LA FALTA DE ORIGINALIDAD COMO ARGUMENTO RETÓRICO.
Este catálogo reúne casi en su totalidad la obra de Orozco.
Al observarlo se evidencia a un artista integrado a un sistema, cómodo de
exhibir, que no rompe moldes, al contrario, se desarrolla en caminos claramente
marcados y señalizados. La obra de Orozco es dócil, hace de su insignificancia
una virtud, sin valor para tomar riesgos, se refugia en la pasividad de ser
insustancial, inexistente. Sus objetos y fotografías huyen de proporcionar una
experiencia estética al espectador, son presencias medrosas, que piden pasar
desapercibidas. Por eso hace un enorme esfuerzo, dentro de sus limitaciones estéticas
y creativas, de ser simpático, ocurrente: acomoda sus cositas, enfila las
piedritas, pone cáscaras de limones en un tablero de ajedrez impreso en una
mesa, coloca papelitos en árboles artificiales y, además, los bautiza, para que
nos quede claro qué está haciendo: Meada
de perro, es una meada de perro en la nieve. No hay lugar para el misterio,
la confusión o la interpretación. Repite una y otra vez las mismas ideas:
círculos, manchas, intervenciones “chistosas”. Lo más emblemático de su trabajo
es su compulsión recolectora de basura y cosas, afición que comparte con cientos
de artistas que hacen lo mismo: Son Dong, Martha Rosler, Portia Munson. ¿Por
qué el sistema del arte contemporáneo permite que precisamente la falta de
originalidad sea la virtud de un cuerpo de obra? ¿En qué momento el arte
decidió ser una representación fácil, digerida, sumisa, acotada?
EL ENSAYO ARTÍSTICO O LA NECEDAD DE NEGAR LO EVIDENTE.
Joseph Kosuth en su ensayo El arte después de la filosofía, cita a Sol LeWitt “La idea se
convierte en la máquina que hace arte”. El objeto de fabricación industrial, desperdicios,
piezas de factura mediocre, lo que sea, adquieren el status de arte con una
idea o concepto que los amparen. El esfuerzo se centra en decir que eso no es
lo que vemos. La utopía por fin llega al arte: es una fuente inagotable de
obras dotar de significado a cualquier objeto. Lo que no aclararon los teóricos
y artistas es que este acto de magia no es tan sencillo. El objeto entre más
elemental está más indefenso, para que le suceda este fenómeno de
transubstanciación se requiere una gran infraestructura burocrática: textos
escritos por varios académicos y especialistas, rodearlo del contexto del museo
o galería, inflarlo con un precio estratosférico y una intensa campaña
proselitista para que el espectador niegue su percepción y acepte que “eso” es
arte. Sin esto el objeto es incapaz de
demostrarse como arte. El catálogo de Orozco es una descripción exacta de cómo
funciona este mecanismo.
La trasformación en arte, que se supone es una de las
más elevadas formas de inteligencia, es portentosa. Llamar arte a unos balones
ponchados, a unos cochecitos de juguete o unas tapas de envases de yogurth, le
otorga al artista un poder enorme y lo libera de la responsabilidad de
enfrentarse a su propio talento. A Orozco le basta replegarse a una fórmula, al
instructivo de lo que los teóricos llaman arte conceptual o neo conceptual,
minimalismo, o el término que mejor lo integre al arte contemporáneo. La
presencia anodina de estas obras les permite a los curadores y los
especialistas escribir textos como los de este catálogo. Es la relación
perfecta: algo sin valor estético urgido de un discurso teórico que lo sustente
y teóricos que necesitan salir del closet de la academia y ser parte de la
creación artística. El peso intelectual de la obra, su sentido estético y
ontológico es un mérito de sus teóricos. Orozco les deja el trabajo de argumentar
que la banalidad de su obra es aparente y que su masa para pizza es una obra de
arte. Analizaré algunos de los textos del catálogo.
Ann Temkin habla del
artista sin estudio, y lo que en realidad es un artista sin obra, sin trabajo, y
que por lo tanto no requiere de un estudio, se traduce en una forma de
“derrocar las tradiciones artísticas”. La obra de Orozco se hace en la calle,
nos explica, porque recoge desperdicios u objetos diversos, los acomoda, los
fotografía, las define como “esculturas tipo
readymade”. Que Orozco pretenda que es arte su moto estacionada en
diferentes calles, se le llama “la cotidianeidad como una plataforma lista para
el arte”. El hecho de que sea un artista sin obras que puedan ser identificadas
como suyas por carecer de una factura personal que les aporte un estilo, para
Temkin es una ventaja porque se les puede aplicar diferentes ideas que las
hagan obras de arte. Cuando aborda a las pinturas Samurai Trees, Temkin se disculpa de que existan en el cuerpo de
obra de Orozco, da excusas, nos dice que no las hace él, que las manda hacer a
dos estudios y que ni va a ver el proceso, que para nada pensemos que él es
pintor. Se ve metida en un lío ante una pintura decorativa, reiterativa y
aséptica como el estampado de un sillón. Esas piezas no le permiten a ella
explotar su armario de teorías, le provocan un conflicto que en cambio no le
causa una bola de plastilina con basura pegada.
Benjamin H. D. Buchloh se
concentra en decir que la basura seleccionada constituye: “El cuerpo
escultórico que puede encontrarse en las acumulaciones aleatorias de objetos
disfuncionales o dispersos”. Se remonta de nuevo al readymade para sentenciar que el objeto prefabricado tiene
categoría de escultura. En su esfuerzo por enaltecer nimiedades cae en inconsistencias.
Estas corrientes parten de la negación de lo que llaman “arte tradicional” y
para legitimarse toman los parámetros de lo que niegan. Si Orozco pudiera hacer
arte de verdad, lo haría, si coloca naranjas en una ventana es porque eso puede
hacer, ese es su nivel creativo y de factura. Una naranja no es una pieza
realizada para aportar algo distinto, es una coartada que oculta la incapacidad
creadora, técnica, manual y poética de Orozco. Llamarla escultura es un intento
infructuoso para darle valor estético a un gesto evasivo que desemboca en una
broma, un chiste, la obra se llama Jonrón.
Orozco es un autor que busca ser gracioso, que Buchloh solemnice una acción que
es de origen banal, la hace caer aun más en el ridículo. Lo hace cursi. Recurre
a los parentescos para dar peso a la obra, Buchloh insiste en llenar de
referencias algo que de por si es resultado de un estricto instructivo. En este
cuerpo de obra no se toman decisiones, se copian moldes que cumplen milímetro a
milímetro los preceptos preconcebidos. Para darles más sentido las protege con
nombres: Brancusi, Duchamp, Serra, Beuys, Hesse, y al final lo reduce a representaciones
influenciadas por los “reductos míticos” que son frecuentes en una sociedad ignorante,
nos explica que por eso Orozco usa barro y pelotas ponchadas, por su influencia
maya y azteca.
Briony Fer escribe sobre los cuadernos de trabajo. En una labor
casi de psicoanálisis se pone a descifrar hasta las palabras que Orozco anota de
forma repetitiva, de cómo esos cuadernos pasan por el tiempo, etc.,
comparándolos con los diarios de Darwin. Esto es delirante, la aportación de
Darwin a la ciencia fue un giro tan radical a la idea del ser humano que dejó
sin argumentos a la teología, y nada tiene que ver con una obra que no aporta, y
prefiere copiar, repetirse, obedecer, plegarse a un sistema, que es resultado
de una idea que ni siquiera tuvo el autor.
Ahora, este trabajo, el de las
instituciones estatales, de las empresas privadas, de los expertos, para
presentar esta obra como algo memorable y trascendental, ¿dio sus frutos? El
mercado tiene la última palabra. En Art Basel Miami 2012 las fotografías de
Orozco no alcanzaron los 60 mil dólares. No igualaron los niveles de Cindy
Sherman, que tras su exposición en el MoMA, sus fotografías se cotizaron en 250
mil dólares cada una. Entonces, esta obra ni nos posiciona como “potencia
cultural”, ni es arte. Es un producto, como hay miles, de esta deformación
estética e intelectual a la que llaman arte contemporáneo y que permite
consagrar a la insignificancia.
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto de Milenio Diario el sábado 2 de febrero del 2013.
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto de Milenio Diario el sábado 2 de febrero del 2013.
FICHA DEL LIBRO.
Gabriel Orozco.
Producido por el departamento de publicaciones del MoMA de
Nueva York.
Edición: Dirección general de publicaciones de CONACULTA.
Textos de Ann Temkin, Briony Fer, Banjamin H.D Buchloh,
Paulina Pobocha, Anne Burd. Traducción de Gabriela Jáuregui.
255 páginas.
2012.
16 comentarios:
hola Avelina, muy buen artículo, no vi el catálogo pero me lo imagino. Una pregunta, quees una duda de hace rato: ¿de qué vive Gabriel Orozco? quiero decir, cómo se mantiene, si no vende su obra... tiene un subsidio, una beca, mecenas, sponsors (la empresa que fabrica el yoguth) o algo?
Me serviría de mucho saberlo.
gracias, un saludo
Hola Avelina, quiero recomendarte un libro, no se si lo hayas leído: "Posproducción" de Nicolas Bourriaud, espero te sirva un poco, saludos :)
Un ejemplo más que demuestra que el aparato ideológico-dogmático no puede sostener sus imposiciones. Para hacer existir a estos artistas conceptuales, es necesario invertirles dinero continuamente, de lo contrario su vida artificial se extingue. Si a este señor Orozco le desconectamos el enchufe del alquiler de la franquicia Guggenheim y la autoedición de sus onerosos catálogos, simplemente deja de existir.
Hola Avelina, me ha resultado muy interesante y esclarecedora tu postura frente a muchas de las farsas del "arte actual".
Te dejo aqui mis blogs, donde a veces escribo sobre asuntos bastante coincidentes, y te mando un abrazo desde Uruguay.
Rodolfo Fuentes
http://fuentesbaez.blogspot.com/
http://rodolfofuentesdg.blogspot.com/
Cualquiera deja de existir al dejar de exhibir en el Guggen. Pero el caso de estas personas es que ni siquiera existen durante su exhibición individual. Ése es el punto de esta columna. Anónimo, pon en orden tus ideas antes de escribir.
EUbrit, queda algo confuso tu comentario; ¿a qué "estas personas" te refieres? ¿y a cuál de los dos anónimos te diriges, y qué cosa de las que dijo provoca que lo aconsejes?
A lo mejor dentro de tu cabeza ves tus ideas modélicamente bien puestas en orden... (pues desde fuera te aviso: No se te entiende :D)
Brasas, ¿Para qué perder el tiempo individualizando la nada? Un anónimo es igual a otro. De verdad que un tren de pensamiento obtuso no ve la causa y el efecto de una discusión, ni tampoco la contrastación de ideas que lleva a un desenlace. "Estas personas" es obvio que son los artistas conceptuales, indistinguibles entre sí, que usufructúan y abusan de un bien público como son los museos del Estado. Claro que si tu puedes distinguir entre las botellas vacías de Nacho Criado, Meireles o Song Dong, además de atribuirles valores diferentes a cada una, entonces te digo, el MACBA se está perdiendo de un curador;)
De joven fui a una conferencia de Nacho Criado; no sólo me pareció insulso lo que decía, también su obra y su persona me resultaron extraordinariamente aburridas. A los otros que citas no los conozco en persona, pero por el tipo de obra que hacen pienso que estamos ante lo mismo, individuos a los que ortopédicamente se aclama como "artistas" aunque sea notorio que carecen de la más elemental creatividad; cualquier feriante, titiritero o vendedor callejero demuestra ser más ocurrente y tener más ARTE que ellos.
Por ello, lo que dice el anónimo es correcto: Hace falta una gran inversión de influencia, dinero, promoción, enchufe... para hacer que esos adoquines sean reconocidos como "artistas".
En cambio ¿"Cualquiera deja de existir al dejar de exhibir en el Guggen"?
No sé qué significa eso. El Guggenheim tiene mucha basura dentro, desde luego no es el Prado ni el Louvre ni la National Gallery. Por otra parte la mayoría de artistas actuales que hacen obra imaginativa nunca van a ser exhibidos en el "Guggen"... ¿eso supondría que no existen? ¿Por qué?
¿Y a quién carajo le importa el Guggenheim? Por mí lo puede planchar un meteorito.
El Roto
http://elpais.com/elpais/2013/02/13/vinetas/1360780574_993097.html
Mirad este, que es muy bueno.
La galería protestó. Insisten que Gabriel Orozco sí es un éxito comercial:
http://issuu.com/laberintomilenio/docs/laberinto-505/9
¿Pero en qué puede ser un éxito comercial Gabriel Orozco? ¿En chicles masticados? ¿En tapas de yogurt? Lo último que muere es la ilusión de Kuri, de que a Orozco se le ocurra amontonar dulces en una esquina como la pieza de González-Torres "Untitled" (Portrait of Marcel Brient)de los 90's y la venda por 4,5 millones de dólares. Ésos sí son sueños húmedos.
He llegado tarde pero me permito participar. Más allá de que a algunos les parezca arte o no la operación conceptual, que he de decir, se ampara en el reconocimiento de un siglo de desarrollo que no podemos desconocer para exigir una lectura simplista, la verdadera obra de arte trasciende al objeto, esto es arte, problematizar el cotidiano para generar debate, amasar los resecos sesos de la "elite". No estoy de acuerdo con que la repetición operativa sea deplorable, mucho menos en lo formal, esto deben tenerlo claro los pintores decorativos y artesanos en general. Debemos asumir el territorio de pérdida que dificulta la producción artística y aprovechar cinicamente los cánones imperantes. Si además esta producción inútil se integra a un mercado específico, ¡bingo! hemos hecho un retrato de nuestra sociedad de consumo. ¿Acaso eso no es "bello", no es arte? Si no, pintemos nubecitas en todo soporte existente.
Todos ustedes y su visión retrógrada del arte nos van a hundir como país. La critica me parece excelente, pero tampoco significa cerrarse por completo. Cierto, el arte conceptualista es una repetición interminable de la idea originaria de duchamp, pero si lo vemos así, entonces la pintura también lo es. Si no comprenden las vanguardias en el arte, no se compliquen la vida y manténganse al margen, pues el mundo gira, y México y "sus ideas" en realidad nunca han dejado huella en la historia del arte.
Wooow, Avelina, creo que eres la primera crítica de arte que NO dejaré de leer, por primera ves en este país, alguien que no da criticas que parecen notas pagadas, ayer te oí con Martha Debayle, gracias por hacerme sentir que mi colección de arte mexicano vale mucho (arte mexicano pulquero de 1820 a 1940). Gabriel Orozco es basura para mi, gracias por hacerme sentir que no era el único que pensaba así en el mundo, sobre lo horrible que es lo que llaman al arte hoy.... FELICIDADES¡¡¡¡¡¡¡¡
Wooow, Avelina, creo que eres la primera crítica de arte que NO dejaré de leer, por primera ves en este país, alguien que no da criticas que parecen notas pagadas, ayer te oí con Martha Debayle, gracias por hacerme sentir que mi colección de arte mexicano vale mucho (arte mexicano pulquero de 1820 a 1940). Gabriel Orozco es basura para mi, gracias por hacerme sentir que no era el único que pensaba así en el mundo, sobre lo horrible que es lo que llaman al arte hoy.... FELICIDADES¡¡¡¡¡¡¡¡ Javier Gómez Marín
Avelina, agradezco tus palabras directas hacia el arte contemporáneo, estoy totalmente de acuerdo contigo, ojalá podamos rescatar a los verdaderos artistas que aún existen, pues se mueren de hambre frente al comercio de la NADA, de la SUCIEDAD y BASURA, que finalmente reflejan la crísis que en todos sentidos vive nuestra humanidad. Lo de hoy es la vileza, el sinsentido, la falsedad, lo inhumano y antiestético, que me provoca vómito y malestar espiritual.
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