![]() |
Si sabrá más el discípulo, Francisco de Goya. |
En esta utopía del arte todos los alumnos ya son artistas y deben ser aprobados, promocionados y premiados. Masticar comida y escupirla, grabaciones del ruido de la calle, una manguera enrollada: summa cum laude. El error y el acierto, fundamentales dentro del proceso cognitivo del aprendizaje, están nulificados ¿Cómo un maestro va a reprobar o corregir a un alumno por la calidad de un trabajo si todo es arte y la obra es infalible? No existen parámetros o criterios de evaluación y el maestro no tiene autoridad para hacerlo. La misión de adquirir conocimientos también es obsoleta. Si ya la obra está dada, qué le enseña el maestro al alumno.
![]() |
Ya tienen Asiento, Francisco de Goya. |
Para los jóvenes que
desean ser pintores, escultores, dibujantes, grabadores, la escuela actual se
queda corta. Las materias ya no profundizan y por incorporar a las nuevas tendencias
quitan clases y horas de trabajo. La pedagogía de la no frustración, paternalista
y condescendiente, niega la autocrítica indispensable en el desarrollo
artístico. Materias fundamentales como dibujo al desnudo, técnicas pictóricas y
escultóricas se dan con un barniz superficial. Estas disciplinas exigen el
perfeccionamiento para alcanzar, con libertad, un lenguaje y estilo. Por esto,
la solución es dividir a la educación artística. Siguiendo el criterio de
selección y marginación de los museos de arte contemporáneo, que sólo admiten
obras realizadas con discos usados de vinilo, montones de hamburguesas y pegatinas
con mensajes xenófobos. Por un lado, en la escuela de Artes Plásticas los alumnos
aprenderían con profundidad historia del arte, las distintas técnicas
plásticas, utilización de materiales, el formato monumental, entre muchas materias
que hoy se abordan con superficialidad. Y, por otro, crear una escuela de Educación
Interdisciplinar para “artistas” con un un año de duración. Esta escuela sería
un trámite burocrático que le permita al estudiante acceder a instituciones y
becas. Las clases se avocarían a sus búsquedas creativas: llevarlos a basureros
a recolectar objetos; clase de reflexión, retórica y jerga curatorial para que la
obra tenga una explicación; sesiones con psicólogos que motiven los
interiorismos existenciales de sus performances; de apropiación de obras y que
entre ellos mismos usurpen su trabajo; de readymade y las diferentes categorías
en las que se puede dividir y un etcétera que se actualizaría según los
caprichos de la moda. A diferencia de las escuelas de artes plásticas, que
requieren de espacio para talleres, hornos, tórculos y piezas escultóricas, ésta
escuela de Educación Interdisciplinar para “artistas” se basta con un aula con sillas,
archiveros y máquina para café.
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto de Milenio Diario, el sábado 12 de mayo del 2012.