sábado, 28 de diciembre de 2013

SONRÍE, SON 20 MILLONES.

 Felices y brillantes como un millón de dólares. En esta versión de Art Basel Miami 2013 es más interesante ver a la gente que a las obras. Es la pasarela para desfilar y ligar algún millonario, si los engañan los galeristas, qué se puede esperar de este personal con el botox y las prótesis en su sitio. Los padres que leen libros de pedagogía traen a sus hijos hiperactivos en carritos que parecen instalaciones de arte povera, estorbando y peleándose por el espacio con la artritis prematura de los aristócratas del dinero que se pasean en andaderas con ayuda de sus guardaespaldas. El próximo año deberían hacer los pasillos más anchos y las galerías más chicas, las obras disminuyen de tamaño y en cambio el público crece. Los zapatos de drag queen y el champaña hacen aun más lento el tráfico.

El público viene aquí como a un freak show, se fotografían en frente de la bicicleta cargada de ladrillos de Héctor Zamora “Brasil” que el primer día la vendieron en 18 mil dólares a un comprador compulsivo que en 15 minutos adquirió 11 obras. La galería Tang de Beijing exponía de Wang Yuyang la recreación completa de una oficina en la que todos los objetos, cajas, teléfonos, muebles, estaban hechos de hule y aparentaban que respiraban, un catálogo de efectos especiales que podrán estar en una película serie b para la televisión y que funcionan como arte porque aquí vienen a comprar no ha disentir o por lo menos usar el criterio. 
 En el club del millón están los que ya se decidieron por ser decoración y no meterse en los conflictos teóricos sobre el proceso de la obra y el significado, las obras más caras podían estar de adorno en un centro comercial: Kusama no evoluciona y sigue con sus flores gigantes de colores y diseño infantiloide en 850 mil dólares. Las mariposas y los insectos de Hirst ahora presos en un espejo, en 3 millones de libras, creo que varios compradores padecen entomofobia porque no se vendió. Raqib Shaw con una pintura circular de orgiástica composición, con la influencia fantástica de la India, 1 millón 500 mil dólares. Anish Kapur que ya es un valor seguro para recuperar la inversión de poner un stand, tenía en varias galerías sus famosas piezas de acero cóncavas, cada una en 1 millón 30 mil dólares. 
 El kitsch de un parque de diversiones está en los juegos, premios y suvenires, si le atinas al tiro al blanco te regalan un oso de peluche, Koons ha tenido éxito vendiendo cara la vulgaridad y convirtiendo el mal gusto en símbolo de estatus, un elefante de metal de colores en 20 millones de dólares. La gente se fotografiaba junto a él y sonreían con el brillo de su precio. Las impresiones digitales y panfletarias de Barbara Kruger, parece que las compran porque las consignas les dan atmósfera de compromiso y dejan de ser un simple plagio impreso, las grandes en 3 millones 500 mil dólares.
También había obras de bajo costo para compradores de menos presupuesto, entre las que más llamaron la atención por sus posibilidades de ser reciclada cuando esta burbuja se rompa, estaba la obra de Martin Creed, ese fabricante de chistes visuales, una pirámide de rollos de papel de baño y una serie de dibujos que demuestran su nulo talento, en 90 mil euros. Si consideramos que esta pieza apareció en casi todos los medios, está más que justificado el sacrificio de la galerista de ir al Wal-Mart a comprar los rollos de papel y montar la “escultura”. Al cuestionarla sobre la posibilidad de que Creed “hiciera” otra pieza y la volviera a vender, dijo que era imposible, que ella misma garantizaba que era pieza única, la estética de los gerentes de supermercados dicta en el arte. La feria aportó pocas novedades, son prácticamente los mismos artistas, ofreciendo sus obras de siempre, la mayoría tiene una sola pieza que hacen en diferentes versiones, como los neones de Tracy Emin o las fotos de Cindy Sherman disfrazada. Es evidente el lugar de confort en el que se encuentran así que no es necesario que traten de aportar algo dentro de sus rangos mínimos de producción, porque tienen la protección servil de la abúlica crítica que se traga lo que sea como arte, esa crítica que se jacta de su ridícula erudición y que es lo único barato en esta feria, tanto, que con una propina se conforman.  


sábado, 14 de diciembre de 2013

MONEY IS FUNNY.

La vida es injusta, a unos les da todo, y a otros los obliga a llevar una triste y gris existencia. Heredar es un gran sueño, saber que el destino está confabulado con la genética para no tener que buscarse el sustento. Estirar la mano y recibir el cofre del tesoro. Estar en el despacho del notario y escuchar la frase “Lego los derechos sobre mi obra a mis descendientes para que hagan con ella lo que les venga en gana y sean muy felices” es la aparición de un ángel dorado que te dice “eres el elegido y esto es tuyo”. 
 Indudablemente que son privilegiados los herederos de los derechos de la obra de Frida Kahlo y el trust que la cuida, la comercialización escandalosa y vulgar que hacen de la vida, obra e imagen de la artista es un exitoso negocio que la ha convertido en un cartoon, en un Mickey mouse que exprimen y cada día le sacan más dinero. Lo pueden ver en el sitio Frida Kahlo Corporation, que tiene la exclusiva para comercializar la imagen de Frida en toda clase de productos, su dueña es Isolda Kahlo la sobrina de la artista, que hace este negocio por “devoción y admiración”. Quién lo iba a decir, Frida tan combativa y rojilla está reducida a souvenir capitalista. En el museo ubicado en el antes Naval Training Center en San Diego, California están exhibiendo lo que ellos llaman The Complete Frida Kahlo. Her paintings. Her Life. Her Story.  Exponen 123 copias de obras de Frida, pintadas por cinco artistas chinos, en medidas originales e imitando “el mismo estilo en el que Kahlo las pintó”. Ya nada más faltaba que estos falsos fueran diferentes, y sin embargo lo son. En la mayoría de los cuadros la pintora parece hombre, la paleta no es la misma, y ni siquiera las proporciones de la composición están respetadas, pero esos detalles al Banco de México y el Trust de los Museos Diego Rivera & Frida Kahlo, los tienen sin cuidado, ellos mismos autorizaron que este fraude descomunal, y que esta denigrante comercialización fuera posible. Un matrimonio que “vivía aburrido con su dinero y sus dos Ferraris”, decidió mandar hacer estas copias en China y los encargados de cuidar de la obra de Kahlo se los permitieron. Para terminar con la explotación, montaron una reproducción del estudio de la Casa Azul y 500 objetos que se supone fueron de ella. Hasta editaron un catálogo en el que no se lee con claridad que estas pinturas sean falsos “legales” aprobados por el trust, o en lenguaje comercial: brand-replicas. A quién no le gusta el dinero y si llega así, de la nada, pues bienvenido. Me imagino lo fácil que fue para los herederos decir: si hagan copias, que se exhiban y se publiciten.
 Lo que sigue es predecible o si les faltan ideas se las damos: una telenovela, con Eva Longoria que está de moda, y para alargarla hasta los 180 capítulos que escriban “Lo que usted no sabe de Frida, su historia desconocida”, no importa que sean mentiras, el trust busca el guionista. Con lo libre que es el comercio, tierra fértil para violar cualquier código de ética, y se supone que hasta era cocinera, pues a integrar esta faceta tan comercial en el business, deberían hacer fast food y antojitos prefabricados: Mole Frida, Frida’s style canned beans, Las Two Fridas Tamales, Atole mix Frida. Por supuesto la línea de ropa, aprovechando que apareció un cofre lleno de vestidos “originales” en un museo que desde hace años han escudriñado hasta en sus más recónditos sitios. El dinero hace sus propias oportunidades. Esto lo permite el mismo patronato que prohíbe fotografiar los murales de Diego Rivera en el Museo de San Ildefonso y que se supone están hechos para el pueblo.
No se trata de salvaguardar un acervo, se trata de explotarlo. ¿El Estado tiene armas jurídicas para detener esto o es cómplice? Custodiar acervo permite abusarlo como sucedió en el Museo Carrillo Gil y el cuadro de José Clemente Orozco manipulado como plantilla en el performance de Amorales. El acervo del Museo de San Carlos usado de perchero de basura por Thorsten Brinkmann. ¿Qué significa en este país el resguardo del acervo? Que por lo menos editen un manual de uso para que sepamos si existen límites. ¿Cuánto habrán pagado estos millonarios por los derechos para reproducir y exhibir estos cuadros falsos? ¿Les dejaron hacer una sola copia? o la factoría en China ya está más que organizada y pronto veremos exposiciones como esta en diferentes capitales del mundo. El público que va a esta exposición siente que ver una copia es una burla, pero de eso se trata, de burlarse de la figura y el legado de Frida. Money is funny.  
     
Biblioteca del Naval Training Center NTC, San Diego California.  Desde el 24 de octubre del 2013.