
Antoine Watteau se formó como artista en un taller de grabado que realizaba copias en gran volumen de pinturas religiosas, retratos del rey, etc. Estos talleres hicieron que el grabado adquiriera una calidad altísima, así depuraron técnicas y medios. Más tarde, Watteau conoció las pinturas de gran formato que Rubens realizó para María de Medici y se concentró en su estilo, en esa voluptuosidad orgiástica de sus composiciones, y las trabajó dentro de sus temas. La obra de Bacon está basada en la composición de Velázquez y una de sus obras memorables es el retrato del Papa Inocencio X que realizó en diferentes versiones. La creación necesita de maestros, es una regla de los grandes pintores que su aprendizaje técnico y su búsqueda de un estilo personal incluya ver y copiar a los clásicos para entender sus virtudes y hallazgos. Este aprendizaje se traduce en un homenaje que obliga al arte a evolucionar. La circunstancia de Bacon no es la misma que la de Velázquez, su mirada, su talento, su condición personal es totalmente distinta, y la obra se transforma y con esto el arte avanza y nuestra visión y memoria de imágenes se alimenta.
Laurel Woodcock, Quotation, 2006, blue neon.
Esto puede suceder si la creación existe, es decir si el artista hace su obra, dibuja, pinta, esculpe, porque al final el talento crea una originalidad que prevalece por encima de la influencia.

En el arte contemporáneo, donde la maestría es directamente proporcional a la falta de creación, se rechaza a la autoría original y los artistas plagian obras con los eufemismos de la apropiación, la intervención o las mandan hacer. Esto hace una abismal diferencia con los ejemplos antes citados, porque partir de una obra para revolucionarla abre posibilidades al arte, repetir o robar obras lo estanca, lo depreda y lo convierte en la representación del nulo esfuerzo intelectual. Además, cuando la obra es el material (luz neón, basura, objeto encontrado, un ready-made, por ejemplo) la repetición no aporta ninguna implicación creativa, es irrelevante que sea el mismo objeto (otra vez zapatos, ropa, urinarios etc.) o que cambien de objeto, el hecho es que es una cosa cualquiera y todas las cosas en su esencia son lo mismo: objetos prefabricados. Luego están los que mandan hacer la obra, en los que su trabajo es sólo pensar, y no realizan ni el performance, ni el objeto, y hasta personas fornicando se convierten en un ready-made. Intervenciones que alteran una obra terminada y pretenden que así nulifican la autoría original. Entramos en un terreno que en la literatura y la música está claramente definido y que, en cambio, en las artes visuales se ha convertido en un género: la falta de ideas y la parasitación como obra final. Si la transgresión consiste robar o intervenir el trabajo de otros ¿qué sería de las letras con este sistema? ¿Qué harían los escritores tan aguerridos con los derechos de autor si alguien copia sus novelas y se las adjudica como literatura contemporánea? En la música que siempre andan a la caza de la piratería, ¿qué pasa si alguien se adueña la obra de un compositor y la vende como suya? Ya no digamos el copiado indiscriminado del mercado negro, tomarla y apropiarse de la autoría. O si un escritor manda hacer su libro a otro autor -los libros de negros o escritores fantasma, son obras de no escritores, memorias de políticos, nadie los toma como autores serios- si se descubre que un autor más o menos respetado manda hacer sus libros o los copia este cae en la abyección. ¿Por qué lo que en otras artes es delito en el arte contemporáneo es estilo? Porque aquí la falta de talento está amparada por las teorías más necias para permitir que subsista un sistema que va en contra del arte mismo, de la creación y del trabajo.
La repetición y la apropiación sistemática no cuestionan la autoría ni la originalidad, son un robo descarado y es la deliberada intención de impedir la evolución del arte, instaurando la negación del trabajo como ideología. Esto ha convertido al arte en una secuencia predecible y monótona de obras. Los ejemplos son muchos desde la apropiación de Duchamp por la Mona Lisa, y la que después hizo Warhol de esta “obra” de Duchamp, que aquí el francés, muy delicado, no aguantó la broma y se ofendió y no acepto ir a ver la exposición de Warhol en el MoMA cuando vio “su Mona Lisa” en la invitación.
Joseph Kosuth, Five Words in Green, 1965.
Los cientos de urinarios de otros autores, los grabados de Goya y pinturas clásicas robadas por Jake y Dinos Chapman y alterados con intervenciones infames; la obra completa de Richard Prince que hurta anuncios de Marlboro y portadas de libros de los 60’s; los letreros de luz neón; las exposiciones con cuartos vacíos u obra fantasma; el found footage que roba fragmentos de películas y los reedita. Desde el primer cuadro pintado de blanco por Malevich en 1918, hemos visto desfilar cientos de versiones hasta llegar al extremo de la luz blanca de un video proyector, o el chistorete de Loris Gréaud de afirmar que es su autorretrato con pintura invisible.
Lo increíble es que sean ideas tan malas y además se las depreden, las devoren como si fueran fuentes de sabiduría. ¿En sus profundas limitaciones está su grandeza? Estas repeticiones hacen de las exposiciones secuencias sistemáticas y sintomáticas de la degradación en la que han sometido a la creación para que destaque un sistema ideológico. Buscando la libertad absoluta, desligándose del arte del pasado cayeron en una dictadura ideológica: destruir sin aportar. Este arte no crea o propone romper límites estéticos, impone un pensamiento perezoso de fácil manipulación. Sus objetos no son obras, esta repetición es propaganda que impacta por insistencia, el anuncio que se vea más veces es el que va a penetrar en la mente del espectador. Esta reiteración de ideas tiene como fin convencernos de que esto es lo que ahora tenemos asimilar como arte. Su monotonía responde a que necesita la igualdad para someter, han uniformado al arte como lo hizo el sistema comunista con sus ciudadanos para tiranizarlos intelectualmente y establecer que el valor del individuo no existe, que prevalece el de un grupo. Por eso denostan la autoría y la originalidad, es un sistema totalitario de igualdad. No existe jerarquía de valores, hay una validez generalizada implícita: si eliges un urinario o un letrero de neón o basura es arte. En este arte la libertad intelectual es falacia y prohibición, han olvidado que la repetición es sumisión sin razonar. La igualdad de la mediocridad.Publicado en el Revista Replicante
14 comentarios:
Como siempre Avelina, tus escritos resultan tremendamente esclarecedores de la situación tan tristemente patética que vive el arte en nuestros dias. Comparto plenamente contigo el pensar que realmente vivimos o mejor padecemos una época tiránica, estamos bajo la influencia de una tirania y todos losmecanismos que muy bien describes son los que ultiliza cualquier régimen dictatorial.
muy buenos los ejemplos acerca de la música y la literatura, yo siempre me imaginé que sería de la música si algún día algún músico pongamos un violinista decidiera interpretar alguna obra de Sarasate sin cuerdas en su violín, y decidiera hacer alguna performance utilizando esta idea, y acabara funcionando, y el público le aplaudiera (por miedo a quedar de ignorantes), ¿que situación le esperaría a la música desde este mismo momento?.
Gracias una vez más Avelina por ser nuestra voz.
Gracias por compartir; con las fiestas no había tenido tiempo de leerlo. Alguna vez tuve la desgracia de escuchar a José Nuño hablar sobre su "nueva obra" en neón, que era una silla de neón que mandó a hacer. 200 fotos en su iphone respaldaban su gran creación
Y los letreritos de neón son de autores diferentes, eso si que es originalidad puesta en acción, mmm.. pero estoy confundido ¿que en el arte conceptual únicamente lo que importaba era la idea original? o si, ya se, de seguro es un tributo o talvez una apropiación de la idea. En ese caso los dueños de moteles tienen obras maestras sobre los techos de sus edificios, lo único que tienen que hacer es llevarlos a una galeria para que tengan validéz.
Hola, he llegado a tu blog desde arte y mercado. Te felicito, sólo he leído esta crítica pero la veo de lo más pura, es como beber agua de manantial en un mundo contaminado. También decirte que somos muchos los que compartimos tu opinión, y eso es alentador.
Me gusta mucho el ejemplo de la música, yo también suelo sacarlo de ejemplo en los debates. Y más hoy en día que hay tantos grupos reviviendo la música de otras generaciones. Sin embargo en el esnobismo casposo del mundillo del arte se podría tachar de "artesanillo" ha alguien que pretendiese seguir por esas vertientes. Duchamp, y su arma de doble filo, uno deslumbró, el otro ahora nos corta y nos desangra.
En fin, nadie pretende volver a otra época, pero olvidar el pasado es malísimo.
Me encanta tu visión anti-establishment, que comparte.
Muy pocas oosas son arte ahora por más que nos quieran justificar cualquier basura con un texto de 10 páginas. tienes algún mail para una consulta? saludos desde Lima
Felicitaciones por el blog. Comparto tu postura frente al arte-establishment, donde quieren hacernos tragar cualquier basura con un texto justificatorio de 10 páginas y la firma de un curador que en la vida ha hecho nada con sus propias manos.
¿Tienes un mail para una consulta?
Saludos desde Lima
si a partir de hoy todos quisieramos pintar como velázquez, o como cualquiera de los grandes maestros clásicos, qué hay de originalidad en eso?... qué pintaríamos?... microbuses cruzando insurgentes?... cuerpos decapitados?... a chicharito festejando un gol?... personalmente me gustaría pintar cajas de zapatos. saludos
"Sin palabras"
http://www.revistaenie.clarin.com/arte/intervenciones_urbanas_0_401960006.html
Saludos Avelina.
Como siempre, una crítica certera. La crisis que el mundo está sufriendo hace aún más injustificable la tontería, el derroche de dineros que se dedica a intentar sostener la suplantación del arte y los artistas por simple camelo.
...Prefiero Intentar Pintar como Velazquez y Fracasar, a Pretender Ser ''original'', y Acabar Siendo Parte de un Rebaño Ciego...
A día de hoy no se puede ir mas lejos del punto de concepción artística, del que nos encontramos, si pudiésemos encontrarnos en mitad del camino, seria posible mantener un encuentro sincero, sin mentiras.
Los movimientos pendulares, me dan la razón, la intervención de la conciencia del observador es lo que hace que se colapse el concepto de estética, y este pase a ser realidad. no el todo vale y todo es arte, dependiendo de quien lo diga.
Las definiciones mas contemporáneas coinciden en la creación del arte como algo sin finalidad, más que el propio hecho de su propia existencia.
Lo que no significa la justificación de lo banal o absurdo. La igualdad de validez democrática, ya es un concepto lo suficientemente corrupto, para que alguien con capacidad de estudio acepte este criterio.
El hecho de crear sin otro interés que el de materializar una percepción, no califica al artista como un ser de afinidades extremas de culto, si no como un ser sensible con responsabilidad en la madurez de actos, a través de su psique.
Las nuevas tecnologías y el consumo energético, dentro de un contexto de herramientas, solo facilitan o multiplican la capacidad del mismo, y nunca transforman al no ser, en ser. Las ultimas tendencias, dentro de la crisis de conceptos, y o valores solo han hecho que aumente la velocidad para precipitar la autodestrucción de la realidad creativa, al igual que otros aspectos de nuestra realidad contemporánea.
Los especialistas en arte tampoco se libran de este influjo, que por fuerza y en Pro de la supervivencia, han bebido de las mismas y confusas aguas, llamadas carteras de valores.
La manipulación de la ortodoxia marketiniana, publica el éxito de manera sonora, en apoyo de la creación de un valor, de alguien o de sus obras, sin apenas preguntarnos que, o quien esta detrás de este, en que se fundamenta, o si el criterio del emisor tiene la suficiente credibilidad, como para asegurar la valía de un proyecto artístico. Durante el inicio del nuevo siglo, el contexto en el que el pueblo se hace eco de la información, a través de canales virtuales de alta velocidad, favorece la manipulación absoluta de la realidad a gusto del propagador, sin que esto en modo final tenga una respuesta avalada, y de certidumbre.
TE ACABO DE DESCUBRIR Y ME ASOMBRA TENER TANTOS PUNTOS DE COINCIDENCIA. ES MUY REFRESCANTE SABER QUE EXISTE UNA CRITICA CONTUNDENTEMENTE OBJETIVA Y DESCONTAMINADA EN ESTE MUNDO DONDE CONSTANTEMENTE ESTAMOS SOMETIDOS A SUTILES Y MUY EFECTIVOS PROCESOS CUYO OBJETIVO ES MANTENER A LA SOCIEDAD HOMOGENEIZADA. YA HA PASADO CIEN AÑOS DESDE QUE SE FIRMO EL PRIMER URINARIO, QUE RAPIDO PASA EL TIEMPO.....!!!!
La crítica de arte es una ocupación que exige cualidades sutiles de análisis, síntesis, imparcialidad y, ante todo, sensibilidad. En este texto intuyo que la irritación que manifiestas ante "el arte contemporáneo" tiene que ver más con tu antipatía ante la actitud de este género, si así se le pudiera llamar, que con criterios más interesantes.
Un razgo usual del arte contemporáneo es, efectivamente, el uso del intertexto, la apropiación o la intervención. También es usual "mandar a hacer" elementos de obras. Ninguna de estos elementos son exclusivas al arte contemporáneo, como mencionas, citando el ejemplo de Watteau y Bacon. Es bien sabido que Rubens, por ejemplo, tenía un gran taller con ayudantes que pintaban una parte, o la totalidad, de los cuadros que se producían. Él supervisaba el trabajo de éstos. No por esto se dice que Rubens estaba falto de creatividad ni nada por el estilo. Son incontables los pintores y escultores que tenían, y tienen, ayudantes que intervienen en diferentes partes del proceso de producción. Los intertextos tampoco son ajenos al mundo de la literatura. Una cosa es un plagio, y otro, el hacer referencia a la riqueza de la cultura, visual, literaria o del tipo que sea, de un momento dado y de lo que le precede.
Lejos de ser un "robo descarado", las referencias a obras existentes claramente no pretenden usurpar el papel del creador "original"; Duchamp no pretendía ser el originario de la imagen de la Mona Lisa, evidentemente. Su intención tiene más que ver con la irreverencia (y el homenaje), con poner en tela de juicio el papel de las instituciones culturales (cosa muy legítima, a mi modo de ver), con el tema del objeto artístico único y genial, y con muchos otros asuntos que involucran el proceso histórico del arte y del significado de "arte".
El arte contemporáneo, desde luego, tiene sus honrosos y deshonrosos ejemplos, así como los tiene el arte de cualquier período pasado. Pero estoy convencido de que el ánimo detrás del trabajo de muchos artistas contemporáneos es genuino, en el sentido de que cuestiona, critica, transgrede, pone en evidencia y propone. Es un arte vivo - de buen o mal gusto, inteligente o soso - que trae al escenario un sinnúmero de asuntos relativos al arte mismo o a la realidad que nos rodea; creo que conviene aproximarse a él de manera abierta, constructiva y de forma más específica, puesto que la agudeza de las observaciones se pierde con su misma generalidad.
Contestando a Alejandro.
Como tu dices en el pasado hubo artistas que tenían sus talleres, actualmente también, pero no es esa la cuestión. Hay herramientas y materiales que están al alcance del arista y, ¿por qué no las ha de utilizar?.
La mejor definición sobre la banalidad del arte contemporáneo, la oí de la boca de un cómico "El problema del Arte contemporáneo es que se ha tomado muy en serio la broma de un señor, y las bromas nunca hay que tomarlas en serio".
Todo lo demás es marketing.
Otro gran problema, es que el mundo está dominado por mediocres, ya que las personas interesantes se dedican a otras cosas.
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