sábado, 25 de abril de 2009

EL ARTE NO CAMBIA NADA. Fernando Botero.

Motosierra. Fernando Botero.


La Historia es el libro de cuentas de un matadero. El Dolor de Colombia es el título de la exposición de la obra de Botero en la Pinacoteca Diego Rivera. La producción está fechada entre 1999 y 2004. Después de una obra reconocida por su técnica depurada basada en los colores del Renacimiento, la composición y tonalidades del Giotto llevadas a seres hedonistas de gordura descomunal, ellos de genitales infantiles con vello púbico y ellas con senos redondos y coños breves, Botero mira a la tragedia desde que Colombia es, como México, el referente del imperio del narcotráfico, la violencia, los crímenes impunes y el dolor. Son pinturas que cuentan con inusitada veracidad el sufrimiento y la violencia que viven las personas. Los cuadros de Botero reflejan individuos y dan rostro y corporeidad a los crímenes que el Estado marca con números y estadísticas. En sus pinturas los cadáveres tienen hijos, familias, las personas lloran y el consuelo del secuestrado es la muerte. Hoy, en este tiempo que vivimos, es iluminador ver la valentía de Botero al denunciar la tragedia social de su país porque ningún otro artista lo hace con tanto riesgo. El exhibicionismo, el fetichismo y la superficialidad son las señas de lo que llaman “denuncia” en instalaciones, objetos y videos. Botero no tiene miedo, respalda la claridad de la verdad en su talento y dice con sus pinturas lo que nadie se atreve: que esto es resultado de la cobardía del Poder, de la ineficacia del Estado y su complicidad criminal. Son desnudos de las víctimas y los criminales, en El Verdugo, dibujo extraordinario, vemos el cuerpo fuerte y poderoso de un hombre de espaldas que levanta un machete con una línea roja de sangre, lo blande con furia para seguir matando. Dice Fernando Vallejo ante la muerte en Colombia, “Dios no existe y si existe es la gran gonorrea”. Los buitres devoran el cuerpo de un joven mutilado por sus carniceros con una motosierra, comen de sus heridas, es un óleo con un cielo azul inmenso, montañas y soledad.

La introducción de la exposición es un texto de Botero en el que afirma “el arte no cambia nada” y explica su necesidad de plasmar este dolor para que no sea olvidado. México olvida, tenemos memoria selectiva para nuestros valores kitsch y negamos lo que de verdad nos atañe, que cada sicario decapitado, y cada ciudadano asesinado deja familias destrozadas, niños y jóvenes que quieren venganza. Los secuestrados, son óleos y dibujos de la infamia, hombres y mujeres desnudos, con los ojos vendados, llorando, heridos, las manos atadas y la vergüenza de la humillación en la inclinación de la cabeza, las gotas de sangre y las heridas son como los cuadros de los santos del Renacimiento, que hacen humano al dolor. Sin Compasión un hombre grita dolorido, Víctima, otro escupe sangre; impotentes y corpulentos a disposición del matón que no vemos pero conocemos. En Masacre de Ciénaga Grande un óleo que nos muestra como los paramilitares masacraron a 60 pescadores “Ratas, hijoeputas, guerrilleros, sapos informantes” les gritaban mientras los ametrallaban, los pescadores murieron en sus lanchas acribillados. Medellín-Metrallo, todos traen un tote, por si se ofrece… nos cuenta Vallejo, y dice el sicario “o eres tú o son ellos”. Después del asesinato, la venganza exhibe su poder en el dibujo Motosierra, son brazos, piernas, cabezas, torsos mutilados que se apilan sobre su sangre; cruel y exacto, así es el negocio. Tortura, un hombre cuelga inerte, desnudo, violado, golpeado y las carnes deformes sin control. ¿Y la justicia? Una madre llora con su hijo muerto, otra grita el dolor, esas gordas felices que antes bailaban en los cuadros de Botero hoy lloran a sus hijos asesinados. El Estado no sabe que los sicarios también matan niños, su ignorancia no los exime de responsabilidad. Ante la idéntica realidad de México y Colombia y después de que el gobierno de Calderón acusó a la prensa de no cooperar por mostrar las imágenes de los narcos decapitados, la única razón para que no acusen de lo mismo a la Pinacoteca Diego Rivera y a Botero, es su poco interés en la cultura. “La gloria es una estatua en la que se cagan los pájaros” afirma Vallejo.


El Dolor de Colombia, obra de Fernando Botero, se exhibe en la Pinacoteca Diego Rivera de Xalapa, Veracruz hasta Junio del 2009.
Publicado en Laberinto de Milenio diario el sábado 25 de abril 2009.