

Escultura NO de Santiago Sierra.
Desde julio del 2009 y durante este año viajó en un tour global la “escultura” titulada NO de Santiago Sierra, que a su vez es la palabra “no” realizada en madera, pintada de negro, en tipografía arial y que mide 3.20 X 4.00 metros. Sobra decir que él NO la realizó, la mandó hacer etc. Las letras que no van más allá de ser un prop publicitario, el artista las explica con una reflexión que habla de un grito lo más alto posible, “las personas que luchan en contra del sistema necesitan imágenes y los artistas se las debemos dar”. En este caso el NO con su mensaje impositivo y autoritario aunado a como está construido y utilizado, se convierte en un logotipo. Es el logotipo del arte contemporáneo. La reflexión continua: “es un NO sin precisar, en contra del mamoneo del sistema que toma a sus ciudadanos como borregos y crea sociedades acríticas”. Así la profundidad de las ideas, NO a lo que sea y claro, soportado por el término filosófico “mamoneo”. Ante este nihilismo de escaparate, cómodo y sin implicaciones reales, pensemos, en realidad ¿a qué le dice NO el logotipo de los artistas, promotores y curadores del arte contemporáneo? ¿Qué es lo que en verdad significa ese NO? ¿Qué tratan de aniquilar con ese NO?
NO al trabajo, a realizar las obras con sus propias manos.
NO a la inteligencia.
NO a la belleza.
NO a la crítica.
NO a las ideas que trasformen esta sociedad.
NO a la emoción que puede despertar una obra en el espectador.
NO a un arte evolutivo que cambie los parámetros en los que está estancado y hundido.
NO a las escuelas de arte que forman artistas. Es más necesario formar gestores y coyotes.
NO a la pintura, a la escultura, al dibujo, al grabado realizados con virtuosismo e inteligencia.
NO al compromiso con la sociedad.
NO a la libertad intelectual del artista.
NO a la autonomía económica del artista.
NO a la transparencia en los tratos entre museos, galerías, curadores, artistas y promotores.
NO a la necesidad del público de regresar a los museos a ver cosas que le aporten a su realidad.
NO a la memoria.
NO al talento.
NO a los soportes humildes como el papel y la tela.
NO a los materiales que requieren trasformación como la pintura, el barro o el bronce.
NO a la representación de la figura humana.
NO a la investigación seria de los dilemas y problemas del individuo.
NO al dominio de las técnicas.
NO a la obra terminada; el proceso es la obra.
NO a reconocer que las artes plásticas son contemporáneas y revolucionarias.
NO a la apertura de los museos a otras expresiones más allá de sus zafiedades.
NO a la verdad acerca de los materiales que utilizan cuando la obra es el material mismo.
NO a reconocer que han marginado a la sociedad y la han expulsado de los museos.
NO a vislumbrar el enorme daño que han hecho al arte.
NO al diálogo.
NO a romper el círculo vicioso curador-dictador/artista-esclavo.
NO a cuestionar las obras.
NO a regresar al artista su lugar de creador y dueño de la obra, el curador es el artífice y el cerebro.
NO a la autoría.
NO a la obra original.
NO a la obra trascedente, todo es efímero.
NO al riesgo, todo debe ser acotado.
NO al arte intemporal, todo es moda.
NO a la trayectoria, lo importante es la novedad.
NO al mérito, el tráfico de influencias es parte de la obra.
NO a las obras complejas, todo es chistorete.
NO a los coleccionistas cultos y sensibles.
NO a que el público vea las obras con su propia inteligencia.
NO a saber ver y decir lo que se ve.
NO a la realidad, la obra NO es lo que ves, es otra cosa.
NO al erotismo.
NO a la poesía.
NO a las utopías.
NO a la tragedia.
NO a lo terrible.
NO a la obra independiente del contexto.
NO a la obra que se sostiene sin discurso curatorial.
NO a la trasgresión.
NO a la provocación.
NO a entender que el arte no es un dogma.
NO a los ideales.
NO al cambio.
NO a la ética artística.
NO a entender que el arte no es un designio milagroso, es resultado del trabajo.
NO a aceptar que lo que hacen NO es arte.
Publicado en Laberinto de Milenio Diario, el sábado 28 de agosto del 2010.