Todas las pinturas son obras de Johan Falkman del 2011. Óleos sobre lienzo. |
La evolucionar es parte del trabajo de un pintor. Una
obra que se estanca en sus propios hallazgos degenera en la facilidad de los
hábitos y la comodidad. La exposición de Johan Falkman nos describe la
evolución en la trayectoria de un pintor y nos enseña puntos fundamentales del
trabajo creador.
Un pintor, por talentoso que sea, tiene que encontrar su lenguaje y su estilo, que se resume a cuál es su asunto en el arte, qué quiere revelar y demostrar cómo lo va hacer. Esto, que parecería la parte más sencilla, no lo es. Hay pintores con gran destreza manual y sobrada capacidad para realizar una obra que no tienen idea de qué plasmar en el lienzo. La obra denuncia esas dudas, que son existenciales, con errores en la resolución de la composición y el color, temas mal planteados y obsesión con los materiales para enmascarar la falta de ideas. En el extremo están los que sobre valoran la libertad, hacen a un lado la formación y las técnicas y se enfrascan en el ejerció onanista de “expresarse” sin bases teóricas ni prácticas. Producen obras mal realizadas y peor pensadas, limitadísimas, que agotan los pocos recursos de los que disponen.
La obra de Falkman es básicamente comisiones: retratos al óleo de personas ricas y científicos que trabajan en instituciones y hospitales. Dentro de este limitado territorio Falkman crea, busca y evoluciona. El recorrido por los retratos nos lleva por la historia del pintor, más que de los modelos que posaron para su propia posteridad. En su primera etapa Falkman tenía una posición muy cómoda, vendía mucho y satisfacía a sus clientes con obras vacías. Un retrato de cuerpo entero de una hermosa señora de senos enromes y largo vestido negro; una mujer bronceada posa con joyas y con su perrito; otra yace recostada con un vestido amarillo, más joyas y lo que parece un Gauguin a sus espaldas. La constante es la imitación del estilo del retrato convencional y comercial norteamericano de los años cincuentas. Las pinturas son de pincelada plana, limpia, inexpresiva, muy trabajadas, con detalles del retratado y un acabado perfecto. En el sentido comercial son piezas correctísimas, impecables en su realización y fallidas en su trabajo artístico. Pinturas vulgares que seguramente fascinaron a sus clientes.
Sin embargo, ya en cuadros de esa misma época, se toma libertades creativas con sus modelos científicos; las batas blancas tienen una textura pictórica matérica, cargada de volumen. Rostros multicolores, la piel roja de los eslavos que se les trasparenta la sangre, mezclada con azules, anaranjados, verdes. Los científicos, clientes más inteligentes, aceptaban el experimento pictórico que se gestaba en su retrato. Entonces viene el salto deslumbrante en la obra de Falkman: los retratos del año 2011 son piezas en las que decide ser artista, no el prestador de un servicio, sale de su letargo creador e impone un estilo y un lenguaje que hace de sus obras un evento pictórico. La comisión se crece en obra autoral. Falkman aprende de nuevo a pintar reinventado los principios que tiene memorizados. La anatomía de sus modelos es una superposición de pinceladas gruesas, pastosas, cargadas de óleo, que se desbordan; las caras están hechas de brochazos untuosos, casi modeladas.
Los retratados, con este acercamiento más honesto, adquieren
una dignidad y un silencio dramático, son testigos del cambio que el pintor
hizo en su obra, se prestan para que se materialice, dejan que la pintura hable
por ellos. Entre más pictóricos, más humanos. Una condesa con un vestido que
remata con una flor de tela, la pintura se extiende gruesa en el lienzo, plena
de relieves, agitada. El ímpetu de destruir la convención de la realidad. A
partir de la acotada obligación de retratar a alguien utiliza los elementos que
tiene para demostrar las posibilidades infinitas de la pintura. El parecido
absoluto y testimonial lo da la fotografía, pero la redimensión del ser humano
como tema, únicamente lo pueden aportar esas pinceladas que superan lo que
realidad ofrece. El retrato con estas características no sólo cumple con ese
misterioso capricho de capturar en un momento la vida de alguien; es, en
esencia pintura. Es la construcción de una persona a través de una obra de
arte.
Johan Falkman. La alteridad en el espejo.
Museo del Antiguo Colegio de San Idelfonso. Hasta julio 15
del 2012.
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto, de Milenio
Diario, el sábado 7 de julio del 2012.