibilidad de manifestar el amor. Describir nuestras emociones nos obliga a generar palabras, metáforas, actitudes, gestos, somos un cúmulo de acciones encaminadas a exponer lo más sensiblemente posible lo que nos embarga.
Eso sucedió hasta que el marketing, los psicólogos y la mediocridad se confabularon para posicionar los emoticons y los emojis. Los círculos amarillos con ojos son ahora la nueva versión de nuestro bagaje emocional, según los psicólogos, el cerebro cambió con su aparición y ahora con ver estas pegatinas digitales reaccionamos igual que ante un rostro real, humano. Las nuevas generaciones pueden sustituir el contacto físico de un rostro, infinito en sus matices, con la unidimensionalidad de estas pegatinas, y peor, es suficiente para describir lo que sienten. El dilema que desata la tragedia de Rey Lear se resuelve hoy en día con un emoji. 
Nos merecemos la monstruosa cultura que hemos generado, nos merecemos estar rodeados de esta zafiedad y además tener un aparato de “estudiosos” y marketeros que convencen a la población mono neuronal de que eso son sus emociones y que su cerebro así lo acepta. La gente que con eso se satisface no necesita la poesía, ni el arte, mucho menos le interesa saber el dolor que Proust sentía ante las líneas que escribía, esa gente es del tamaño de un emoji. El cerebro de estas personas no ha evolucionado, al contrario involucionó, ha reducido drásticamente su vocabulario, su capacidad de auto observación y análisis, su riesgo ante la sinceridad, su calidad y cualidad de ser verdaderos, su entrega. La gente ama menos, porque siente menos, no se involucra en algo esencial: decirlo y asumirlo. Esos merecen tener como pareja un emoji, vivir con él y morir juntos como una aplicación obsoleta.