sábado, 30 de noviembre de 2013

ANATOMÍA SADIANA.

 Somos inferiores a nuestras fantasías y extraños en nuestros propios sueños. Los sueños son producto de nuestro inconsciente, y las fantasías son una creación, las construimos y su complejidad nos aleja de la satisfacción, nos hace insaciables. No podemos controlar los sueños, provienen de nuestro cerebro primitivo, de lo más oscuro de la memoria. Los sueños suceden en un espacio salvaje y extremadamente privado, inaccesible a los otros, tanto, que como un reflejo de hermetismo los olvidamos, la vida cotidiana no los asimila y los borra. Al tratar de recordarlos, de explicarlos se desvanecen y regresan a incubar aberraciones en ese cerebro sin domesticar. Las fantasías las tenemos en un estado semi consciente, las alimentamos con nuestras propias frustraciones, las hacemos crecer de forma desproporcionada, aun en contra de nuestra voluntad, para hacerlas imposibles. Son inenarrables, nos avergonzamos de ellas y confesarlas es un asunto casi clínico.

 El movimiento surrealista difamó a los sueños, mintió acerca de ellos, los sacó de la bóveda craneal; para simplificarlos en la contradicción elemental los adulteró y los esquematizó con imágenes falsas edulcoradas. Hans Bellmer inventó una sexualidad que el surrealismo adoptó como una manifestación total de su pensamiento y estética. Las referencias oníricas o psiquiátricas con las que el surrealismo estructuró su estética son insuficientes para la oscura sexualidad de Bellmer. En sus series de grabados Sade, Modo de empleo, Pequeño tratado de Moral, Las Marionetas y Los Anagramas permite que sus fantasías mas grotescas se manifiesten, les otorga el poder de expresarse, y dibuja en la placa con una línea tan fina que evoca la herida profunda que nunca cicatriza que imprime el deseo.

 El cuerpo sadiano que es capaz de soportar, necesitar y alimentar ese deseo brutal es la obra de Bellmer. Nos dice cómo usar, ver y degradar la sensación sexual, es un ingeniero perverso que estudia la mecánica de la anatomía sadiana. Estas series de grabados son un análisis profundo de las fantasías que despierta la lectura de la obra de Sade, son la visualización del cuerpo que habita en esas narraciones. Bellmer hace la vulva feroz de Juliette un ente de orificios amalgamados, palpitantes y hambrientos. El castigo doloroso que tiene a Justine atada a sus desgracias está en un culo que es un falo. Sus cuerpos son trasplantes, la orgia es un experimento quirúrgico en el que se unen órganos.
 Si la evolución de las especies está condicionada por las adversidades ambientales a las que tenemos que sobrevivir, el cuerpo sadiano evoluciona, crece, se hace fuerte, desarrolla genitales, abre caminos anatómicos para luchar contra la tragedia de un cuerpo que es insuficiente para satisfacer las desproporcionadas exigencias de sus deseos. Al dolor, la degradación, a esa mezcla humillante de la inmolación y la victimización que implica desear, Bellmer le da abanicos de piernas abiertas, falos en pedestales. El dibujo es preciso, detallado, las líneas describen meticulosas las perversiones, no hay impulso ni improvisación, es tan delicado y meditado que podemos pensar que esa imagen torturó el cerebro de Bellmer durante semanas hasta que la eyaculó en la placa.

 Estos cuerpos y escenas bizarras son deliberadamente artificiales, el naturalismo es una contradicción en la degradación sexual sadiana: es una petición al destino la que nos arroja en la promiscuidad. Bellmer crea un falo con piernas, hermafroditas, culos dobles, racimos edipicos de senos. El artificio de estas uniones, de estas masas corporales es producto de un orden específico, planeado, como lo diseña un científico que cultiva células madre para hacer un hígado. La función de estos cuerpos es ser esclavos de sí mismos, son genitales que carecen de voluntad, no hay gobierno, son utilizados por apetitos que son eternos, se multiplican y emigran de una persona a otra, tienen vida propia. Bellmer dibuja mujeres envejecidas con orificios incontinentes y cuellos frágiles, rostros que se caen a pedazos. 
Entre nuestros grandes miedos están nuestras propias fantasías, los cuerpos de Bellmer son terribles, son la monstruosidad que puede alcanzar el deseo.   











viernes, 15 de noviembre de 2013

BIENAL DE PINTURA TAMAYO, IT´S OVER.

Este es el acuerdo firmado, en él se pueden leer las funciones del comité curatorial 
 Es un hecho consumado: la Bienal Tamayo es para un comité curatorial. La historia es corta y fulminante: La Dirección de Artes Visuales de Bellas Artes, a cargo de la licenciada Magdalena Zavala, realizó varias reuniones con pintores, curadores, galeristas, críticos etc., para presentar un escueto powerpoint en el que informaban que la Bienal iba a estar organizada y dirigida por un comité curatorial “como la de Venecia”. Este comité curatorial decidirá a qué artistas invita a participar, irá a sus talleres para “analizar su obra” y esos artistas serán los que podrán concursar. Es un régimen mixto y también se aceptan inscripciones de todo público. Se amplía el presupuesto a 3 millones de pesos y se otorgan tres premios de 150 mil pesos. En esa reunión manifesté abiertamente mi objeción verbalmente y por escrito. Resumo mis ideas: que existan dos tipos de participantes, unos llevados por el comité y otros sin el apoyo de este comité, hace al certamen inequitativo desde el inicio. Que exista una preselección de artistas fomenta el tráfico de influencias, acaba con la transparencia. Es un trámite innecesario que otros pintores se inscriban, ya que están en evidente desventaja porque no fueron recomendados por el comité. Un comité curatorial es juez y parte, tiene sus propios intereses, es injusto y abusivo. Estas afirmaciones las envíe a la licenciada Magdalena Zavala y me contestó en una carta que gracias por opinar, pero que definitivamente van hacer su comité curatorial. Finalmente realizaron la reunión para firmar los acuerdos que establecen las reglas de la convocatoria de la Bienal Tamayo. A este conclave no fui requerida.

Acuerdo firmado de la nueva Bienal Tamayo. 
 Los presentes aceptaron por unanimidad este nuevo formato, y la Bienal de pintura Rufino Tamayo va a estar dirigida por un comité curatorial formado por dos pintores y un curador. Que estén dos pintores incluidos no cambia la situación, un grupo decidirá quién participa, es un método excluyente y opaco. En este sentido, hasta Gabriel Orozco es pintor y expone pintura. Este comité será “responsable de decidir el concepto de pintura” así sucedió en el 2008 y Emilio Chapela fue seleccionado con varios pantones “pintados”. Si cada dos años van a estar decidiendo qué es pintura, esto va a estar sujeto a las modas. Además, para alimentar la burocracia y hacer más turbio el certamen habrá un jurado de “profesionales”, que también pueden ser curadores, y ellos decidirán quiénes son los ganadores a partir de la preselección curatorial. Entonces el comité lleva a los artistas y decide qué es pintura, perfecto. Que esto lo aprueben Patrick Charpenel, Patricia Ortiz Monasterio de la galería OMR, Arnaldo Cohen, Francisco Castro Leñero, Teresa Cito, Carmen Cuenca y Teresa del Conde no me extraña, cada quién cuida su negocio: es una bolsa de 3 millones para burocracia cultural, la oportunidad para quedar bien con el poder, incrementar influencia, empujar a sus artistas y sus curadores. Ganancia pura. Lo que es increíble es que firmaran los pintores Ulises Ponce de León y Juan Pablo Rulfo, y que Teresa Velázquez “se abstuviera”. Gracias a estos “defensores” la Bienal ya está acabada. La próxima vez ahórrense sus cartas y sus protestas, en lo más serio y que de verdad afectaba a la comunidad de pintores, en eso cedieron.

Convocatoria de la Bienal Tamayo publicada. 
La convocatoria de la Bienal apareció en un periódico y en las bases dicen que hay un comité curatorial y no especifican sus funciones, las que ya aclaro en este texto porque así fueron expuestas y aceptadas por los firmantes del acuerdo como pueden leerlo arriba. La falta de claridad en la convocatoria  es sintomática de cómo va a funcionar esta Bienal. Es patológica la obsesión por pervertir un certamen que está pensado para pintura, que es herencia y acervo de Tamayo, la obligación de Bellas Artes es resguardar este legado y respetarlo, no pueden acabar con la mística artística y libertaria de la Bienal para empoderar a un grupo y seguir las tendencias. El INBA y CONACULTA pueden ahora mismo inventarse otra bienal dedicada al arte contemporáneo, les sobran recursos humanos y económicos. Publiquen un desglose de los 3 millones de pesos que van a gastar en burocracia, los premios suman la sexta parte del monto. Háganse responsables de este atropello a la credibilidad y transparencia de la Bienal y del trato desigual que van a recibir miles de pintores. Los valientes firmantes están de fiesta, es oficial que la Bienal Tamayo será para un grupo, los favoritismos y la parcialidad ya son legales. Esto, así como lo ven, lo aprobaron pintores. ¡Bravo!   

sábado, 2 de noviembre de 2013

TECNOMEDIOCRES.


Los profetas de lo actual fragmentan al imperio de las pantallas digitales en dos bandos: por un lado lo acusan de manipulador y controlador y por otro lo veneran como el gran medio democratizador. Para los miembros del arte VIP las dos vertientes les traen ventajas. Este control manipulador no sólo es útil para la política o el mercado, también es aprovechado por el arte VIP que utiliza la credibilidad y el impacto del medio para convertirlo en el valor y el significado de sus obras, y no es el talento en el uso de esa herramienta tecnológica el que determina a la obra. Entre sus principios está idolatrar al medio, como sumisas víctimas de los códigos del poder: “debemos trabajar con las le herramientas de nuestro tiempo” “los medios democratizan al arte” y el de considerarlos “nuevos”. La tecnología se ha convertido en su propia verdad. La credibilidad de la pantalla es tal que su mensaje impacta más en el espectador que la realidad. 
Subir frases infantiloides a una cuenta de Twitter, que representen la banalidad y blandura del pensamiento actual, convierte a los autores en poetas, y a sus textos desde palíndromos hasta aforismos. El prestigio de estas manifestaciones no es literario, radica únicamente en que están subidas en una plataforma mediática de moda. La utilización de tecnología en la realización de una obra anula la posibilidad de analizarla con objetividad porque el medio tiene la razón, es correcto, es el que rige el trabajo y el pensamiento de las personas. El resultado es que los aforismos y palíndromos, impresos en la austeridad blanca de la página de un periódico o un libro, no valen como literatura ni como copy de publicidad. Es el caso del video arte o las obras que de forma deficiente se apoyan en programas de software: fuera del contexto del museo es imposible su presencia como arte.
Estamos ante una generación de tecnomediocres que se jactan de su actualidad al explotar un medio como su forma de expresión y lo hacen con poco talento y sin aportaciones, utilizan las posibilidades más elementales de la herramienta, crean obras incapaces de competir con la industria o la afición sin pretensiones artísticas, pero no importa, el hecho de que aparezca en una pantalla las convierte en arte. Este fenómeno de que la credibilidad de la pantalla sea el valor, el sentido y el significado de la obra es el sueño de los totalitarismos capitalistas llevado al arte, es un nuevo tipo de golpe de estado mediático que posee su propia retórica y su burocracia cultural: si tiene menos de 140 caracteres y lo lees en tu teléfono es “twitteratura o nanoliteratura”, si las fotos están en instagram “son un nuevo lenguaje”, si el video está grabado en HD “reactualiza y replantea nuevas lecturas”. El cuento corto, la poesía y el aforismo tienen siglos en la literatura, y nunca ha sido el soporte de lo que convierte a las palabras en arte; lo mismo sucede con la fotografía o la imagen en movimiento, ya sea en cine o en video, no son novedades y el formato no las hace arte, esto es un resultado del talento y el dominio en el uso de la herramienta y la técnica.
La tecnología es, antes que nada, un negocio que sirve a sus propios fines, su objetivo principal es invitar al consumo, crear lealtades y necesidades que antes no existían, y a partir de eso la calidad es para incentivar la compra. Sus avances contribuyen a que el manejo del pensamiento sea masivo y efectivo. Podemos ver cómo se quejan los artistas activistas de la “invasión de la intimidad” “del gran hermano” y hacen de ese mismo medio su principal canal de validación. Si en un medio se puede linchar con gran cobardía, de la misma forma se encumbra un trabajo sin valor, una trayectoria sin obra. La tecnología y los medios no poseen en sí mismos categorías morales, es la manipulación que se hace de ellos la que es ética o abyecta.
La mancuerna de tecnología y medios se une a la de consumo y gremio: si tienes dinero para adquirir los últimos gadgets tecnológicos entonces estás dentro de una comunidad que es contemporánea en todos los sentidos. Esta efímera actualidad también valida a la obra con el uso del término “nuevos”, si se percibe como nuevo, sea una marca de comida o una obra de arte es aceptada y aplaudida. El poder de seducción de la tecnología dirige la percepción y el pensamiento, distorsiona la realidad objetiva para servir a principios de poder político, económico o religioso, y el arte VIP hace el mismo uso para distorsionar el valor de una obra, presentarla como arte y servir al poder académico, de museos y del mercado.