![]() |
Song Dong MoMA, 2009. |
![]() |
Song Dong, MoMA 2009 |
![]() |
Song Dong, MoMA, 2009. |
La acumulación de objetos no es creación y mucho menos de
arte. Desde que nuestra especie habita en este planeta somos proclives a
atesorar cosas, ya sea con sentido fetichista, como las reliquias religiosas y
los sepulcros, hasta el fanático que colecciona estampas de beisbolistas. No es
arte, es una manía que centra su valor en la cantidad: entre más cosas la
colección adquiere más valor. Las obras, con estas descomunales reuniones de
basura, también centran su valor en la cantidad. Ante al pánico del espacio
vació y la falta de talento para habitarlo con una obra que sea capaz, en su
contundencia estética, de poseer y transformar su entorno, pretenden que miles
de objetos sustituyan a esa obra magna que están imposibilitados de crear. Que
los mismos objetos se presenten con discursos curatoriales tan disímbolos
demuestra la arbitrariedad de imponer ideas artificiales sobre cualquier cosa
para darle sentido de arte. Ya no digamos la absurda pretensión de que estos
vertederos de lujo suplantan a la escultura, porque en su elemental visión si
tiene volumen o es tridimensional es escultórico.
Lo que es interesante destacar es por qué una conducta que
en una persona, sin el marketing de artista, es una enfermedad psiquiátrica, en
un patrocinado institucional es arte. Entonces o el arte está equivocado o la
psiquiatría se aventuró a diagnosticar una enfermedad cuando debería escribir
un texto curatorial. Si para Dong y Orozco sus objetos tienen valor de arte,
también lo tienen para una persona que se niega a tirarlos al vertedero, justamente
porque los sobrevalora los acumula. La mirada poco educada de alguien sin
capacidad discriminatoria, que atesta su casa de cosas es la misma que la de
estos que se llaman artistas; por eso coinciden en reunir los mismos objetos. No
existe un criterio estético que los haga distintos de alguien que padece una
enfermedad que le causa gran sufrimiento. La diferencia es la sociedad que
tenemos, que sí está enferma, y que glorifica una conducta que en otro estigmatiza
y llama patología. Para unos el pabellón psiquiátrico y para otros el museo.
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto el sábado
18 de agosto del 2012.