
Uno de los discursos oficiales del arte contemporáneo es que el arte verdadero, la pintura, escultura, dibujo, son de contemplación pasiva o sea el espectador no reacciona ante la obra, y que el arte contemporáneo busca un acercamiento participativo a la obra. Analicemos esta afirmación desde el punto de vista científico -el único válido- para entender lo que sucede en el cerebro ante el arte.
En la Emory University School of Medicine, Boston College y Houston University realizaron un estudio para explorar la influencia del arte en el marketing, y ver si incorporando una pintura en el paquete de un producto este es más atractivo para el público. A varios voluntarios les mostraron pinturas de diferentes artistas conocidos y desconocidos (Picasso, Monet, Van Gogh, entre otros) y fotografías de objetos similares. En el scanner cerebral observaron que el cerebro se activaba más ante la visión de las pinturas que con las fotografías de objetos en la región del estrato ventral, que forma parte de las respuestas emocionales, del sistema de recompensa y se involucra en la toma de decisiones en condiciones difíciles. Otras áreas que se activan ante la presencia del arte son el hipocampo y la amígdala. El hipocampo interviene en el almacenamiento de la memoria porque permite recuperar información verbal, visual y auditiva almacenada y que podemos activar ante la presencia de una obra de arte. La amígdala forma parte de la región orbito frontal de la corteza cerebral, relacionada con el aprendizaje y la memoria, que nos permiten asociar lo que percibimos visualmente a las emociones. Por lo tanto la observación pasiva no existe, el sistema límbico del cerebro se activa ante la belleza, se involucra con la obra de arte. Al participar el sistema límbico el cerebro genera emociones y sensaciones, que son la valoración ante lo que presenciamos, como lo es el placer, que como todos saben, es esencialmente activo.

En otro estudio con niños abandonados y adoptados en condiciones difíciles, que desconocen la cercanía del contacto amoroso, les dieron clases de dibujo y pintura como parte de su educación y comprobaron que el arte mejoró sus habilidades motoras, cognitivas y sociales. No es que el arte pudiera sustituir las relaciones humanas pero disminuyó en ellos la agresividad, la ansiedad y creció la comunicación, el lenguaje y el deseo de interactuar con otras personas. Los niños que reciben clases de arte adquieren madurez emocional y la sensación de que pueden hacerse cargo de ellos mismos. Dibujar incrementa la memoria y el aprendizaje de otras materias.
En las actuales escuelas profesionales de arte, en nombre de un dogma, están graduando malos artistas y personas con menos talento eliminando el dibujo y la pintura, disciplinas no sólo indispensables en una formación estética, sino que además aportan al desarrollo cognitivo. Realizar arte con las manos, visualizar una imagen y generarla depende tanto del hemisferio izquierdo como del derecho. El izquierdo realiza las abstracciones, el análisis y proporciona la información, el derecho se encarga de la creatividad, la imaginación, el color y las imágenes. Esto demuestra que son mitos del arte contemporáneo afirmar que la contemplación es pasiva y que no hacer la obra es más intelectual o cerebral que hacerla, como si la factura no significara un proceso cognitivo complicado en el que intervienen la toma de decisiones, el pensamiento crítico y el creativo. El artista absorbe información de la realidad, le da otro significado y crea información nueva, establece una meta y decide cuándo la obra está terminada. El arte verdadero involucra diferentes regiones del cerebro, activa conexiones neuronales, despierta sensaciones y emociones, provoca y estimula la inteligencia y nos potencia como seres humanos.

Los objetos cotidianos y las simplezas elevados a la categoría de arte no obtienen la misma respuesta cerebral porque forman parte de la información diaria y constante que recibimos. Un libro tirado en el piso no despierta actividad cerebral relevante y somete a nuestra percepción a la rutina de la cotidianeidad porque el artista no es capaz de transformarla en algo extraordinario. Ya al margen de la retórica, de los intereses comerciales y burocráticos, si en la educación profesional del artista frustran la inteligencia creadora eliminando el dibujo, pintura y escultura y le quitan al espectador la oportunidad de contemplar arte real y de desarrollar conexiones neuronales, en nombre de la banalidad de una moda están causando una amputación a la inteligencia. Están formando sociedades estúpidas con arte estúpido.
Publicado en la Revista Antídoto.