 |
Avelina Lésper en Art Basel Miami 2012. |
El banco HSBC pide perdón porque no estuvo a la altura de
sus reguladores y clientes y permitió que sus instituciones se dedicaran al
redituable negocio de lavar dinero, miles de millones de dólares en Estados
Unidos y en México. Desde luego que el banco estuvo a la altura de sus
clientes, hizo lo que esperaban de él: eficiencia para manejar dinero ajeno,
discreción y una amplia cartera de instrumentos financieros para que todo
parezca lo que es, un negocio en el que todos ganan, un casino sin pérdidas. You're happy,
I'm happy, decía Vito Corleone. Los dueños de estas cuentas y los
funcionarios de esos bancos mantienen su pulcro anonimato, su impecable dinero está
seguro, el optimismo está de fiesta, y en algo hay que gastar ese deslumbrante capital
de nívea e impune limpieza. Llegan a Art Basel Miami con las manos llenas del
dinero que no cabe en una bóveda y tienen que usarlo en algo y qué mejor opción,
políticamente correcta y socialmente aceptada, que comprar esto que llaman arte.
El impoluto dinero del narco mexicano no circula en esta
feria, tenemos una delincuencia que no compra arte, ni nacional ni extranjero,
ni del verdadero ni del falso, lo único que acumulan son Hummers, mansiones y asesinatos. La burbuja del coleccionismo de
cosas que pretenden ser arte, y que en realidad son objetos de lujo excéntrico,
se infló paralela al desenfreno bancario y a la burbuja inmobiliaria. Decidir
qué comprar entre tantas obras iguales es un dilema que se resuelve con la
inspiración de otras burbujas, las del champán que regalan en la zona VIP, precisamente
para los compradores de cosas VIP: video, instalación, performance.
El coleccionismo tiene diferentes modalidades y personalidades.
Está el coleccionista que se involucra con la obra, mantiene una comunión con
lo adquirido, ve en ese objeto algo de él mismo, y toma riesgos por obra que lo
comprometa, que lo implique. También está el que acumula objetos indigeribles
que sus asesores definen como arte, que le van a permitir figurar en las listas
de mecenas ricos de las revistas y le abren las puertas de los museos
contemporáneos. Este último viene a Art Basel y se lleva esas cosas que no
podrían ser ni guardadas en una caja una vez terminada la feria. Ahora, no es
razonable ponerse exigente con eso de la selección, cuando el dinero sobra, lo
justo es despilfarrarlo. Estas obras son un ejemplo, todo vendido, todo en
dólares, sólo algunos precios son en euros y libras esterlinas.
 |
Foto de Cindy Sherman disfrazada, 120 mil,
en caso de no llegar al precio está la siguiente opción.
|
 |
Las fotos
de la imitadora de Sherman, Rineke Dijstra,
hace lo mismo, es más joven y cuestan 50 mil.
|
 |
Estantería con videos, enseres kitsch y
botellas con
agua de colores, Papilotti Rist, 300 mil.
|
 |
Llanta y tubo de aluminio de Cady Nolan, 75 mil. |
 |
Uno de los records de venta, impresión digital de una
portada de novela rosa con la imagen de una enfermera y unos artísticos brochazos
de pintura de Richard Prince, 6 millones.
|
 |
Readymade de Mona Hatoun, una silla de hierro con una
telaraña tejida, muy “poética” dice la galerista, 120 mil euros.
|
 |
Para decorar una casa diseñada por Zaha Hadid, flor
gigante,
con colorido tipo Hello Kitty, de Yayoi Kusama, 450 mil. |
 |
Tapiz para cubrir paredes con la frase “Conceptual Decoration”
40 mil por diez rollos de Stefan Brüggemann.
|
|
 |
Los letreros de Barbara Kruger hay de diferentes
precios y tamaños con frases muy profundas: “Greedy Schmuck” de 250 mil. Si
queda grande para la pared del corporativo la galería lo pide más pequeño, total, es una impresión digital.
|
 |
La comida basura reverenciada por el arte idem,
“escultura” de bolsa de papas fritas cubierta de brillantina, muy "elegante", de
Liza Lou por 95 mil.
|
 |
Eko practicando un poco de yoga en Art Basel Miami. |
 |
Visitante a la feria mirando dónde podría dejar una obra. |
 |
De Isa Genzen, bloque de cemento con dos antenas de
radio,
el sentido del humor está en el precio, 29 mil.
|
 |
Tendedero con lienzo teñido con cosméticos,
de la
ganadora del Turner Prize, Carla Black, por 60 mil libras.
|
 |
Lo minimalista se paga caro, de Jorge Macchi, alambres
sobre una tabla, 32 mil.
|
El precio de un objeto de este tipo es un capricho, y
es un capricho pagarlo, consecuencia de la borrachera que causan estas
burbujas. La resaca no llega porque para eso están los teóricos de este falso
arte absolviendo al cinismo.
Publicado en el Suplemento Laberinto de Milenio Diario, el sábado 22 de diciembre del 20012.