¿Qué es el arte? Hoy que todo es arte, curadores, artistas,
galeristas, ninguno alcanza a definirlo. Según Aristóteles una definición
contiene la “esencia de esa cosa”, la definición existe para darle claridad,
significado y realidad a algo. En medicina si el enfermo puede describir lo que
siente o padece, la enfermedad existe. Si el arte es algo indefinible para un
grupo, entonces no existe y no es arte. Anselmo de Canterbury en su prueba
ontológica de Dios dice que si se puede tener en el pensamiento la idea de Dios,
por grande que éste sea, es porque parte de una realidad y entonces existe. Si
los curadores, artistas y expertos carecen de una idea del arte, entonces el
arte no existe.
Es contradictorio que en un estilo artístico como el
contemporáneo VIP que se esfuerza en explicar, clasificar y aplicar
terminología a cada obra, objeto y manifestación para insertarla en cientos de
categorías que le den lugar a todo, todo lo que el artista haga, no puedan
englobar ese todo en una idea clara. De hecho con cada obra inventan un término
y una categoría. Las partes están siempre sobre verbalizadas y el todo carece
de verbalización, en un estilo en que la obra es básicamente verbal porque
nunca es lo que representa y se atiene a una explicación o una ontología que le
da otro sentido y razón de ser que presencialmente no demuestra. Esta debilidad
del estilo VIP es como una enfermedad en la que los síntomas están
exhaustivamente descritos pero los expertos nos saben qué es, cómo funciona y
aun así la “curan”. Los curadores curan un arte que no pueden definir.
Lo indefinible es un principio metafísico que se aplica a lo
que no alcanzamos a comprender o que no podemos describir, como dios que es
ilimitado, puede ser miles de cosas y sin embargo no es nada, no tiene forma,
presencia o función clara. Hay definiciones que son “explicativas” que sirven
para conceptos “imperfectos” pero tampoco dan una explicación ni de por qué eso que exponen tendría que ser arte,
aunque según ellos expliquen qué es eso.
Atendamos este diálogo: “¿Eso es arte?”. “Si, es arte”. “¿Qué es eso?”. “Es una
instalación de latas de aluminio que representan una metáfora y una acumulación
escultórica”. “Entonces ¿Qué es el arte?” “Eso no se sabe, cambia, no puedo decirlo,
es indefinible…” y así se puede seguir con las razones de no saber. La obra tiene un significado arbitrario y el arte carece de significado. La cuestión
es ¿cómo designan eso como arte sin
ser capaces de decir qué es el arte?
El relativismo de lo indefinible protege del error no sólo a
los artistas, también a los curadores y expertos. Sin decir qué es han logrado hacer un todo que siempre
es inclusivo, cada parte u obra es aceptada como arte porque el todo que
asimila carece de límites o jerarquías, de esta forma siempre aciertan en decir
que lo que hacen es arte. El problema surge cuando este relativismo de los
especialistas que señalan cualquier objeto como arte, se enfrentan a dar una
definición que sea válida para las obras que no tienen las características del
arte contemporáneo VIP, es decir, obras con claros objetivos, obligaciones
técnicas, jerarquías de valores estéticos y temáticos que, además, ya han
pasado por un largo trayecto de prueba y error, que como en la ciencia, se
traduce en evidencia que es la obra misma. Aquí el relativismo no funciona porque
la verdad del objeto está presente en el objeto mismo y no es posible acuñar
una definición que funcione para las dos vertientes sin caer en una
contradicción.