


El autorretrato, entre la desolación, la vanidad y la histeria. Lo que vemos es un espejo que dejó de ser efímero para volverse perpetuo, imborrable. El artista pretencioso tiene la intención de trascender con una imagen que seduzca al espectador. Ese es el caso de Courbet, que se disfraza como un actor que representa un papel, toma un instrumento musical y con su hermoso rostro está dispuesto a que lo amemos. El David odiaba su cara contrahecha por una herida infectada en la mejilla, resultado de una pelea con sable. Un absceso mal curado deformó a un hombre que pudo haber sido bello. Esto lo pintaba con pudoroso disimulo, el lado desfigurado está sombreado, y dirige nuestra atención a sus ojos furiosos, vemos los labios un poco fruncidos, forzándose a cerrarlos, y sus pinceles en la mano.
Velázquez en su obra portentosa Las Meninas, se introduce al cuadro mirando de frente, tiene el gran espejo justo delante de él, y no ve a sus modelos, no observa a la infanta y sus damas, ni a los reyes que al fondo presencian vigilantes la escena. Velázquez se ve a sí mismo, esa composición geométrica, esa disposición matemática es para enmarcar uno de los autorretratos más prodigiosos de la historia. Aquí lo más grande es el artista. La obra pasó a la posteridad recordándonos que lo único que sobrevive al poder y a la condición humana, es el arte.
Los que se describieron sin pudor, que hicieron de sus imágenes una biografía pornográfica fueron Egon Schiele con su Autorretrato Masturbándose y Durero con su desnudo a lápiz y tinta negra, el retrato de los genitales de un genio. El Caravaggio en su afán escandaloso dejó un diario gráfico de sus convulsionadas pasiones, en medio del riesgo, los excesos y el arte. Era el modelo que sufre las atrocidades de la anécdota. Está decapitado o a punto de ser atravesado por un cuchillo, semidesnudo, víctima de sus coleccionistas, sus amantes y su ímpetu que no se dominó con talento o trabajo, para eso era la celda en donde lo arrojaban.
El expresionismo alemán dejó una obra que es el anuncio y la descripción de una época, el autorretrato de Otto Dix como Soldado. Un rostro rojo sangre ennegrecido, con los ojos casi en blanco que miran cuidándose la espalda, presintiendo la guerra que está llegando. Max Beckmann se pinta, pintando, y mira atrás, a un espejo que refleja su espalda, así que gira y con curiosidad violenta ve cómo ha cambiado su rostro, lo observa como a un extraño y lo pinta con la boca semi abierta, le ordena a ese ser que retrata, “espera a que termine, detén esta transformación por una hora”.
El terapeuta dice ¿Quién eres? El filósofo dice ¿Quién soy? Y al pintor le basta mirarse y copiarse, recordar sus líneas, el color de sus ojos y retar a su talento. Esa prueba colosal que es dar forma al propio ser, es un laberinto intelectual misterioso. Asusta la idea de entrar en él sin consecuencias y paraliza la posibilidad lúcida de abandonarlo, negar la vida para no tener una biografía. Frida Kahlo explotó su ansia de existir hasta lo más intimo de las entrañas, con sus cuadros indiscretos supimos todo de ella, su esterilidad, su dolor, la descripción morbosa de cada uno de sus males y la saña de verse sufriente y sin placeres. Foujita se exhibió elegante en un retrato de líneas limpias, con su gato y la cabeza inclinada, suave, envuelto en una de las camisas de seda que él mismo se confeccionaba. Cuando todo era borroso impresionismo, él hacia trazos caligráficos, serenos.
La escultura de sangre de Marc Quinn. Extrae con cuidado depredador onzas de su propia sangre, la congela y ha reproducido su cabeza. Este retrato suicida, que lleva a la inmortalidad con el pago previo de morir, es un memorándum escalofriante de lo que somos. En las obras de gran formato de Chuck Close, crea su rostro a partir de cuadros de colores, de cerca es un mosaico de formas inestables, para verlo exige distancia, obliga a separase de él, y de lejos es un ser concreto que nos enfrenta con una mirada ligeramente levantada y la sonrisa irónica. El artista debe saber ver con crueldad, sin piedad, porque sólo las descripciones más feroces sobreviven, a los superficiales no es necesario recordarlos.
Publicado en Laberinto de Milenio Diario, el sábado 26 de septiembre de 2009.
5 comentarios:
Querida Avelina, el que te escribe es Mauricio Gómez Morin. En principio para felicitarte ampliamente por la coherencia y la valentía en tus espléndidas reflexiones críticas sobre el arte contemporáneo.Me encanto el último artículo sobre el autoretrato, y me sorprendió tu planteamiento crítico que suscribo absolutamente sobre ´la obra´ (sic) de esta fulana Margules en la Bienal de Venecia, como un vil acto de malversación, corrupción y cinísmo enjaguados en las sucias aguas de la mitificaciòn artística contemporánea, que jamas entenderá con Walter Benjamin que no hay estética sin ética. Me recuerda el asunto del supuesto artista Tico Guillermo Vargas, más conocido como Habacuc, que dejo morir a un perro en la galería Códice de Nicaragua. Si no conocieras el asunto te mando un link para que lo cheques:
http://www.nacion.com/ln_ee/2007/octubre/04/aldea1263590.html
O me recuerda también el amarillismo supliendo al profesionalismo del grupo SEMEFO exponiendo cadáveres de perros atropellados. Pero sin duda lo de la Bienal como bien lo dices raya en la ignominia.
En fin Avelina te sigo muy de cerca reconfortado de que haya alguien que levanta la voz con tino, conocimiento, buena pluma y valor.
Te mando un abrazo,
Mauricio
El terapeuta dice ¿Quién eres? El filósofo dice ¿Quién soy? Y al pintor le basta mirarse y copiarse...
¡eres grande! lo mejor
Avelina:
Gracias por tus artículos, realmente son buenísimos, profundos y aleccionadores.
Un beso
Yanko
Hola Avelina
Disfrute mucho tu texto de hoy en LABERINTO.
Te recomiendo leer en BABELIA Ver lo visible de Antonio Muños Molina
Buen fin de semana
Josema
El autorretrato es un género del arte que se ha corrompido, hoy se considera autorretrato la ropa sucia del artista o la mancha de sus orines en el concreto pulido de la galería. Pero el autorretrato más audáz está en el acrevo de la Tate Modern: un espejo. http://www.tate.org.uk/servlet/ViewWork?workid=91910
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