sábado, 12 de septiembre de 2009

FARSA EN VENECIA




Narcotraficante muerto en un enfrentamiento con el ejército.
¿De qué otra cosa podríamos hablar? de Teresa Margolles.


A falta de talento, amarillismo. La obra expuesta en la Bienal de Venecia en representación del arte mexicano, ¿De qué otra cosa podríamos hablar? dice su autora Teresa Margolles, que está realizada con sangre de personas asesinadas por narcotraficantes y en enfrentamientos con el Ejército o la Policía. Son telas supuestamente manchadas de sangre y fluidos. Con esta sangre trapean el piso del recinto de la exposición.

Por increíble que esto suene, a las instituciones de cultura del Estado les pareció de lo más lógico y natural que alguien fuera omnipresente en todas las escenas del crimen en los estados dominados por el narco, y con trapos y cubetas se llevara restos humanos como si nada y además hiciera con esto una “obra”. Así que pagaron una fortuna porque se mostrara en una de las bienales de arte más importantes del mundo. Es sorprendente que las instituciones culturales del Estado, el comité seleccionador y la crítica -que lo aplaude frenética como una obra de denuncia-, no hayan analizado que si en verdad la obra está realizada con los materiales que la artista afirma, su obtención es un acto de corrupción que se suma a estos horribles crímenes en nombre del pseudo arte.

Según el artículo 123 del Código de Procedimientos Penales, la Policía y el Ministerio Público deben preservar la escena del crimen: realizar el aseguramiento del lugar, ubicar y fijar indicios como la sangre, y una vez hecho lo anterior, embalar las evidencia para llevarlas al MP. Luego la escena es preservada y a ninguna persona se le permite acercarse, a veces, por días. La artista dice que la obra está hecha de fluidos, tal vez la “experta” artista no sabe que la sangre es un tejido, no un fluido y que el hecho de que se encuentre en el suelo no la hace dueña de los tejidos de nadie, ni siquiera de un cadáver. La sangre es propiedad de la persona de la que emana, y el que quiera hacer uso de ella, deberá de acatar lo que dispone el artículo 100 de la Ley General de Salud, de lo contrario la toma es ilegal. Por otra parte, el apropiarse de esos tejidos sin la autorización de la persona contraviene lo dispuesto por los artículos 313 y siguientes de la ley. Así, sólo se puede obtener de un donante que previamente haya dado su consentimiento para que sea tomada, y debe ser por escrito, según se desprende de los artículos 320 y siguientes de la citada Ley de Salud. Si el crimen fue en un interior, la escena queda clausurada hasta que la investigación se resuelva, y por supuesto no puede entrar ningún artista a llevarse sangre o fluidos, por más que su curador lo exija. Además sustraerla para exhibirla, contraviene la cultura de Derechos Humanos. Como explica la artista en entrevistas, en ocasiones va al día siguiente del atentado y con trapos recolecta la sangre. La sangre permanece fresca en la intemperie y bajo el sol, dependiendo de la cantidad, hasta una hora. No sé qué hará la artista con este impedimento. Los fluidos como orines volatilizan aun más rápido en la intemperie y eso los hace de imposible recuperación.

Ahora supongamos que esto es un acto de corrupción y Margolles soborna a la policía o al ejército, o tiene protección del narco, y sustrae lo que quiere poniendo en peligro la investigación. Según Margolles esas telas enormes cubiertas de sangre pasaron los registros de las aduanas y nadie las detuvo, porque ahora, con la vigilancia de los aeropuertos después del 11S que no permiten ni un perfume del Duty Free, podemos literalmente llevar un cadáver en la maleta y pasamos la aduana como si fuera una piñata, ignorando el protocolo internacional sobre el traslado de tejidos o evidencia de un crimen.

Ante estas pruebas lo más lógico es que use sangre de cualquier mamífero que matan en un rastro. Pero como se trata de “creer” que es arte, creen que es sangre de narco. Entonces la obra es un engaño, un espectáculo de feria en donde vive la mujer araña. Esta farsa representa a México y le dice al mundo que nuestro problema más grave, el narcotráfico, es visto como una patraña sensacionalista para el arte y las autoridades de cultura. Un escenario y una idea con nivel de cine de Halloween serie B es nuestra visión de más de 13 mil muertes.

Publicado en Laberinto de Milenio Diario y en Sañales de Humo de la Universidad de Guadalajara.