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Luis Buñuel, Simón del Desierto. |
Fragmento de la Conferencia
Magistral impartida en el Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado
ENPEG La Esmeralda, el día 25 de junio del 2012.
EL DOGMA DE LA
EDUCACIÓN ARTÍSTICA.
Partamos de la
situación de esta Escuela “La Esmeralda”. Les dan únicamente tres semestres de dibujo,
algo que llaman bidimensión que debiera ser pintura y de tridimensión. Menos
del tiempo mínimo que requieren estas disciplinas. Les dan uno de fotografía y
uno de video, con lo que además creen que ya salen de video artistas. Teniendo
en cuenta que en el CUEC (Centro Universitario de Estudios Cinematográficos) tomar
una cámara les lleva 5 años de carrera y un examen de admisión exigente. Con estas escuetas bases se adentran en la
producción y en la conceptualización de la obra que es lo más importante de la
enseñanza que imparten. ¿Cómo pueden estar produciendo si apenas tomaron unas
cuantas clases? Con un plan de estudios como el que tienen aquí, con maestros
que declaran en programas de televisión su odio a la pintura y dan clases de
pintura, con una dirección que evidentemente adecua la educación a las modas y
al mercado, no tiene sentido que vengan a estudiar aquí. Si quieren ser
artistas de verdad, saber pintar, dibujar, esculpir o hacer grabado con este
formato escolar no lo van a aprender con la profundidad y el rigor necesarios;
y para los demás, los interesados en el arte VIP, video, instalación,
performance, ésta escuela sobra, porque analizando la planta docente no veo a
las estrellas del medio impartiendo clases. Esta escuela ofrece formación
insuficiente para los que si quieren aprender artes plásticas y para los que no
lo necesitan porque ya se consideran artistas no les ensaña lo que si deberían
saber. Con la falsa pretensión de que ya son artistas lo único que deben tener
un papel que les de acceso a becas y aprender a llenar las solicitudes de apoyos
y el who is who de los curadores, directores
de museos etc. Tampoco es necesario que estudien teoría y jerga curatorial. La
retórica de la obra está en manos del curador, el artista lo único que tiene
que hacer es designar a algo como arte, ya lo dijo Danto “que los artistas nos
dejen a los filósofos el trabajo de pensar en la obra”. La autocritica, que es
fundamental en todo proceso de creación artística, con esta ideología del arte
no existe. Lo que el alumno haga es aceptado como arte, una mesa con alimentos
en descomposición o carritos de juguete son arte. La pedagogía paternalista de
la no frustración impide que la obra pueda ser examinada, corregida y, como
debería ser en la mayoría de los casos, rechazada. Estas formas de expresión
son una moda, y una escuela no puede sacrificar un plan de estudios completo únicamente
para estar al nivel de las galerías que ofertan estas obras de anti arte. Ha
sido una enorme irresponsabilidad y un atentado a la educación artística que
las materias básicas de las artes plásticas se redujeran al mínimo para que les
den conceptualización de obra, es decir, hacer discursos para los objetos que producen. La obsesión de este anti arte por las obras
efímeras, por hacer trabajos de exponer y tirar no puede ser aplicada en la
formación de personas. Esta escuela está formando artistas de usar y tirar,
porque cuando estas modas pasen no van a tener en las manos una formación
sólida para salir adelante. La educación es una decisión existencial, es un
proyecto de vida y la dirección de esta escuela está jugando con eso. Los
alumnos están perdiendo un tiempo muy valioso en sus vidas y están siendo
engañados. Conceptualizar y generar todo tipo de discursos retóricos no hace a
la obra. Que manden hacer su obra no los hace artistas. Las ocurrencias no son
arte. Desde la distancia que me da ser espectadora de este fenómeno puedo
apreciar el daño que se hace al arte, la frustración que vive el público ante
estas obras, pero ver que son personas, o sea ustedes, los que reciben una
educación sumisa al mercado, que frustran talento para entusiasmar
mediocridades, eso es algo de lo que un día tendrán que hacerse responsables
los que tomaron la decisión de cambiar este plan de estudios. Esta escuela
tiene una responsabilidad social y humanística que están pervirtiendo en nombre
del dogmatismo de una ideología. Su ropa sucia, avioncitos de papel, caminar
sobre la calle, mención honorífica, artistas readymade, para ustedes la utopía se
ha consumado, en el dogma está su salvación y su consagración, todos son
artistas.
CONCLUSIÓN.
Dice el filósofo Michel Onfray en su libro La fuerza de Existir “Las galerías de arte contemporáneo exhiben con complacencia las taras de nuestra época”. Este mal llamado arte es una tara de nuestra época, y como tal significa un retroceso en la inteligencia humana. El desprecio endémico que tiene por la belleza, la persecución que han hecho en contra del talento, el menosprecio por las técnicas y el trabajo manual, está reduciendo al arte a una deficiencia de nuestra civilización. No es inocuo que se demerite a la creación humana para dar cabida a una ideología y sus dogmas, permitiendo un coto del poder que en otras circunstancias sería imposible de imaginar. Es una realidad que miles de personas que se auto llaman artistas no podrían hacerlo si no hubieran implantado esta ideología. La experiencia estética no existe con estas obras, nada hay que apreciar, evaluar, cuestionar. La obra se ha convertido en una rapsodia de teorías y sustantivos. Y evidentemente la aseveración clave, esto no es arte, está absolutamente fuera de su código de ideas. Falso arte de autoayuda, de optimistas ciegos, deslumbrado por el concepto de contemporáneo, creer en lo moderno, creer en lo que todo es bueno, válido, inteligente. El optimismo no quiere ver al desfiladero al que se dirige cantando, no se detiene y mira a su alrededor, avanza delirante, ha descubierto algo, la apoteosis de la felicidad: todo es arte.