domingo, 3 de junio de 2012

EL NUEVO RETRATO Y LOS NUEVOS HÉROES.

Kehinde Wiley.  
 Kehinde Wiley pintor negro y gay está revolucionando al retrato. Guiado por las enseñanzas de los grandes creadores del género como Tiziano, Velázquez, Reynolds, Ingres, Gainsborough, David, crea personajes épicos, santos, héroes y los inserta en una atmósfera rica y suntuosa.  En el siglo XX el retrato se concibió como una imagen íntima del sujeto, se destacó al individuo en una cotidianidad que nos dejara conocerlo como un ser humano sencillo o se colocó en una atmosfera digna pero neutra, sin pretensiones, hasta los actuales retratos de la anacrónica y escasa realeza son sencillos, los reyes ya no demuestran su misión trascendental, se ven como ciudadanos mundanos y relajados. Esas imágenes de los reyes a caballo dirigiéndose al campo de batalla o la presencia inamovible en el trono distinguidos con la capa de armiño se extinguieron como el dogma de su sangre real. Las polaroids de Warhol impresas en serigrafías acabaron de pervertir un género, entre la fotografía de una revista del corazón y el carnet de identidad.

Kehinde Wiley.  
Kehinde Wiley colapsa el arte histórico y la calle contemporánea, reúne las ornamentaciones del rococó francés con la ropa y los gestos de los jóvenes urbanos. Jóvenes que conoce en la calle, modelos profesionales o cantantes, los captura con sus ropas de raperos y les aporta arrogancia de héroes, guerreros épicos, reyes del siglo XVIII, personajes de las tragedias de Shakespeare. El Rey Sol camina por Brooklyn, Napoleón puede estar leyendo en la New York Public Library o haciendo yoga en Central Park, si lo ve Kehinde será inmortal. Sin escatimar medios, con un dominio impresionante de colores vibrantes y anatomista perfecto, pródigo con los ornamentos de fondo, virtuoso en la recreación de la piel, en la textura del color, la musculatura, el brillo de los ojos, crea una sensación hipnótica que impone contemplar esos cuerpos dejando ir el tiempo. .

Kehinde Wiley.  
 Las composiciones se inspiran en los hitos del retrato como el que David hizo de Napoleón cruzando los Alpes.  Retoma a las Tres Gracias, el Juicio de Paris, los santos de los renacentistas, la santísima trinidad, todos con un estilo moderno, hiperrealista.  Con una residencia para estudiar pintura en China, Kehinde asimila la utopía del realismo socialista y evoluciona el concepto de heroísmo de la nobleza al ciudadano que construye su cotidianeidad y su nación. De la majestad del pasado heredado al rostro dirigido al futuro con una sonrisa confiada en sus promesas. El compromiso con la belleza está en la observación y en la recreación, pintar un cuerpo hermoso es una responsabilidad, no se puede quedar atrás del modelo y tiene que alcanzar la idealización que lo lleva más allá de la realidad. En la mitificación del mártir, Kehinde pinta un descendimiento de la cruz, es un hombre joven semidesnudo, acostado en el abandono de la indolencia o la muerte, reposa sobre una plataforma cubierta por telas revueltas, el sexo está velado por una sábana blanca, una mano está sobre el vientre y la otra cae sin fuerza, el fondo es un tapiz de flores verdes, rosas, la piel brilla, su indefensión despierta la tentación de tocarla, de sentirla tersa, tibia.

Kehinde Wiley.  
 El erotismo audaz y liberador de estas imágenes y la masculinidad de los modelos es la emancipación real, sin panfletos ni intenciones socializantes y pedagógicas. Su culto a la belleza masculina, hedonista y mítica, recuerda la concepción griega de la perfección del guerrero, de la Paideia con la que la juventud debería ser guiada. Tiene una serie de estrellas del deporte y de la música que al observarla hacemos abstracción del personaje porque la pintura es más grande que el modelo, construye identidades. Los retratos en trípticos retoman la secuencia renacentista que nos daba varias facetas del mismo personaje, con las manos señalando, bendiciendo, advirtiendo. Estos retratos, que en su mayoría son de tamaño natural y otros son casi murales, van más allá de la representación de una persona, rebasan los límites del testimonio, consiguen la idolatría por la belleza.

Kehinde Wiley.  
Dibujo, grafito sobre papel. 

Dibujo y acuarela. 
Publicado en la Revista Antídoto.