![]() |
Grabado sobre un tema de medicina del siglo XIX. |
“Exagerada sensibilidad, apasionamiento de las ideas
religiosas o políticas, amores platónicos, inclinación al suicidio, sentimientos
heroicos y hasta ideas científicas” son algunas de las características que comparten
los criminales epileptoides y los creadores artísticos, los “hombres de genio”
según el psiquiatra y criminólogo Cesare Lombroso. En 1872 publicó su infundada
teoría sobre la creatividad que llamó Genio
e Follia, Genio y Locura. Al
criminalizar la creación artística y convertirla en una patología implantó un
estigma social. Aseveró que todos los genios son degenerados y con su obsesión
antropomorfa definió sus características físicas desde estatura, masa muscular,
fertilidad, comparando los cráneos de varios personajes como Dante, Kant y
Volta. La personalidad creativa se manifestaba como un desorden neurótico. Afirmó
que la psicosis y degeneración del hombre de genio era una consecuencia de la
excesiva actividad intelectual. Fue tal la aceptación de esta difamatoria idea,
que mantuvo un diálogo con León Tolstoi para analizarlo, decía que compartía el
“aspecto degenerado” de Sócrates, Ibsen y Darwin. Este encuentro quedó en los
diarios de Tolstoi y años más tarde en su novela Resurrección en la que discute las teorías criminalísticas de
Lombroso ubicándolas en el terrible sistema penitenciario ruso.
El impacto de
Duchamp con su urinario partió de que cualquier objeto prefabricado podía ser
arte, entonces el “creador” sobraba y, cumpliendo los sueños de Lombroso, la
figura del genio volvió a quedar desacreditada. Las especulaciones de Lombroso
sobre la creatividad se desecharon posteriormente porque carecían de método
científico y por la fácil arbitrariedad con que la psiquiatría inventa y
contradice sus propias ideas, pero continuaron en la memoria colectiva que
estigmatizó la creación como forma de vida. Aunque el genio es resultado del
trabajo duro, el análisis y la disciplina como definió Abraham Maslow (1963)
“El genio es 1% inspiración y 99% transpiración”, la condena para el trabajo
artístico se mantuvo como uno de los pilares del arte VIP. Con la misión de terminar
con “el culto al genio individual que innova y hace de la creación un acto
heroico” acabaron por estatuto con la realización de la obra, con la
originalidad y la valoración del talento. Las teorías del arte en contra de la
creatividad y la originalidad reducen el trabajo artístico al reciclaje de
ideas, la apropiación, el readymade. El arte deja de ser una propuesta y se
convierte en información. La unión entre las dos formas de criminalizar la
creación, la de Lombroso y el arte VIP, está en que hacer la obra, dedicarle la
vida al arte, confrontar los aciertos y los fracasos detona emociones,
conflictos personales y determina la existencia. Si la obra es la higiénica
idea de que todo es arte, se acaban las complicaciones. Las obras se resuelven
con un instructivo teórico, sin la necesidad de que el artista comprometa en
eso su vida: Relax. Life is Easy.
Anatemizar,
establecer límites a la creatividad nos remite a ese genio que la ciencia ya
vigiló como un ser enfermo y permite que los rangos de exigencia no existan. El
talento no es un regalo divino, realizar obras que marquen al individuo y a su
tiempo no es un acto de prestidigitación que se deba perseguir como la
Inquisición hizo con la herejía, el talento es formación, simple trabajo, constancia
y cotidianeidad. Lombroso dice que la masa no rechaza al talento por
mediocridad o envidias rivales, es porque esta admira el sentido común que anda
por caminos ordinarios y conocidos, por los que el genio se niega a andar, “el
hombre que crea nuevos mundos tiene más enemigos que el hombre común”. En eso
también coincide con el Arte VIP que condena andar por otros caminos. La
ciencia y la tecnología apoyan el talento, buscan la innovación, retan al
conocimiento, y en cambio el arte VIP se regodea en sus limitaciones, se jacta
de su repetición y alardean de la nula formación artística. Han convertido en
arte a las ideas arbitrarias como Lombroso llamó ciencia a sus elucubraciones.
La diferencia es que el criminólogo ya es obsoleto para sus colegas y la academia sigue sosteniendo al arte VIP.
PRECISIONES:
PRECISIONES:
El Arte VIP no es una generalización, es una precisión. Video,
Instalación, Performance.
Es una generalización es llamar “contemporáneo”
a una corriente artística que basa sus obras en propuestas de hace un siglo y que
designa dentro de este término a todo lo que se pueda sujetar a su retórica.
El pasado es lo mejor para el Arte VIP, sus obras son la
repetición sistemática de una sóla obra que además ya tiene un siglo de edad. Y
lo mismo sucede con el video y el performance, son repeticiones y copias de sí
mismas, y que se lo digan a Douglas Gordon robando programas de tv de los años
60’s y películas de Hitchcock, etc.
El Arte VIP condena andar por otros caminos: condena a la
crítica. Condena si no utilizas sus métodos, pone fuera de los museos lo que no
sea susceptible de su retórica y de su categorización de lo “contemporáneo” y
por eso ha condenado la autoría y ha hecho del trabajo individual un estigma.
Uno de los pilares del Arte VIP para sostener que exista la
apropiación, el readymade, y la no realización de la obra es atacar el trabajo
autoral, la invención y la creación individual, por eso no respetan los derechos
de autor, y hacen del trabajo de otros artistas un readymade.
El Arte VIP continúa y materializa las ideas de Lombroso. Las obras que en su momento quemó el régimen nazi siguen hoy fuera de los
museos con los mismos argumentos de entonces y esos argumentos los utiliza el Arte VIP.