A pesar de las críticas a la autoridad y las reglas que
imponía, la formación rigurosa se estableció como una norma, las discusiones
estéticas existían dentro de la importancia de la maestría y del
arte como un hacer relevante y trascendente. La autoridad de la Academia se fue
deteriorando en la medida que las revoluciones sociales le dieron un escaparate
ideológico a la libertad, lo que fuera en contra del axioma “libertad” estaba
equivocado. La degradación de la educación artística comenzó con el desprecio
del término “académico”, exigir el dominio del dibujo “académico” se vio como
esfuerzo obsoleto y castrante para la creatividad.
El resultado son generaciones completas de pintores que no
saben dibujar; lo mismo sucede con la composición, la obligación de crear un
orden en el planteamiento del lienzo, abstracto o figurativo, es materia
desconocida en muchos pintores desde la sobre valorada Ruptura. La evolución de
la Academia y el academismo es una burla, hoy pertenece completamente al
sistema de las universidades y museos, no existe como un grupo alterno, es el grupo. Desde el reproche a su imposición estética se
ha regresado al mismo punto con una gran pérdida: no hay una búsqueda de la
calidad artística.
La
nueva Academia VIP la forman un conjunto de burócratas de la retórica y la
moda, desprecian la formación estricta y el respeto a ciertos cánones estéticos
pero están imponiendo otros: el panfletarismo, el efectismo, la sobre
verbalización de las obras, y el soporte ideológico de toda expresión que
consideren “novedad acorde a nuestro tiempo”. El academismo VIP es más
beligerante y absolutista que el antiguo, todo lo que esté relacionado con la
maestría del objeto artístico es rechazado por anacrónico, disciplinas como el
grabado o la escultura son marginadas mientras llaman arte a cualquier objeto
que este sostenido en teorías. El absolutismo ideológico regresó con el
academismo VIP, la diferencia es que lo sublime se cambió por lo estulto, la
belleza por el kitsch, el esfuerzo por el facilismo. Derribar a las
instituciones se ha convertido en una actividad ociosa, sus miembros destruyen los
cimentos, el oportunismo que alberga a la mediocridad para acarrear el aplauso
de la mayoría no es exclusivo de la política, también participa el arte. La
apabullante abundancia de mediocres es la sangre joven que sorben los sedientos
burócratas de la Academia VIP.