lunes, 26 de noviembre de 2012

CURSO EN LA ENAP. 10 PREGUNTAS AL ARTE CONTEMPORÁNEO.


Los invito al curso intensivo que impartiré en la ENAP "Escuela Nacional De Artes Plásticas", Plantel
Xochimilco.

Aclaración a las anomalías de inscripción al curso.

Nunca pedí cupo limitado, al contrario, dije claramente que el cupo era abierto. Nunca me informaron del protocolo absurdo de que para los cursos son pocas inscripciones y que como yo dije que era un curso, lo limitaron. Si he sabido les digo que bauticen al evento como mejor les parezca y que no limiten la entrada. Hablé con las autoridades escolares y la entrada va a ser libre, sin requisitos de ningún tipo y en un salón con capacidad de 60 personas, si llegan más entran más, y si es necesario que nos lleven a a un lugar más amplio veré la forma de solucionarlo. Insisto la invitación es abierta y sin límite de cupo.  


sábado, 24 de noviembre de 2012

LA MENTALIDAD DE LA MANADA O LA CARGADA CURATORIAL.

Eko, Manada, Xilografía.
 Hacer lo que otros hacen, imitar las conductas colectivas, seguir a la tribu sin mantenerse en las propias convicciones, sin defender ideas individuales, diluirse en la masa, es parte de lo que en piscología social se llama bandwagon effect y se aplica a una conducta política, económica y de consumo. En mexicano se puede traducir como la cargada. Cuando los consumidores se agolpan para comprar un teléfono nuevo, cuando los votantes sin analizar se van detrás de un candidato, cuando los creyentes se entregan a una secta: es la nulificación de la individualidad, es el instinto mamífero refugiándose en la seguridad del rebaño que se alimenta de novedades. 
Esto no es un fenómeno exclusivo de la ignorancia o de la influencia enajenante del marketing. Lo podemos ver en el arte: es la cargada curatorial, el pensamiento de la manada. Las exposiciones son copias en escala de lo que se monta en Londres, en Nueva York y en las bienales, de lo que dicta el imperialismo estético. Forzando lo que ya no es novedad, repitiendo hasta el agotamiento fórmulas que se empeñan en presentar como innovadoras y que ya son centenarias, es la imitación sistemática entre museos y exposiciones que muestran igual tipo de obras desde los mismos parámetros estéticos y teóricos. En el bandwagon effect, los que están fuera se integran porque creen que seguir la corriente o la moda los hace parte de algo privilegiado, y estar fuera es causa de aislamiento social, político o pérdida de estatus económico.

Eko, La Manada, Xilografía. 
La curaduría actual, sin pensamiento original, persigue estar dentro, subirse al carro. Para no vivir el trauma del aislamiento curan las exposiciones sujetos a las reglas y a los lineamientos de lo que se entiende por “contemporáneo” “moderno” “actual”. Hay un enorme rechazo por aportar ideas audaces, la sed de imitación de lo que suponen lo “último” ha llevado a los curadores a un costumbrismo fácil y cobarde: no cuestionan lo que ya está impuesto como estética y arte por el mercado extranjero. Si ya de por sí, este mal llamado arte contemporáneo, es parte del neo colonialismo, con esta mimesis voluntaria se demuestra cómo los países al margen del gran desarrollo imitan a los que los dominan. Los curadores con ímpetu aspiracional, con fiebre por pertenecer a la horda, se trepan en el carro con montajes de colectivas monótonas y predecibles, con un tema, que venga o no al caso, les permita crear una “atmósfera moderna” con ideas mal planteadas y collages de objetos de nulo peso estético. Y por otro lado, si se ven obligados a montar una exposición de arte real, si tienen que trabajar con esa gran desconocida, para ellos, que es la pintura, con ese objeto extraño que es la escultura o la fragilidad peligrosa del dibujo o del grabado, entonces hacen lo que sea para que esa obra parezca arte contemporáneo. Se empeñan en “recontextualizar” y en “actualizar significados” y exponen un muro de Pompeya como si fuera un objeto encontrado. Mutilan pinturas, las cubren con acrílicos, ponen videos sin sentido, cuelgan esculturas como si fueran móviles de juguete y las llaman instalación. Hacinan dibujos en contexto con objetos basura. Comisionan a un performancero para que riegue sus fluidos corporales en el museo. Infantilizan las ideas y el montaje para hacerlo “didáctico”. Lo que sea para no quedarse fuera del pensamiento de la manada. 
Para estar trepado en el bandwagon effect el arte no es suficiente, y mucho menos verlo: hay que curar las exposiciones con los ojos cerrados y escribir los textos sin ver a la pintura o la escultura. Centrándose en detalles que no aportan a la obra, reduciéndola con un discurso de “tono contemporáneo”. Esta cargada, esta manada sin raciocinio independiente, que trabaja sometida al marketing, renuente  a aplicar otros criterios  que los hagan salirse de la corriente, está deformando la idea de la estética y de arte porque no aceptan que para la creación es imperiosa la libertad. Enajenada por las modas y con un sometimiento intelectual que le impide ver al arte, no puede estar montando exposiciones como autoridad plenipotenciaria. La cargada curatorial cree que se pierde de algo sino se trepa al carro, y en realidad, ahí trepados, se están perdiendo de ejercer, su ya escaso pensamiento crítico. 

Para ver más grabados de Eko, autor de las xilografias que aparecen en esta entrada en su blog aqui

Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto de Milenio Diario el sábado 24 de Noviembre del 2012.

sábado, 10 de noviembre de 2012

CÓMO DESTRUIR A UN MUSEO.


Gerard Byrne, 1984 and Beyond, 2007  
Entrada de la sala de la obra de Rufino Tamayo. 
La larga remodelación por la que pasó el Museo Tamayo fue una demostración sustancial de sus valores y una reafirmación de intenciones. Este es un museo de y para curadores. Atentando contra la sensibilidad social, y en consonancia con la demagogia y el autoritarismo del arte contemporáneo, una sala lleva el nombre de Carlos Hank Rhon porque, se supone, que él patrocina su mantenimiento. Rufino Tamayo como recompensa a su labor artística y a la donación de la colección permanente de este museo, tiene esta sala que ocupa, aproximadamente, la quinta parte del espacio museístico para que su obra sea expuesta. Gracias a la decisión de hacer ostentoso y visible el nombre de tan importante patrocinador podemos ver cómo con el arte no solo se lava dinero, también se lavan nombres. 
Carol Bove, 1971. 
 El delirio de las contradicciones sigue en el resto de las salas. La obra de Ryan Gander que para su exhibición se bastaba con tres metros cuadrados, tiene un espacio de más de 200 metros. Esta megalomanía muestra, entre otras cosas, asientos de bicicleta y una obra de “protesta” que consiste en escribir la frase Worlds Fair y esto supone una “crítica a la comercialización del arte”.
Johan Grimonprez, 2009. 
 La siguiente sala exhibe una curaduría frívola y neurótica de Julieta González que versa sobre “Obras de artistas que abordan de manera retrospectiva las visiones del futuro de la modernidad” y “Los imaginarios predictivos”. Omito la lista de artistas que emparenta a Henry Moore con Julieta Aranda, es una ley que en este tipo de exposiciones los artistas son intercambiables y sirvan para decorar las ideas del curador. La curadora ha montado esta misma idea en otros museos y adapta las obras que tengan ahí a su discurso. Con una posición supersticiosa, basada en mitos televisivos de masas, con visión de comic book adolescente de post guerra tipo Atomic Attack, Atomic War y Weird Future, de nulo rigor científico o histórico, esta mega reunión de objetos, videos y obras del acervo es manipulada para ilustrar un discurso curatorial digno de la ignorancia sectaria que hoy representa el Tea Party. No muestra ni analiza los orígenes y consecuencias de esa paranoia social, de las personas y gobiernos que alimentaron el odio al otro, del verdadero impacto de la Guerra Fría; y el prejuicio y la desconfianza a la ciencia que desató.
Ryan Gander, 2012 
 La sucesión de salas atiborradas de cosas, fotos, libros, recortes, post it, difunde leyendas colectivas sin tocar las guerras reales e intereses que detonaron esta paranoia, ni las verdaderas problemáticas que existen hoy y que fueron advertidas desde hace décadas: la nueva generación de golpes de Estado impuestos gracias a la crisis provocada por los bancos. Se queda en su literatura de comic book, un discurso facilísimo que sirve para dos propósitos: insertar obras que tienen que ver poco o nada con el tema y evadir a la realidad, literalmente buscando marcianos sin ver lo que ya está aquí. Mientras la sala de Gander es el vacío de obras y de ideas, en estas salas se congestionan los objetos y el vacío de ideas serias. En la sala de consulta del museo están las dos carpetas curatoriales de esta exposición con sus textos de deficiente prosa y argumentos superficiales.

 Michael Stevenson, Nueva Matemática. 
 En otra sala una exposición decorativa, con un tapete rojo, llamada Primer Acto y otra que se llama Nueva Matemática, que, entre otras cosas, trata de demostrar la científica idea de la existencia del diablo. Me pregunto por qué la obra de Tamayo tiene que convivir con la arrogancia y la banalidad curatorial, quién o cómo decidieron entregar este museo, uno más, a este tipo de exposiciones sin sustento intelectual ni estético. Estamos saturados de estas exposiciones, los museos de la UNAM y la gran mayoría del INBA, están dedicados a validar a los curadores como autoridades del arte. Lo que demuestra la catadura de quienes manejan y exponen en este museo es la pasividad ante el nombre de Hank Rhon en una de las salas. Todas las exposiciones son de pseudo protesta, panfletarias, cargadas de contenido de aspiración filosófica, y ante tremendo nombre en la entrada, sus grandilocuentes denuncias guardan silencio. ¡Bravo! Así se hace. El dinero no tiene ética. Les pido que cada vez que pongan sus exposiciones con intenciones políticas, sociales y morales, recuerden en dónde están y quién los patrocina. 
Ryan Gander 
Rufino Tamayo, Hombre Atacado por un Pájaro,  1980. 
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto, el sábado 10 de noviembre del 2012.