

“El escultor británico más importante de las últimas décadas” es la frase que presenta la obra de Antony Gormley en el Museo de San Ildefonso. Nombrarlo así invita a cuestionar ¿Por qué? La escultura británica en la actualidad cuenta con artistas muy talentosos y con una obra que destaca por sus propuestas y calidad. Y aportan algo que no tiene la obra de Gormley, riesgo y profundidad, agresividad e impacto. Hagamos un breve recorrido.
Tony Cragg, que se jacta de dormir sólo tres horas al día y odiar las retrospectivas “Because I’am not dead yet”, recientemente ha creado un jardín escultórico en Alemania con piezas en bronce y madera. Estas esculturas se integran al bosque en la tradición europea que cree que la vida se queda suspendida entre los árboles y sus sombras, son presencias metafísicas y violentas. Los arboles altísimos flanquean las esculturas de formas verticales y curvas, elegantes y mortíferas.
En las piezas escultóricas y arquitectónicas está Anish Kapoor, nacido en la India y radicado en Londres, representó a Gran Bretaña en la Bienal de Venecia. Son características sus obras metálicas y monumentales como Cloud Gate, o la mega lente de contacto que colocó en el Rockefeller Center, Sky Mirror, de acero inoxidable extra pulido en el que se reflejaba el turismo, el dinero y la fama, con el peligro de quemarse las retinas en un día soleado. Y Marsyas, la pieza de 155 metros que expuso en la Tate Modern, que exalta el sentido épico de la escultura.
Ahora, si se trata de ser más contestatario, y enfrentarse al status y responder con trabajos agresivos y comprometidos, pensamos sin duda en Marc Quinn. Artista que surgió de la segunda generación de los YBA de la Saatchi Gallery. Quinn tiene el estigma de ser talentoso, dominar la escultura con virtuosismo y convivir con la necesidad de ser “contemporáneo” así que realiza obras con pan, excrementos, sangre etc. Lo de rigor. La diferencia es que él sí es un gran escultor y logra unas piezas en bronce y mármol impecables. Su escultura de Kate Moss en oro de 18k haciendo una espectacular asana Ganda-Bherundasana, - obviamente no posó ella, esto sólo lo logran expertos o santos- y la obra es espléndida. En su más reciente colección Materialize Dematerialize fue de los pocos artistas que tuvo el valor de hablar de los asesinatos y violaciones cometidos en contra del pueblo iraquí, con esculturas en bronce que son un testimonio acusador, una denuncia permanente como lo hizo Goya con sus Desastres de la Guerra. Quinn es un virtuoso de nuestro tiempo y además tiene la obsesión de crear obras que trasciendan esta condición de banalidad y pequeñez en la que se sumerge gran parte del arte.
Por eso el anuncio de que Gormley es el “más importante” me parece desproporcionado, porque para empezar no sé en donde se dan esas categorías, o quién las asigna y son varios los artistas británicos con un alto nivel de trabajo. Sus grandes hallazgos están en la recreación de la presencia humana dentro de sus laberínticos ensambles metálicos, piezas que nos remiten a las de Tomás Saraceno que actualmente expone en la Bienal de Venecia. Las influencias que dominan a Gormley son muy claras, desde Giacometti hasta Calder. Sus hombres, que son lo más impactante y desarrollado, son una clara referencia a la Multitud de Magdalena Abakanovicz, pero en pequeña versión. La obra de Gormley es de alguna manera light, es como todos los artistas antes mencionados, pero leve. Su obra centrada en su propio cuerpo, es lejana, tiene algo de aséptico que la hace inhumana. Más que personas, son maniquíes. La escultura cuando está cerca de la naturaleza humana logra conseguir un contacto que nos hace reconocernos en esa pieza, es una identificación que va más allá del género, nos dice esto es humano, como tú o como yo. Y la obra de Gormley es distante. Trata de crear seres humanos en serie, fríos, idénticos, que son la utopía de Star Trek o la China maoísta, uniformados en la igualdad.
La experiencia de ver escultura es que algo sucede en el espacio, lo transforma y lo habita, se convierte en un punto de referencia en nuestra memoria, el lugar existe porque una escultura lo domina. Eso esperamos ver.
Publicado en Laberinto de Milenio Diario, el sábado 29 de agosto 2009.