
“No podemos condenar a los que tienen gustos distintos a los nuestros”. Esta es la máxima sobre la que esta sostenida la tolerancia, es una línea de las 120 jornadas de Sodoma. El Divino Marqués es uno de los grandes maestros que tenemos para conocernos a nosotros mismos. Vivimos en la ignorancia de nuestra naturaleza, evadiendo la responsabilidad de satisfacer nuestros deseos por la cobardía de no conocernos. Cada uno de los libros de Sade es uno de los análisis más profundos que existen sobre la humanidad. Estamos en una de las épocas más oscurantistas de la historia, todo a nuestro alrededor esta sometido a la auto censura, desde la literatura al arte, el ambiente es de negación, frustración y ocultamiento. La violencia es ahora el nuevo sexo, se puede ser explicito en violencia y sangre, se puede venerar al narcotráfico y la guerra y no se venera al sexo. ¿En que momento el placer sexual dejo de ser una virtud y se convirtió en un vicio? Desde que dios no tiene sexo. Por esto los temas de Sade son: dios, el sexo y la justicia. En su utopía, en esa construcción imaginaria de una sociedad perfecta, para que el placer sexual fluya hay condiciones primordiales: que la sociedad sea atea, que la pareja no sea un vínculo social y que no exista ni la propiedad privada ni la familia. En contradicción, estos son los valores de nuestra sociedad actual que además tiene el record histórico de ignorancia. En Grecia en la cúspide de la civilización nos recuerda Sade “Sócrates, a quien el oráculo llamo el sabio más grande de la Tierra, pasaba de los brazos de Aspasia a los de Alcibíades”. Es sintomático que en las sociedades ignorantes, represoras y puritanas los crímenes sexuales suceden con más frecuencia. Y es lógico, la falta de congruencia de sus valores, crea un ambiente esquizofrénico en el que la gente hace una cosa y piensa otra, hasta que este equilibrio carcelario se rompe y un personaje saca un cuchillo y hace pedazos a su pareja y la gurda en el refrigerador para comérsela. En Estados Unidos estuvieron a punto de elegir de vice presidenta a una mujer con gran fama en los circuitos swingers de la América profunda, los de las más rudas costumbres y es la misma que obligó a su hija adolescente a casarse porque estaba embarazada y que está en contra del aborto y del matrimonio homosexual y es cristiana radical. Esa es la sociedad que imitamos y seguimos, esos son los valores que por acá permean por una falta de autenticidad y de ideas. Sade lo dice clarísimo “la libertad y la religión no pueden estar juntas. Hay que atacar la superstición de raíz. La estupidez, la bajeza y la vulgaridad de la religión va en contra del corazón de la libertad, va en contra de la naturaleza del hombre”. Sade nos enseña que la religión es una tiranía y que bajo la tiranía solo crecerán espíritus mediocres. “Los individuos que no están animados por sus pasiones son seres mediocres”. El desconocimiento de la obra de Sade responde a la censura a sus ideas revolucionarias, el hecho que todo el mundo lo relacione únicamente por sus escritos sexuales, que son los mejores de la literatura, es porque es más fácil evitarlo como escritor sexual que como escritor ateo y libertario. Las orgías en Sade tienen dos funciones: revelar los límites de la existencia humana en la tiranía de poseer y en el sometimiento pasivo falto de responsabilidad. Dos ejemplos: Las 120 Jornadas, esta orgía épica es la Odisea del siglo XVIII, sus organizadores 4 mujeres y 4 hombres poderosos, traficantes de armas, llevan 28 súbditos a un castillo en Suiza. Estos 28 son miserables en los que la pobreza es el factor que les obliga a estar ahí. Van a vivir seiscientas expresiones sexuales en cuatro meses. Desde la zoofilia a la coprofagia. Hay mujeres, ancianos, deformes, locos, niños. La narración es detalladísima, Sade generoso nos vuelve los voyeristas de esta orgía y nos describe cada penetración, cada golpe, los chorros de semen, las venidas de las mujeres que la sola narración les provoca, los alaridos de los poseídos por animales y latigueados con furor. Leer estas Jornadas nos arranca del diván del psiquiatra, nos pone en primera fila de la catarsis y nos manda sonrientes y saludables a la calle. El otro ejemplo es Juliette, ella después de sufrir la pobreza y la traición decide ser la poderosa que se coge al poder y con detalle nos describe los orgasmos de las superiora y el abad en las misas sexuales, los golpes que hacen que los príncipes eyaculen con una fuerza tal que le inundan el coño. Ella ya es la que esta encima, ella es la que monta, Juliette es la libertad del espíritu, es la mujer de pechos desnudos del cuadro de David que guía a los revolucionarios a la libertad. Cervantes inventó a un personaje que enloquece por el conocimiento, por eso es sagrado en esta sociedad que desprecia a los libros y la sabiduría, Sade que enalteció la libertad y la ciencia, que nos enseñó que la felicidad solo se alcanza por el placer, está en la patología. La sociedad que con su nombre llama a una enfermedad es la que esta sumida en la perdición.
3 comentarios:
Clap, clap, clap (aplausos) de un servidor sadista -que no sádico-.
Uff
Me ha encantado esta reflexión.
Espléndida!!
Tendré que retomar a Sade. Cuando leí su obra padecí dolores físicos en el vientre. Me daba tanto asco, que mi excitación era espásmica. Pero aun asi fui capaz de reconocer al artista.
Buen día, Avelina,
sólo para felicitarle por el tratamiento que da al pensamiento de Sade en "La Utopía Sadiana" publicado por Rogelio Villareal.
Me parece una novedosa manera de anlizar a un icono sobre el que tanto se ha dicho. Por más que quisiere criticarle el texto no me resta más que elogiárselo.
Que tenga unas felices vacaciones. Y buenos deseos para su persona.
Jugamos al amor y nos ganó la muerte (Ramón Martínez Ocaranza)
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