
El actor James Franco, protagonista de la película 127 Horas, y el colectivo artístico Praxis crearon el Museo de Arte Invisible, MONA. Las obras están descritas en tarjetas y al espectador le toca imaginarse lo que proponen. La declaratoria de intenciones del museo afirma que es “una extravagancia de la imaginación”. Ni es una novedad ni una extravagancia, obras y exposiciones invisibles existen desde los 50’s. Yves Klein hizo una arquitectura de muros, techos y muebles de aire; Mauricio Cattelan, en 1991, denunció en la policía que le habían robado de su automóvil una escultura invisible; Warhol puso una columna vacía y dijo que la ocupaba la presencia del arte. Estas obras se reunieron en la exposición retrospectiva A Brief History of Invisible Art curada por Ralf Rogoff en 2005, en el CCA Wattis Institut for Contemporary Art de San Francisco. El curador “reconstruyó”, entre muchas obras, columnas de aire de Michael Asher y cuadros de tinta invisible de Bruno Jakob. En el MONA las obras están en venta, la primera la obtuvo por 10 mil dólares, casualidades de la vida, el dueño de una empresa de marketing y esta venta puso al museo en el mapa mediático.

Si son tan conceptuales y la obra se reduce a las ideas, negándole una presencia tangible, pues llévenlo aun más lejos. Para empezar los compradores no necesitan dinero real para pagar las obras, así hasta suben los precios: 1 millón de dólares etéreos. Tampoco requerirían exposiciones ni museos, les basta con recintos incorpóreos, y los apoyos económicos deberán ser intangibles, como su fructífera producción artística. En las escuelas de arte invisible que nuestros curadores especializados en Fluxus dirijan el doctorado que se acredita con una tesis de aire. El MONA explica que “redefinen el concepto de qué es real” y que “este mundo no es visible pero es real”, estas ideas son un reducto repetitivo de los discursos religiosos que afirman “que el mundo invisible es tan real como el mundo visible” y por si fuera poco, eso que no vemos es perfecto. El poder de cualquier credo está justamente en lo que no vemos: “Creador de lo visible e invisible”. Lo visible es su parte más débil porque es lo que la ciencia analiza, y puede, con pruebas en la mano, desmantelar de sus ficciones, pero lo invisible es incontrovertible. No hay argumentos suficientes para rebatir la creación intangible de esa fantasmagórica inteligencia superior, eso no entra en la verificación empírica. Ahí campean las supersticiones y las leyes más intransigentes y demenciales, esas entelequias sostienen al aparato teológico.

La unión intencional arte-teología, hace del trabajo intelectual del arte un dogma de fe. Una vez que se dividió tajantemente a la filosofía de la teología, que perdieron ese pedestal que los posicionaba como pensamiento universal para ser pensamiento tribal, es el arte neo conceptual el que les abre la puerta para ocupar el sitio que la razón les tiene negado. Estas obras para “verlas” exigen, como interpreta Jaques Maritain a San Pablo, “entrar en la hiperesfera de la contemplación de los santos, para hacer del orden natural uno sobrenatural”, y sigue con la especulación “el espíritu encuentra otra forma de conformar lo real”. El arte ya no tiene una verdad visual, ni forma parte del conocimiento, se enrola en la metafísica y la especulación de lo irreal y entra en la lista de los grandes engaños colectivos. La realidad visual del arte se desacredita para impedir que pueda ser evaluado y analizado de forma racional, el arte no existe por sí mismo, ni en el Universo, ni en el espacio, ni en el orden simple de las cosas, es una idea consecuente con Santo Tomás en la Summa Teológica: “la idea nunca excede al sujeto, porque nunca está en algo, sino en la mente”. En un retroceso de la inteligencia, destruyen la congruencia entre lo que vemos, lo tangible y lo que razonamos. Estas necias verdades que se crean por consenso, -si alguien compro una obra invisible, la obra existe- son el camino del nuevo oscurantismo. La promesa de la belleza y la inteligencia para cuándo la dejamos ¿para después de la muerte, en un Paraíso fuera de este mundo? El arte contemporáneo es la nueva teología.
Una entrevista a James Franco sobre el MONA AQUÍ.
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto, de Milenio Diario, el sábado 6 de agosto del 2011.