sábado, 26 de marzo de 2011

WE WANT ART


Elizabeth Catlett, Next Generation.
Es imposible soportar la esclavitud para quien ha conocido la libertad. Para tener consciencia de la libertad no es necesario vivirla, basta que otros la ostenten para que los que están al margen de este derecho sepan qué es y que es injusto carecer de él. Los ciudadanos afroamericanos que nacieron en Estado Unidos privados de la libertad, sabían que ese trato era insoportable para la dignidad humana. La libertad es camino y es objetivo en el arte y cuando el artista es consciente de que la creación es una declaración de principios, porque con ella ejerce un derecho, la obra adquiere dimensiones emancipadoras. Los artistas afroamericanos han defendido su identidad con su arte y no necesariamente con obras de contenido político, sino tomando riesgos en la aportación de estilos y lenguajes.
La Universidad Metropolitana, campus Azcapotzalco, reúne una excepcional e inusual muestra en la Galería del Tiempo. La obra gráfica de Elizabeth Catlett, que es nacionalizada mexicana y formó parte del Taller de la Grafica Popular, con litografías de esencia social que se trasmite con la cotidianeidad entrañable de la imagen, Next Generation, un padre que carga orgulloso a su hijo, lo mira con amor, intrigado por su futuro, que para una mayoría se construye con más dificultad que para otros. La influencia del Taller de la Grafica Popular es evidente en el contenido y el poder de las imágenes, Catlett hace presente lo que la sociedad se empeña en hacer invisible, le da rostro y dice, “aquí estamos”. La litografía Negro es Bello I dedicada a los “Black Panthers”, el movimiento anti racista y revolucionario de los 60’s, es un rostro escultórico que rodea con panteras, la afirmación de belleza en la factura y el título es protesta, es llamada de atención al otro: mira somos bellos; mira merecemos respeto. Es la dignificación del ser por el arte.


David C. Driskell, Bajista, The Bassist.
La obra de David C. Driskell, profesor emérito de arte en la Universidad de Maryland, son litografías y serigrafías en composiciones de color y movimiento. Jardines de hierbas medicinales, flores y vegetales que se entrelazan en tonalidades impuestas por la paleta del artista. Bajista, The Bassist, es una litografía impresa en seis placas, las líneas trazan el sentido de la música, la violencia de sus colores son las variaciones infinitas del jazz que podemos escuchar por los verdes, anaranjados y azules que estallan. Driskell es master printer y se obsesiona con hacer de la técnica una herramienta dócil que responda a sus obras, las litografías son imposiciones de color, con texturas que destacan entre las tonalidades y formas orgánicas que recuerdan su infancia entre las plantas que con sabiduría sembraba su madre.
Curlee Raveen Holton, Legacy.
We want freedom fue un grito que no cesó hasta que se hizo oír, Curlee Raveen Holton, director del Experimental Printmaking Institute de la Universidad de Lafayette, hace del ejercicio de la libertad un acto de voluntad, su serigrafía Legacy es la rebeldía de David Kearney McDonogh de negarse a seguir soportando su condición de esclavo y exigir su derecho a estudiar en una universidad y graduarse como médico. En 1844 McDonogh fue el primer esclavo que se graduó en la carrera de medicina en la Universidad de Lafayette. La obra es un collage que reproduce el rostro de McDonogh y las actas de agosto de 1965 en las que el Congreso estipula los derechos civiles para todos los ciudadanos sin importar su género, raza o color. Imágenes impresas en distintos colores, configuran un fondo para imponer en tinta negra el rostro resuelto y valeroso de McDonogh, sobre las leyes que gente como él hicieron posibles. Educación, integración.
El racismo no es historia, sigue presente en las sociedades, acabar con el tirano no termina con la tiranía, es preciso reconocerlo y señalarlo. La marginación es una de las formas más violentas de ejercer el poder, lo vemos en nuestro entorno profundamente racista e hipócrita, que criminaliza la pobreza, el origen indígena, las preferencias sexuales. Entre la complicidad déspota del silencio y la caridad humillante. Estos artistas afroamericanos al recrear con sus obras su origen y su legado nos enfrentan a nuestro vacío, a las heridas profundas de nuestra sociedad.
A través de las Fronteras. Colectiva de arte afroamericano contemporáneo. Galería del Tiempo de la Universidad Metropolitana, campus Azcapotzalco.
Publicado en el Suplemento Cultural Laberinto de Milenio Diario, el sábado 26 de marzo 2011.


viernes, 18 de marzo de 2011

MESA REDONDA SOBRE ARTE.

Mesa redonda en torno a la exposición Hitos de una ciudad/ Acervo vivo. En San Carlos Centro Cultural, en el interior de la Academia de San Carlos. Participan: Avelina Lésper, Barbará Perea, Omar Gamez, Edgar Orlanieta y Emilio Zaid.

Dirección Academia 22 Centro Histórico. El jueves 24 de marzo a las 17 horas. Entrada libre.

domingo, 13 de marzo de 2011

ARTE POST AURÁTICO: EXPERIENCIA ESTÉTICA O FETICHISMO.

Martin Creed, Escultura
La adicción de Occidente a la fatalidad lleva a creer que “todo está escrito”. La historia del pasamiento está saturada de predicciones mal interpretadas, que nos hemos empeñado en hacerlas cumplir, desdeñando la libertad. En 1936 Walter Benjamin afirmó que la obra de arte por su condición extraordinaria de autoría, originalidad, permanencia y unicidad posee un aura que la hace un objeto de culto. La reproducción mecánica de la obra la despojaría del aura y del culto hacia ella. Analizaremos una predicción errónea por un concepto equivocado basado en términos falsos.
Walter Benjamin.
Admiración y culto son actitudes distintas ante el objeto observado. El arte, desde sus inicios, es un proceso intelectual que detona en su contemplación múltiples reacciones. La contemplación no es pasiva, el culto y el aura son términos religiosos que denigran la posición del espectador frente a la obra de arte. La adoración religiosa es irracional y evita el cuestionamiento y la investigación. El que rinde culto no duda de su objeto de adoración. La fe que motiva el culto es un estado de inconsciencia ante la realidad, de ausencia de análisis. El impacto que tiene la obra de gran arte sobre el espectador, por ser una pieza única por su factura y tema espléndidos, no tiene nada que ver con la adoración fetichista sin sentido intelectual de, por ejemplo, reliquias religiosas. Esta denominación de aura se convirtió en un objetivo a combatir por el hecho de que supone una distancia entre el espectador y la obra. El aura impone una condición de superioridad: la obra es más grande que yo, la obra está lejos de mí, está realizada por un genio, es intocable. Haciendo abstracción de que, aun siendo una obra maestra, es resultado del trabajo de una persona, no hay nada de metafísico en ella, no existe sabiduría infusa o divinidad sobrenatural, es únicamente humilde trabajo humano. La obra puede ser admirable o cuestionable, aplaudida o rechazada, no exige la comunión absoluta del que mira. Nunca ha existido la aceptación implícita del arte, porque el arte se realiza desde la libertad del creador para enfrentarse a la libertad del espectador. A partir del discurso de Benjamin, la destrucción del aura se convirtió en una misión que acercaría al espectador a la obra, porque ya no tendría esa presencia imponente e intimidatoria que supone el culto, dando paso al arte post aurático.


Martin Creed, Escultura
Pero podemos ver que el arte post aurático no existe, estamos ante el apogeo del arte aurático, del objeto de adoración irracional. El tema y la factura, lo que en primera instancia hace a la obra sobresaliente, ya no son importantes, debemos pensar en lo que significa, no en lo que es. Esto hace de la obra justo lo contrario de lo que Benjamin dice, la obra que se admira sin valores tangibles es aurática porque implica un culto irracional, una admiración que se sostiene en la fe en valores sobrenaturales, en lo que le dicen al espectador que la obra es, no en lo que la obra representa en la realidad. Las obras contemporáneas reclaman admiración por un significado metafísico o aurático que no es evidente para nadie, pero que forma parte de su discurso y existen como obras de arte en la medida en que creamos en este discurso, antes no. El aura es lo único que sostiene a estas obras sin valores visibles. Para la religión y el arte contemporáneo, a diferencia de la ciencia, la verdad no es objetiva, todo está sometido a interpretaciones y significados, unos zapatos sucios no son unos zapatos sucios, son lo que significan y esto le da a la obra un valor metafísico. El objeto adquiere su aura en un proceso de transustantación, redimensionado por el cambio de contexto, el trayecto iniciático del supermercado al museo, del tiradero de basura a la galería. El significado no es una subjetividad, es una arbitrariedad. Es la imposición de un concepto que carga de importancia a algo que no la tiene y en la medida en que este significado sea más complejo la obra aumenta su valor. Sin un criterio de evaluación que lo haga verificable, es como toda arbitrariedad metafísica, un capricho. El poder teologal y mesiánico del curador y del artista le confiere aura a todo lo que tocan convirtiéndolo en arte.
Fragmento de la conferencia dictada en el Segundo Coloquio de Arte y Decodificación visual en el Instituto Cultural Helénico.
Publicado en el Suplemento cultural Laberinto, de Milenio Diario, el sábado 12 de marzo 2011.

sábado, 5 de marzo de 2011

ENTREVISTA PARA MILENIO GUADALAJARA

Entrevista realizada por Ignacio Dávalos para Milenio Guadalajara.

Guadalajara.- Hace un par de días, presentamos la visión de Patrick Charpenel, un tapatío mecenas y promotor del arte contemporáneo en donde afirma que esta expresión es incluyente y crítica. Aquí, le ofrecemos una entrevista con Avelina Lésper, una crítica que diverge de ello.

¿Cómo percibes el arte contemporáneo?
Creo que es una corriente que ha venido a dañar muchísimo la manera en que percibimos el arte y lo que vemos en los museos. Fomenta un relativismo según el cuál todo es arte y todos pueden ser artistas, con el simple hecho de construir un discurso que medianamente sustente un planteamiento cualquiera. Es una especie de tiranía, en donde el arte es lo que un grupo decide que lo es.

¿Por qué es una expresión tiránica?
Porque es una imposición que deben acatar los demás. Se trata de artistas privilegiados y ociosos que cuentan con el apoyo del mercado y de las instituciones para ejercer un poder en donde no cabe la actitud crítica de quienes observan. Por eso es tiránico y además es mediocre por lo simplista del mensaje.

¿Ves al arte contemporáneo como un arte para todos, con críticas al estatus quo en que vivimos?
Por supuesto que no lo es. Es un discurso infantil, con nivel de secundaria en donde las críticas son totalmente superficiales y simplistas. Si hubiera una trasgresión real al orden político y social, entonces no podríamos explicarnos que sea este mismo aparato el más apoya y fomenta estas expresiones. Sus críticas son berrinches infantiles y ante eso, la oligarquía que marca los pasos de la sociedad está muy cómoda. Por eso, gustosos, invierten dinero en ello, porque les sirve para evadir impuestos y para legitimarse socialmente.

¿Qué futuro le ves al arte contemporáneo?
Es una moda de élite en donde se exalta el consumismo y se pagan cantidades exorbitantes de dinero en donde el que compra vale lo que gasta. Para ellos, ‘si no te gusta, es porque no entiendes, no tienes el bagaje necesario’ Yo invito a al público a que exprese sin miedo su opinión. En la medida en que quitemos este yugo y digamos qué no nos comunica y por qué, será como podamos ir evolucionando. Ha hecho un grave daño a las instituciones, pero es una moda que pasará de largo